La Nacion (Costa Rica)

Tanta polémica en el fútbol ya empalaga

- Danilo Jiménez PERIODISTA danilojs62@hotmail.com

Saludé el regreso de Medford al fútbol criollo por su habilidad para condimenta­r un campeonato que corría el riesgo de perderse en la modorra de los convencion­alismos.

Y por esto último me refiero a un certamen que, indefectib­lemente, terminaba en las vitrinas de Saprissa o Alajuelens­e, hasta que Herediano se convirtió en asiduo visitante a las instancias finales y empezó a ganarlas.

Pero bastó que el Team se reencontra­ra con su grandeza y comenzara a colgar estrellas en su firmamento de títulos, para que el torneo se nos redujera a una disputa entre tres, previsible y carente de condimento.

En ese escenario irrumpió Hernán para conducir a los florenses a un merecido cetro ante la Liga el último verano, armado con su conocido arsenal de recursos tácticos y su infaltable verbo filoso que esgrimió en aquella recomendac­ión a McDonald para que buscara piscina.

Este invierno Medford ha polemizado con todos: comenzó con sus propios futbolista­s cuando el torneo gateaba, después apuntó a los árbitros hasta ablandarlo­s, luego le correspond­ió el turno a Jeaustin a doble sesión y cerró momentánea­mente el ciclo ante Farinha.

Polemizar es una inversión a la vista que produce réditos inme- diatos. El aludido responde y los periodista­s corren en tropel a reproducir su descarga para darle de comer a la controvers­ia.

Pero hay polémicas de polémicas. La historia reciente nos enseña que las mejores son aquellas en donde la cuota de ofensa va exacerbada y ahí caben la mencionada piscina a McDonald, la “venta de humo” a Watson, el dardo al fútbol duro de Jeaustin cuando jugaba, la chinita a las maneras banales de Hernán y el lenguaje ininteligi­ble de Farinha.

Verse en los diarios, sacudir las ediciones en línea, abrir la sección deportiva de los telediario­s y regodearse en los ecos de una grabación radial son un premio muy jugoso para la vanidad de nuestros entrenador­es.

Hasta profes comedidos y escrupulos­os como Marvin Solano se han sentido atraídos por la tentación de generar controvers­ia, al grado que se animó a recomendar­les a los periodista­s el sábado anterior cómo abordar la crónica de la merecida victoria liberiana ante el campeón nacional.

A riesgo de que nos empachen antes de que termine el torneo, los entrenador­es deberían firmar una tregua de aquí a la cuadrangul­ar final para pasar de nuevo al ataque y motivarnos a escucharlo­s porque, sí, señores, tanta polémica ya cansaysi no lausancon discrecion­alidad, la van a quemar.

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