La Nacion (Costa Rica)

‘Poscópodo’

- Iván Molina

Allá por 1963 o 1964, alrededor de las seis de la mañana, todos los días se escuchaba un golpe seco contra la puerta de mi casa. De inmediato, yo empezaba a gritar “llegó el poscópodo” y en carrera, para que nadie se me adelantara, abría la puerta, juntaba el periódico y me sentaba a verlo (en sentido estricto, ya que por entonces todavía no sabía leer y no podía pronunciar bien algunas palabras).

Pudo haber sido cualquier periódico, pero era La Nación.

No sé por qué mis padres estaban suscritos a ese diario ya que eran simpatizan­tes del Partido Liberación Nacional (el de antes, no el de ahora), pero ese era el periódico qué se leía en la casa.

Después de que yo lo veía, los siguientes en la fila eran mis hermanos. Mi mamá solía leerlo luego del almuerzo, al empezar la tarde, y mi papá al final del día, cuando retornaba de sus labores. Evidenteme­nte, cadavez que alguno de esos lectores descubría que el periódico tenía una página rota, que le faltaba un pedazo o que estaba manchado o rayado, su dedo acusador apuntaba en una sola dirección. Factores. Por la época en que

La Naciónera el “poscópodo” de mi familia, se había convertido ya en el principal periódico del país. No existe todavía un estudio histórico que analice en detalle cómo ocurrió ese proceso, pero tres factores parecen haber sido fundamenta­les.

La Nación estableció muy tempraname­nte conexiones estratégic­as con las agencias de publicidad, en una época en la que este tipo de empresas apenas empezaban a desarrolla­rse en el país, y esto le garantizó una fuente estable de ingresos.

Asimismo, el periódico modernizó –basado en los modelos de la prensa estadounid­ense– la organizaci­ón de sus seccionesy la presentaci­ón de sus contenidos en un momento en el que sus competidor­es permanecía­n todavía fuertement­e apegados a los formatos de la primera mitad del siglo XX.

Finalmente, La Nación no se convirtió en un periódico al servicio de un partido político específico, sino que procuró mantener siempre una distancia apropiada con respecto a tales organizaci­ones y a los gobiernos de turno, aun cuando simpatizar­a con sus iniciativa­s y propuestas.

Guerra Fría. En sus primeros años (1946-1953), La Nación se caracteriz­ó por una posición bastante moderada en relación con la política costarrice­nse; de hecho, fue uno de los periódicos que más espacio dio a los comunistas para que se defendiera­n de las persecucio­nes posteriore­s a la guerra civil de 1948.

A partir de 1953, la situación cambió debido principalm­ente a la intensific­ación de la Guerra Fría. En una época en que José Figueres y Liberación Nacional eran considerad­os comunistas o procomunis­tas por círculos influyente­s del gobierno de Estados Unidos, La Nación asumió una posición claramente anti libe racionista y muy crítica del creciente intervenci­onismo estatal promovido por la primera administra­ción constituci­onal de Figueres (1953-1958).

Luego del triunfo de la Revolución cubana (1959), el impacto de la Guerra Fría sobre La Naciónse acentuó todavía más, un fenómeno favorecido porque, desde 1960 por lo menos, sectores de Liberación Nacional y del Partido Comunista de Costa Rica habían empezado a acercarse.

Tal situación tuvo el resultado paradójico de que, aunque Liberación Nacional disponía de su propio periódico, La República, amplios sectores de liberacion­istas, para quienes su identidad partidaria estaba fuertement­e influida por el anticomuni­smo heredado de la guerra civil de 1948, encontraba­n más aceptable

La Nación que La República. Poco sorprende que, una vez que grupos de profesores y estudiante­s de la Universida­d de Costa Rica empezaron a radicaliza­rse, hacia finales de la década de 1960, tendieran a convertirs­e en críticos sistemátic­os de La Na

ción, unproceso reforzado tras la protesta contra Alcoa del 24 de abril de 1970.

Reactivaci­ón. En la década de 1970, a medida que la Guerra Fría se distendía y la política costarrice­nse giraba hacia una posición de centro izquierda, el anticomu- nismo perdió fuerza en La Na

ción, que llegó incluso a respaldar la lucha contra la dictadura de los Somoza y se sumó a las celebracio­nes cuando ese régimen colapsó (1979).

Tal distensión, sin embargo, fue de corta duración. Luego del ascenso de Ronald Reagan a la presidenci­a de Estados Unidos (1980-1988), la Guerra Fría se reactivó. En un contexto caracteriz­ado por el impulso dado a las políticas de libre mercado, por la profunda crisis económica que experiment­ó Costa Rica y por la creciente intervenci­ón militar de Estados Unidos en Centroamér­ica para enfrentar la Revolución sandinista y las ofensivas guerriller­as en Guatemala y El Salvador, el anticomuni­smo recuperó el espacio que había perdido en La Nación.

Durante esta etapa, el periódico asumió una de las posiciones más controvers­iales de su historia, al combatir (en vez de apoyar) el plan de paz del presidente Óscar Arias Sánchez (1986-1990), que fue fundamenta­l para desactivar la amenaza de que la crisis político-militar de Centroamér­ica diera paso a una guerra generaliza­da.

Luego del colapso de la antigua Unión Soviética (1991) y del final de la crisis centroamer­icana,

La Nacióntuvo que reinventar­se, no solo en razón de que la geopolític­a mundial y la regional habían cambiado, sino debido a que la sociedad costarrice­nse también empezaba a transforma­rse y comenzaban a surgir nuevos desafíos y demandas.

Tendencias. Desde su fundación hasta ahora, La Nación ha defendido de manera sistemátic­a los principios asociados con la democracia liberal y en la práctica ha sido consecuent­e con esa defensa, al abrir sus páginas a puntos de vista que no necesariam­ente comparte y que incluso son críticos de sus políticas editoriale­s e informativ­as. Sistemátic­amente también,

La Nación ha cuestionad­o el intervenci­onismo del Estado y el gasto público, ha promovido privatizac­iones primero y aperturas después de actividade­s bajo control estatal, y ha denunciado la corrupción.

En las épocas en que estuvo muyinfluid­a por elanticomu­nismo, las posiciones de La Nación contrarias a la intervenci­ón estatal fueron más fuertes e intensas; en cambio, cuando esa influencia se atenuó o desapareci­ó, el periódico concentró más su atención en el uso ineficient­e de los recursos públicos y en la denuncia de la corrupción.

Aunque La Nación nunca ha sido prosindica­l, algunos de los principale­s reportajes sobre las difíciles condicione­s de trabajo que enfrentan quienes laboran en el sector privado costarrice­nse se han publicado en sus páginas.

“Poscópodo”. A lo largo de sus 70 años de existencia, La Na

ción ha sido a lavez un actor relevante en la vida política y cultural del país y un espacio importante de su esfera pública. Puesto que ese espacio ha sido y es disputado por grupos y personas con intereses muy diversos, nunca ha estado exento de luchas y tensiones y esto ha contribuid­o a que permanezca decisivame­nte abierto.

Con el desarrollo del ciberespac­io, esa apertura tiene ahora otra dimensión, cual es el valioso archivo electrónic­o que La Na

ción ha puesto a disposició­n del público, el cual permitetan­to a la ciudadanía en general como a las distintas comunidade­s de investigad­ores indagar el pasado y el presente del periódico y de Costa Rica.

En una época como la actual, en que cada vez un número creciente de personas solo leen lo que circula en redes sociales, es importante que el “poscópodo” al que se refiere este artículo, y otros como él (aunque no necesariam­ente de su misma línea editorial), sigan llamando a las puertas –y ahora también a las pantallas– de los costarrice­nses.

La Nación mantuvo una distancia apropiada con respecto a los gobiernos de turno

 ?? ISTOCK CON FILTRO ??
ISTOCK CON FILTRO
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica