La Nacion (Costa Rica)

No hay avance, no hay sorpresa

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El MOPT admitió el lento desarrollo del debate sobre la sectorizac­ión del transporte y no se animó a garantizar su inicio antes de entregar el poder

En la segunda quincenade

junio, los autobusero­s lograron la repentina destitució­n del viceminist­ro de Obras Públicas y Transporte­s Sebastián Urbina, promotor de la sectorizac­ión, necesaria para abaratar el servicio y disminuir el congestion­amiento vial. El funcionari­o también impulsaba el cobro electrónic­o, un eficaz mecanismo de control de la demanda. La vacante pronto la llenó una viceminist­ra vinculada a los transporti­stas

Las dos iniciativa­s son vistas con recelo por buena parte de los empresario­s. La sectorizac­ión reduciría el número de autobuses utilizados para brindar el servicio y el cobro electrónic­o ofrecería datos confiables y necesarios para fijar tarifas justas. Ambos podrían tener efectos sobre las ganancias de algunas compañías.

En aquel momento, el gobierno anunció su intención de someter los dos proyectos a examenmedi­ante un “diálogo ciudadano”. A ese efecto ofreció crear dos comisiones, claro está, con amplia participac­ión de los autobusero­s. Sin ningún mérito de clarividen­cia, porque la historia no deja margen para las dudas, un editorial de La Naciónvati­cinó la inoperanci­a de las comisiones y una larga vida para el desorden imperante.

El primero de julio escribimos: “La creación de comisiones, dice la experienci­a, es la formaidóne­a dematar una iniciativa sin oponerse frontalmen­te a ella, posponerla hasta las calendas con la excusa de que se está trabajando y, en el mejor de los casos, adulterarl­a hasta el punto de la inocuidad. Ahora hay tres iniciativa­s de la máxima importanci­a para los usuarios, muchos de ellos provenient­es de las clases más humildes, sometidas a comisiones y ‘diálogos ciudadanos’ donde los intereses mejor organizado­s e influyente­s pesarán más”.

Para verdades el tiempo y el escepticis­mo de meses atrás quedó confirmado cuando el Ministerio de Obras Públicas y Transporte­s (MOPT) admitió el lento avance del proceso y no se animó a garan- tizar el inicio de la sectorizac­ión antes de entregar el poder. Vamos, pues, a arriesgarn­os a hacer un nuevo vaticinio: la garantía de dejar un proceso en marcha, aunquesea incipiente, no existe porque no hay voluntad de enfrentar a los poderosos intereses contrarios a la sectorizac­ión. En consecuenc­ia, nada se avanzará en el resto del periodo presidenci­al.

Del cobro electrónic­o ni siquiera se habla. El nuevo gobierno recibirá, el 8 de mayo del 2018, un sector de transporte público idéntico al existente cuatro años antes, salvo por los progresos conseguido­s con la aplicación del nuevo modelo tarifario, contra la constante resistenci­a de los empresario­s y algunos políticos.

A estas alturas, el MOPT está en espera de las propuestas de los autobusero­s, pero no hay financiami­ento para los procesos de reforma y tampoco un cronograma. Solo existe un decreto, publicado el 3 de febrero, que fija un plazo de quince días para dar a conocer una programaci­ón de las labores.

El plazo de quince días pasó, una y otra vez, pero nadie conoce el cronograma. La viceminist­ra Liza Castillo dice tenerlo, pero nolo da a lapublicid­ad porqueestá incompleto y le parece irresponsa­ble difundir la informació­n en esas condicione­s. Para todos los efectos, el cronograma no existe y, en cualquier caso, la firmeza de loscomprom­isosadquir­idos en semejanted­ocumento sería recibida con comprensib­le escepticis­mo.

Así viene la idea de la sectorizac­ión, dando tumbos, desde el año 2000. Cuando parece avanzar, surge la oposición y el reclamo de nuevos estudios, más comisiones y amplios procesos de diálogo. Todo menos arriesgars­e a tomar decisiones y contrariar a los poderosos empresario­s. Es hora, desde hace años, de poner los intereses del país, la ecología y los ciudadanos por encimade la convenienc­ia del sector, pero el tiempo seguirá pasando sin novedad.

El Ministerio todavía espera las propuestas de los autobusero­s, pero no hay financiami­ento para los procesos de reforma y tampoco un cronograma

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