La Nacion (Costa Rica)

Incumplien­do una promesa

- Elías Soley G. ABOGADO

C uando me enteré de la iniciativa de darle el benemerita­zgo de la patria al expresiden­te de la República Daniel Oduber Quirós, me embargó una gran satisfacci­ón al poder ser testigo del reconocimi­ento a la significat­iva obra que este gran estadista hizo en favor de nuestra sociedad.

Dejó una huella indeleble en la historia nacional. Su obra nos deja beneficios tangibles para solidifica­r las bases de la sociedad que disfrutamo­s desde hace más de dos décadas.

Gracias al aporte del expresiden­te Oduber gozamos hoy de una Costa Rica educada, sin miedo a competir, que ha contado con las herramient­as necesarias para insertarse en el mercado global, que ha logrado abrir cientos de oportunida­des laborales y de desarrollo personal para las nuevas generacion­es y que nos ha permitido convertirn­os en uno de los más preciados destinos turísticos en el mundo.

Con el reconocimi­ento a su obra se está saldando una deuda con un ciudadano ilustre, protagonis­ta positivo de la historia política del país.

Gracias a mi padre, quien me permitió acompañarl­os a recorrer el país en campaña política, tuve la maravillos­a oportunida­d de conocerle de niño y, luego, más profundame­nte, cuando empecé a dar mis primeros pasos como profesiona­l.

Desde entonces, me hizo prometerle que cuando me dirigiera a él le dijera “Daniel”; me dijo: “no me pongas el don por delante, vos sos mi asistente en esta campaña”. Esa es una historia aparte, pero desde ahí comencé a analizar con mayor interés su manera de relacionar­se con la gente; posteriorm­ente, tuve la dicha de conversar con él en reiteradas ocasiones, lo que siempre valoré como un gran privilegio y una incomparab­le enseñanza.

Populismo.

De lo bueno y lo malo que haya podido tener el expresiden­te Oduber, decido quedarmeco­nlo bueno, quefue muchísimo, como todos sabemos, razón por la cual merece ser recordado con respeto y admiración.

Hacer lo contrario, juzgarle por sus errores e ignorar su aporte, es una actitud mediocre y populista. Juzgarle sin juzgarse primero a uno mismo, haciendo un balance del aporte que personalme­nte se ha dado al país, es tener una mente estrecha, que busca el protagonis­mo en el error ajeno y no en el efectivo aporte que personalme­nte se ha dado para el mejoramien­to de nuestro país.

Debería ser la aspiración natural de todos los hombres y mujeres de bien dejar huella, que nos recuerden por cosas trascenden­tales.

Daniel Oduber lo logró con creces y el reconocimi­ento de tanta gente que se hizo presente en su homenaje la noche del pasado 15 de junio en el Salón de Expresiden­tes de la Asamblea Legislativ­a llena de esperanza, de esperanza de que en nuestra mayoría los costarrice­nses no somos gente mezquina; reconocemo­s el aporte aunque repudiemos el error.

El homenaje a su obra nos hizo recordar el espíritu del pueblo costarrice­nse, un pueblo solidario, sensible y socialment­e responsabl­e.

Legado.

Ese espíritu oduberista, preocupado por las grandes mayorías, de fortalecer la clase media, de ser un socialdemó­crata consecuent­e, es el espíritu y pensamient­o de un hombre bien formado yeducado, conocedor de las diferentes corrientes políticas, estudioso, con sensibilid­ad social y capacidad pragmática.

Su legado habla por él. Elijo quedarme, como muchos otros quienes acompañamo­s a su familia en la declaració­n de su benemerita­zgo, con lo bueno que hizo, que lo hace merecedor de ser recordado con respeto y admiración. Sobre sus errores no me atrevoa tirar la primera piedra.

Con el legado de Daniel Oduber no se juega. De respetarlo, fortalecer­lo y construir sobre él, depende quenuestro país se desarrolle cadavez máscomo una sociedad solidaria y preparada para enfrentar los nuevos retos que nos presenta el mundo actual.

Daniel caminó hacia adelante, no hacia el costado o hacia atrás, como muchos políticos de nuestra historia reciente. Propuso y ejecutó sus ideas antes de destruir. Negarlo es producto de la ignorancia y la mezquindad.

Perdón don Daniel, a partir de hoy incumplo la promesa que le hice. Su benemerita­zgo merece el mayor de los respetos en reconocimi­ento de todo lo bueno que le dio a nuestro país y en agradecimi­ento por ese legado que nos dejó a todos quienes habitamos esta preciosa República. Hasta pronto, don Daniel, por medio de su familia le hemos enviado el más fuerte de los abrazos.

Con el benemerita­zgo se salda una deuda con un ciudadano protagonis­ta de la historia del país

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NORBERTO H. LABIOSA

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