70 años de apuntes
La autoría de la frase
está en disputa, pero generalmente se le atribuye a Phil Graham, presidente del Washington Post:“El periodismo es el primer borrador aproximado de la historia”. Es cierto, y La Naciónes un borrador de los últimos setenta años de forja de la nacionalidad costarricense.
Entrar en una hemeroteca, física o virtual, para repasar sus portadas y páginas interiores es viajar por los debates, angustias, conquistas y traspiés del pueblo costarricense a partir del 12 de octubre de 1946.
El periódico nació a tiempo para relatar el conflicto armado de 1948, la difícil reconciliación en los años siguientes y la construcción, con el aporte de vencedores y vencidos, de una nación democrática capaz de resistir la turbulencia ideológica y militar de las últimas décadas del siglo XX.
En las páginas de La Naciónestá también la crónica de inesperados golpes de la naturaleza y la valentía desplegada frente a ellos. Huracanes, erupciones y terremotos pusieron a prueba la solidaridad y determinación de los costarricenses.
La economía se transformó para dejar de ser “de postre”, como dijera don José Figueres en los años 70. El país ya no depende del café, el azúcar y el banano, aunque los produce de óptima calidad. La actividad económica es mucho más compleja y se proyecta con confianza hacia los mercados internacionales. Pero en las páginas de La Nación está el relato de las grandes cogidas de café de antaño. En ellas se encuentran las zafras y los conflictos en las zonas bananeras.
Aun los anuncios avivan la nostalgia y evocan capítulos de la historia personal y familiar. El estreno de un éxito de taquilla en el Variedades, las ofertas de la Universal –primera tienda con escaleras eléctricas– o el auto del abuelo, un Renault modelo 1967 con cuatro puertas adquirido por ¢21.000.
Setenta años de La Nación también transformaron al periódico. Los cambios tecnológicos y de formato tan solo constituyen la expresión externa de una profunda evolución, aparejada a los avances del periodismo en todo el planeta. Con respeto y agradecimiento para nuestros antecesores en la tarea de escribir cada día un borrador de la historia, quienes hoy ocupamos su lugar nos sabemos comprometidos a continuar el esfuerzo sin pasar por alto ninguna oportunidad de perfeccionarlo.
Del momento de la fundación conservamos, entre otros valores, el de la inconformidad, que nos ha hecho protagonistas de infinidad de polémicas. Es difícil recordar un gobierno en armonía con La Nación. Los fundadores lo presintieron cuando en el primer editorial escribieron: “Los actos de los gobiernos –aquí y en otras latitudes– son con más frecuencia objeto de censura que de alabanza. Nace esta particularidad –así hemos de creerlo– de una inconformidad permanente, que consideramos creadora de progreso”.
La tensión entre la prensa y el poder es un fenómeno natural, surgido de la “particularidad” prevista en aquel primer editorial y del constante anhelo de progreso. Obliga a sostener posiciones firmes, comprometidas con los valores reflejados en nuestras páginas. El ejercicio solo puede ser útil si se funda en la discrepancia leal y aspira a rendir un servicio público, no con la soberbia del pretendidodueño de la verdad sino con la sinceridad de quien ofrece un punto de vista para luego defenderlo en la arena del debate público. Por eso, las páginas de La Nación recogen, también, 70 años de polémica, es decir, siete décadas de ejercicio democrático.
Si el periodismo es el primer borrador aproximado de la historia, ‘La Nación’ es un borrador de los últimos setenta años de forja de la nacionalidad costarricense Del momento de la fundación, en 1946, conservamos, entre otros valores, el de la inconformidad, que nos ha hecho protagonistas de infinidad de polémicas