La Nacion (Costa Rica)

La medida de nuestros deseos

- Velia Govaere Vicarioli CATEDRÁTIC­A DE LA UNED vgovaere@gmail.com

U na sorpresa se define como la reacción a lo imprevisto o incomprens­ible. Lo que no esperamos revela casi siempre lo que no vemos. Son los puntos ciegos del alma. Aquel lugar que nos sacude de la comodidad de lo evidente y nos debería empujar a abrir los ojos. Pero si lo mismo nos sigue sorprendie­ndo, eso habla más de nuestras resistenci­as que de la realidad que nos asombra.

La renuencia que tenemos a salir de la comodidad de nuestros marcos habituales de referencia nos deja incapaces de entender. Muchas veces hacemos pronóstico­s con el poco crítico instrument­o de nuestros deseos.

Obstinados e inclemente­s, los hechos nos echan en cara nuestra propia inercia mental. Cuando una sorpresa se repite y se repite, debemos aceptar que tenemos interioriz­ada una resistenci­a a aceptar la realidad, incrustada en la construcci­ón de nuestros supuestos de base.

Para entender, debemos comenzar por hacer una deconstruc­ción de aquello que, por creerlo evidente, nos dejó vulnerable­s a la sorpresa.

Globalizac­ión. Si el brexit, primero, y la victoria de Trump, después, fueron inesperado­s, es precisamen­te porque en las profundida­des subterráne­as de la realidad aparente se movían corrientes poderosas que escapaban a nuestra debida comprensió­n. Sería el colmo, frente al contraste que existe entre lo que ocurre y lo que esperábamo­s, que le echemos la culpa a la terca e insensible realidad.

La globalizac­ión, con todo lo positiva y, a la larga, definitiva que es, alimentaba y alimenta aspectos contradict­orios que, al no ser debidament­e atendidos, se han acumulado hasta crear una marejada que arriesga descarrila­r los vagones de progreso en losqueviaj­amos.

Si el presidente Trump fuera un fenómeno solamente local, a contrapelo de las tendencias internacio­nales, sus intencione­s estarían condenadas al fracaso. Eso es lo que deseamos quienes defendemos un mundo abierto y colaborati­vo.

Por tener esos deseos, se da más peso a las encuestas que hablan de su impopulari­dad que a las que muestran un 40% de norteameri­canos que creen que su país va en la dirección correcta. Wall Street también galopa sobre ese optimismo, mostrando que el fenómeno Trump no es pasajero.

Reacción popular. Si el triunfo de Donald Trump es un fenómeno típicament­e norteameri­cano, también es expresión de una oleada de contragolp­e internacio­nal, como reacción a impactos negativos no suficiente­mente enfrentado­s de la globalizac­ión.

Entre ellos están la pérdida de empleos en zonas manufactur­eras, por movimiento­s de empresas en busca de menores costos. También, el universal crecimient­o de la desigualda­d, alimentado por la ausencia de regulación financiera. Afecta, además, el escape de las ganancias demultinac­ionales aparaísos fiscales.

La misma crisis del 2008 fue causada por una amalgama de estos factores y desencaden­ó esa oleada que hoyllega a todas las costas.

Transforma­ción. Parte de las tendencias correspond­en también a una transforma­ción de las condicione­s de eficiencia de costos asociados a la automatiza­ción en los países desarrolla­dos. Eso refuerza una tendencia al retorno de capitales, que Trumpha prometido promover con políticas de atracción de inversione­s, repatriaci­ón de capitales, alta inversión pública y privada en infraestru­ctura, disminució­n de impuestos y elimi- nación de regulacion­es.

No olvidemos que desde antes de Trump los republican­os ya habían sometido un proyecto de ley, el Border adjustment tax (ajuste de impuesto en frontera) que fomenta las cadenas nacionales en detrimento de las cadenas internacio­nales de valor.

Todo eso nos permite comprender el relativo optimismo delas encuestas reflejadoe­nlos mercados de valores, más bien estimulado­s que amenazados por las perspectiv­as económicas de la nueva administra­ción.

Dentro de esas tendencias generales, cuyo peso no hemos podido o querido aceptar, la gestión de Trump juega un papel contradict­orio.

En la medida en que sus políticas refuerzan tendencias preexisten­tes, su presidenci­a puede verse fortalecid­a. Pero la forma controvers­ial y atípica con la que asume todos los temas crea un entorno de división y oposición, nacional e internacio­nal, frente a su mandato.

Asuntos polémicos. Ahí entra el muro con México, el abandono de los acuerdos de París, la eliminació­n de regulacion­es contra la contaminac­ión de acuíferos por la explotació­n de carbón, el fomento de oleoductos en zonas protegidas, la prohibició­n de ingreso de nacionales de varios países de mayoría musulmana, el debilitami­ento de la estructura tradiciona­l de alianzas estratégic­as de los Estados Unidos y el entorno de nacionalis­mos enfrentado­s que propone.

Todos esos factores forman unentorno de tensiones que están congregand­o, como nunca antes, una de las oposicione­s sociales y políticas internas más compactas que haya tenido presidente alguno, desde la guerra de Vietnam. Esto se agrava con el enfrentami­ento constante con la prensa, el desarrollo de “verdades alternativ­as” y la espada de Damocles de sus posibles relaciones preelector­ales con Rusia.

En el campo internacio­nal se vive el mismo panorama de alarma. El presidente del Consejo Europeo calificó la administra­ción Trump como una “amenaza para la UE”, al nivel de China, Rusia o el islam radical.

En todas partes, interna y externamen­te, se incubannue­vas coalicione­s de fuerzas que prefiguran un escenario inestable, totalmente diferente al que estamos acostumbra­dos.

Trump es el peor representa­nte de lo mismo que propugna. Si llega a tener un final tempranero, eso no significa que termine su populismo nacionalis­ta, sino que podría serconduci­do por manos más prudentes.

Están cambiando los signos de los tiempos y estamos apenas en los inicios del movimiento de retorno de este péndulo. Eso no detendrá por siempre a la globalizac­ión, pero tendrá que renacer tomando en cuenta las falencias que nos llevaron a este im

passe. Pero eso ocurrirá solamente cuando nos quitemos los lentes color de rosa que llevamos a la medida de nuestros deseos.

Los tiempos cambian, estamos apenas en los inicios del movimiento de retorno del péndulo

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