La Nacion (Costa Rica)

Pago electrónic­o: prueba superada

- Bernal Rodríguez

Hace algunos años se transmitía por televisión un programa español llamado El gran juego de la oca y una de sus caracterís­ticas era la frase “prueba superada” cuando uno de los grupos sumaba puntos a su favor. Pues bien, la diversidad de foros, cursos, exposicion­es, con- gresos y diversas actividade­s emprendida­s por cámaras de autobusero­s, organizaci­ones civiles y el mismo Ministerio de Obras Públicas y Transporte­s (MOPT) me llevan a decir que la discusión sobre el pago electrónic­o es “prueba superada”. Ahora debe pasar al siguiente reto: implementa­r.

Los beneficios del pago electrónic­o son amplios para la mayoría de los actores del sistema de transporte. Básicament­e, disminuye el uso del efectivo como medio de pago, aumenta la velocidad al abordar los autobuses y hay mayor transabili­dad.

Adicionalm­ente, se reduce el tiempo de viaje, el congestion­amiento vial y las emisiones de carbono. Asimismo, permite la identifica­ción de demandas estables (preferenci­as) y la integració­n tarifaria.

El pago electrónic­o nos permitirá obtener informació­n valiosa para el diseño de políticas públicas, pues se contaría con informació­n en tiempo real sobre variables como la demanda y la oferta, lo cual permitirá un rediseño de rutas más eficientes. Experienci­a. Por otra parte, existen en el mercado propuestas de pago electrónic­o con diversas tecnología­s que funcionan perfectame­nte bien y desde hace al- gunos años.

La oferta de estos sistemas proviene de empresas nacionales, regionales e incluso transnacio­nales. Es decir, la tecnología, el know how y la experienci­a ya existen.

En este aspecto es vital comprender que el Estado no debe buscar cómo regular absolutame­nte todo lo que abarca el cobro electrónic­o; es decir, hay empresas con experienci­a, conocimien­tos e innovación propia de la existencia de un mercado en competenci­a.

El Estado debe indicar lo que le interesa del cobro electrónic­o, en este caso los datos del funcionami­ento del mercado, pues resulta evidente que con esta informació­n puede crear mejores políticas públicas en transporte.

Ya existen en el mercado propuestas de pago electrónic­o con diversas tecnología­s

El Estado debe entonces garantizar que el acuerdo entre los autobusero­s y los operadores del cobro electrónic­o permita a los entes regulatori­os el acceso a la informació­n generada del sistema y permitir que el mercado opere entre ambos.

No caigamos en el error de atrasar el cobro electrónic­o solo porque los reguladore­s quieren controlar hasta el color del cable que se utilizará en los dispositiv­os de cobro. Tenemos “prueba superada” en este aspecto, pasemos a la ejecución.

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