La Nacion (Costa Rica)

‘Por medio de La Nación he logrado todo lo que tengo’

- Larissa Minsky A. lminsky@nacion.com

Más de tres décadas tiene la vida de Julio Rodríguez Román de estar ligada al tiraje diario del periódico La Nación.

Cada día, desde las 4:20 de la mañana, se le encuentra en la esquina norte de la plaza de la Cultura, en el corazón de la capital, ofreciendo el periódico a los transeúnte­s.

Este vecino de Desamparad­o, todo un personaje en el centro de San José, lleva 35 años ininterrum­pidos de vender La

Nación, y esto lo convierte en uno de los pregoneros más antiguos del diario.

Cuando mira atrás, reconoce que sus mayores satisfacci­ones en la vida se han convertido en realidades gracias a su trabajo de venta al pregón, principalm­ente de este periódico.

“Por medio de La Nación, he logrado todo lo que tengo. Así pude comprar casa y vehículo, darles estudio a mis dos hijos y una profesión a mi esposa”, expresa emocionado.

Luego se refiere a la que él considera su principal cualidad: “Soy muy responsabl­e con los clientes. Cuando, por ejemplo, la gente está haciendo una colección, sabe que conmigo es seguro que la complete, porque yo siempre estoy aquí y me comprometo con los clientes”.

Como pan caliente. Rodríguez pierde la cuenta de las ediciones de La Nación que se le han ido como pan caliente, pero la primera que se le viene a lamemoria es la que daba cuenta del asesinato del dictador nicaragüen­se Anastasio Somoza Debayle (17 de setiembre de 1980).

“En cuestión de una hora y media, no tenía ya ni un solo periódico”, recuerda. “Es que era una noticia de gran interés en Costa Rica”, continúa.

Somoza había huido de su país tras el triunfo de la Revolución sandinista en julio de 1979, y fue acogido como exiliado, en Paraguay, por el también dictador Alfredo Stroessner. Vivía lujosament­e en una mansión, hasta que pereció, víctima de un atentado que perpetró un comando del Ejército Guerriller­o del Pueblo, en Asunción.

De frutas a noticias. Hace unos cuatro decenios, antes de dedicarse de lleno a los periódicos, don Julio tenía una venta de frutas en la capital.

Cuenta que el vecino del tramo de al lado era pregonero y él solía preguntarl­e a menudo si era bueno aquel negocio. Un día de tantos se animó a hacerse de unpuesto propio, el cual adquirió en ¢40.000.

“Me empezó a ir tan bien que pronto pude comprar otros campos (para ofrecer La Na

ción) en San José, hasta que llegué a tener diez.

”Luego, la Municipali­dad dijo que una sola persona no podía ser dueña de tantos puestos y debí venderlos, pero me dejé el mejor campo, que es este”, rememora.

Grac“ias a La Nación, pude comprar casa y vehículo, darles estudio a mis dos hijos y una profesión a mi esposa”. Julio Rodríguez Román PREGONERO DE ‘LA NACIÓN’ DESDE HACE 35 AÑOS

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MARVIN CARAVACA

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