¿Fedefútbol con camiseta manchada?
La primera reacción de la entidad en relación con la aceptación de cargos por parte de Eduardo Li fue patética: “LaFedefútbol no tiene nada que decir”, y “Es un asunto que corresponde específicamente a don Eduardo”.
El discurso estaba preparado. Pero no contaban con el “regalito” que venía envuelto en la declaración de Li: “Que usó facturas falsas para apropiarse de $90.000 que dio la FIFA para la organización del Mundial Sub-17 Femenino del 2014. Y que, además de la ya conocida comisión para negociar los derechos de televisión de la Selección (apenas alcanzó a recibir $300.000), se echó a la bolsa $230.000 de medio millón que le ofrecieron para adjudicar la marca de sus uniformes.
Ante la reacción de la gente, al día siguiente el discurso varió. Se acordó sentar las responsabilidades del caso “para resarcir el daño moral, social y económico que se ha producido”.
¡Y cómo no! Resulta incomprensible el primer comunicado, cuando el principal afectado de las acciones del exjerarca es la propia Fedefútbol. ¿O no es que al bolsillo de Li fueron a dar dineros por sobornos o comisiones que, de no haber mediado, habrían ingresado a las arcas de la Federación como parte de los montos de los contratos? O, peor aún: ¿No se privó a esta de obtener mejores negocios al eliminarse a los competidores gracias a las comisiones o sobornos?
¿O acaso puede quedarse la Fedefútbol impávida, viendo a sus jugadores vestidos con la marca de una empresa de ropa deportiva, sabiendo que alguien le pagó a Eduardo Li para tal adjudicación? ¿Es posible que el logo de dichos uniformes siga figurando en el pecho de los futbolistas, sin manchar el fútbol de nuestra Selección?
¿Se puede borrar el recuerdo de aquellas exmundialistas de Canadá 2015 que se organizaron por Internet para recaudar fondos por falta de ayuda, y que fueron acalladas por un Comité Ejecutivo, cuyo presidente hoy acepta haberse dejado $90.000 que eran para el Mundial Infantil Femenino realizado unos meses atrás?
¿Y no habría que autoinvestigarse en el seno de la Fedefútbol para determinar dónde estaban los compañeros directivos, los entes fiscalizadores, auditores y demás comisiones que, por acción o por omisión, permitieron que el presidente tuviera tanto poder y tanta discrecionalidad como para negociar de esa forma y enriquecer su peculio personal?
Digo yo: ¿No sería un acto de dignidad y trasparencia que, quienes acompañaron a don Eduardo Li en el Comité Ejecutivo y aún hoy pertenecen a él, así como todos los encargados de fiscalización, aun cuando no hayan cohonestado las acciones del expresidente, dejen sus cargos a disposición de una asamblea, para que esta decida si merecen un voto de confianza para seguir o si deben irse, comocastigo por actuar omisamente?