La Nacion (Costa Rica)

HORIZONTES

- Jaime Daremblum jaimedar@gmail.com

El panorama libanés ha permanecid­o mucho tiempo en el tintero de quienes analizan y comentan lo que sucede en Levante. Y no es para menos. El mapa político de ese pequeño país es un acertijo que cambia con frecuencia y sus confines se mantienen en ebullición generando acontecimi­entos fuera de lo común para los correspons­ales. Por ejemplo, Mosul está caldeado y las batallas por purgar de ese enclave iraquí al Ejército Islámico dominan los titulares de la prensa internacio­nal.

Distante de ahí, en Beirut, la capital libanesa, también hay dramáticos acontecimi­entos, testimonio­s ojalá de los senderos ignotos que algunas veces conducen a la paz. Una evocación del pasado trae a la memoria que, en algún momento, Beirut fue conocida como el París del Medio Oriente. Su delicada atmósfera respiraba cultura y la influencia modernizan­te de inmigrante­s del continente derivó en el uso del francés como lengua común. Aires de violencia y guerra tomaron fuerza en el Líbano ahí por los años 70, generando una paulatina fragmentac­ión del país. Bajo este alero, cada parcela devino en uno o más enclaves. Los cristianos decantaron en católicos, protestant­es y ortodoxos; los musulmanes en sunis y chiitas; en tanto los drusos prefiriero­n quedarse solos en su vergel. Igual semilla generó el canon de que el presidente del Líbano sería cristiano maronita, el primer ministro un musulmán sunita y el presidente del Parlamento un musulmán chiita. Paz y concordia.

En teoría, aquello lució muy claro y democrátic­o, mas en la práctica lo sucedido es que ahora el sur es propiedad entera de Hizbolá (musulmanes radicales) en donde tiene emplazados 130.000 cohetes y misiles enfocados contra Israel y a veces contra el Parlamento libanés. Lo nuevo es que tras 45 rondas de balotaje desde las elecciones del 2014, el Parlamento ha escogido al general maronita Michel Aoun comopresid­ente, patrocinad­o por Hizbolá y, tras cortinas, Irán. Su contendien­te fue el maronita Solimán Franjee, favorecido por Arabia Saudita. El desenlace subraya la hegemonía persa en Líbano que, de paso, le dará a Irán acceso directo al Mediterrán­eo.

El ajedrez del Medio Oriente promete complicars­e más con la presidenci­a de Aoun. Aunque Washington aplaudió la designació­n del nuevo mandatario libanés, quizás perdió de vista el incremento en las operacione­s subversiva­s iraníes en Levante y más allá que actualment­e tienen lugar. De esta forma, lo acaecido fue un gol de Irán.

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