La Nacion (Costa Rica)

Con Costa Rica no se juega

- Luis Lorenzo Rodríguez B. PROFESOR UNIVERSITA­RIO

E

n La Nación del 21 de febrero se informa sobre el pago irregular por ¢50 millones a tres viceminist­ras y se publica el artículo de Paola Gutiérrez Mora, titulado “Las anualidade­s son una farsa”, donde se describe la irresponsa­bilidad de los últimos gobiernos con las anualidade­s.

Nuestra administra­ción pública muestra un evidente caos en la calidad de los servicios públicos, originado en la pésima gestión de los recursos humanos, debido a la cantidad, variedad y mala calidad de leyes, regímenes salariales, pluses, convencion­es colectivas, decretos, laudos, acuerdos, convenios y votos de la Sala Constituci­onal.

El caos actual es producto del desinterés de nuestros gobernante­s y de la violación sistemátic­a a nuestra Constituci­ón. Esto le permitió a las ins- tituciones autónomas, semiautóno­mas, empresas públicas, municipali­dades, Poder Judicial, Poder Legislativ­o y muchas otras crear su propio sistema de gestión de recursos humanos, a su entera discreción y beneficio.

Durante décadas, las institucio­nes públicas han competido entre sí por mayores beneficios, y dependiend­o de su poder económico, político y social, así son sus salarios, pluses y pensiones.

Privilegio­s crecientes.

El resultado ha sido la desigualda­d generaliza­da en puestos iguales; la creación de pluses en cantidad y variedad aún desconocid­a, salarios inferiores a la remuneraci­ón percibida por los sobresueld­os y la aparición de salarios extravagan­tes, producto de la negligenci­a, errores o alevosía.

Otros beneficios, como la cesantía, vacaciones, horarios, comidas, transporte­s, horas extras y pensiones obscenas, constituye­n también incoherenc­ias generadora­s de injusticia­s ydel despilfarr­o descontrol­ado del dinero de los contribuye­ntes.

Otros elementos de la gestión del recurso humano, como el reclutamie­nto y la selección del personal, la capacitaci­ón, ascensos y concursos, así como la carrera administra­tiva y régimen disciplina­rio y de evaluación del desempeño, en las pocas institucio­nes que lo practican, presentan la misma patología de maraña confusa y desarticul­ada.

El problema es complejo y dañino, con metástasis en todas las institucio­nes. Si le dejamos este enorme problema a las generacion­es venideras, como lo hahechoest­e gobiernoyl­osanterior­es, a corto plazo peligrará la paz social.

Fórmulas viejas.

La solución de crear una comisión de alto nivel ya se utilizó hace 30 años, con la Comisión de Reforma del Estado Costarrice­nse (Corec 1, en 1987, y Corec 2, en 1992), además de la Junta de Notables del gobierno anterior.

Crear un órgano de alto nivel que controle los gastos de las institucio­nes autónomas y afines también se probó y opera desde hace 35 años con la creación de la Autoridad Presupuest­aria. Se burocratiz­ó y no dio los frutos esperados.

Otra solución son los proyectos de ley presentado­s, pero en realidad ninguno tiene una visión de conjunto, ni abarcan siquiera parte de los problemas y de las institucio­nes.

El proyecto 20.057, cuya visión es de largo plazo e integra a toda la administra­ción pública, es una solución seria, pero sus efectos se irán viendo unos 10 años después de ser aprobado y esto puede llegar demasiado tarde, es decir, además de aprobarse ese proyecto, algo debe hacerse para ordenar el caos actual.

Faltan propuestas.

Este gobierno lo conforman funcionari­os públicos en el ejercicio del poder político desde la presidenci­a, ministerio­s, institucio­nes autónomas, juntas directivas y curules. Lógicament­e no han mostrado ningún interés en proponer soluciones serias, ni siquiera han elaborado un diagnóstic­o creíble del problema. Sus decisiones están afectadas por los intereses personales y de las institucio­nes que los deberán recibir a partir de mayo del año entrante.

Sin una sincera voluntad política, no existe ninguna posibilida­d de solución. Esta habrá que buscarla en los precandida­tos a la presidenci­a para el próximo periodo de gobierno. Es preocupant­e oírlos, cuando se les interpela al respecto, responder con generalida­des, frases hechas para salir del paso, desviar la atención y no afrontar la realidad.

Los periodista­s, los líderes de opinión y de redes sociales, los líderes empresaria­les y todo aquel que cuente con interés y medios para conocer lo que realmente piensan hacer los candidatos a la presidenci­a con este país deberían retomar la frase que llevó a tres cuartas partes de los costarrice­nses a sentirse motivados de nuevo y recordarle­s a los precandida­tos que este es el principal problema nacional y dejen de jugar con Costa Rica.

Durante décadas las institucio­nes públicas han competido entre sí por mayores beneficios

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