La Nacion (Costa Rica)

‘Se forjó una amistad muy estrecha entre La Nación y yo’

- Larissa Minsky A. lminsky@nacion.com

Irremediab­lemente atrapado por las tiras cómicas en blanco y negro que publicaba el periódico en la década de 1950, el chiquillo que entonces era Ricardo Arias Ugalde se dejó seducir muy temprano en la vida por La Nación.

Aunque en aquellos días el suscriptor era su papá, hoy es él quien ostenta el honor de ser la persona que más años lleva como suscriptor activo de este diario: son ya 36 calendario­s.

“Y continuaré siéndolo hasta que Dios quiera”, afirma este vecino del cantón Central de Alajuela, quien admite que lo primero que hace cada mañana es abrir la puerta de su casa, recoger el periódico e incorporar su lectura al desayuno. “Así se ha forjado esta amistad tan estrecha entre La Nación y yo”, asegura.

“Sin duda que en esto hay influencia de mi padre. Primero, yo me iba directo a las páginas de historieta­s, como el GatoFélix, Juan el Intrépido y Rip Kirby, pero, conforme fui madurando, me interesé también por informacio­nes de tipo periodísti­co. No voy a negar que he comprado y leído otros periódicos, pero el infaltable siempre esLa

Nación”, sostiene Arias, quien se pensionó hace 12 años.

Creíble, ante todo. Consultado sobre las virtudes que sobresalen en el periódico de su preferenci­a, don Ricardo responde sin titubear: “El primer califi- cativo que le daría a La Nación es que es creíble. Me parece que, desde siempre, ha seguido una línea muy profesiona­l; que no se sale del periodismo clásico. La forma en que trata las informacio­nes es la más balanceada que se consigue en nuestromed­io”, asevera, tras mencionar la variedad de temas que se desarrolla­n en el diario. Otro de los “valores agregados” de La Na

ciónque destaca este asiduo lector es la sección de “Opinión” y, sobre todo, la pluma de sus columnista­s, tanto los de ayer como los del presente.

Si bien hubo una época en la que el periódico de su casa pasaba por muchas manos, hoy, cuando ya sus hijos se independiz­aron, solo lo leen él y su esposa, María Eugenia. La diferencia –cuenta Arias, de 74 años– es que ella prefiere reservar su lectura para las noches.

Nada como el papel. Aunque está consciente de que, enlaactual­idad, son muchos quienes prefieren informarse del acontecer nacional ymundial con la inmediatez que ofrece Internet, él confiesa su absoluta lealtad al periódico impreso. “Sé de la existencia de na

cion.comy, a veces, mis hijos me comentanso­bre alguna noticia que leyeron allí, pero no me siento llamado a consultar el sitio. Y aunque sé que las versiones impresas demuchos periódicos del mundo han desapareci­do, yo quisiera llegar al final de mis días teniendo La Nación en papel”.

La“sección de ‘Opinión’ ha sido de mis favoritas. Columnista­s como Enrique Benavides y Julio Rodríguez le dieron gran peso al diario, y hoy La Nación sigue teniendo muy buenas columnas”.

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NICOLE ALPÍZAR

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