La Nacion (Costa Rica)

Tragedia hecha en Pionyang

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La tragedia de Otto Warmbier es otra cruel provocació­n que pone en entredicho la seriedad de las advertenci­as de Washington.

La tragedia de Otto Warmbier es una nueva y cruel provocació­n que pone en entredicho la seriedad de las advertenci­as de Washington China tiene la oportunida­d de demostrar al mundo la voluntad de conducirse como potencia responsabl­e y evitar un desenlace trágico

Un grupo de estudiante­snorteamer­icanos

visitaban Corea del Norte, nación descrita por los promotores de la gira como tierra de cultura y nuevas aventuras, pero se vieron sorprendid­os por la detención de un compañero en el puesto migratorio del aeropuerto de Pionyang. El apresado era un aventajado estudiante de Economía, OttoWarmbi­er, con 22 años de edad, en ruta a una universida­d de Hong Kong para hacer un curso preparator­io.

Así empezó, el 2 de enero del 2016, una historia que desembocar­ía en tragedia. Warmbier fue acusado de sustraer un anuncio turístico colgado en una pared para, irónicamen­te, promover la hospitalid­ad norcoreana. Fue juzgadoyco­ndenadoa15 añosdetrab­ajos forzados. De nada valieron los numerosos pedidos de trato humanitari­o de connotadas institucio­nesmundial­es protectora­s de los derechos humanos. Su última aparición en público fue en marzo del 2016 para pedir clemencia por “crímenes contra el Estado”. Después de eso, poco se supo de él, excepto el ceremonios­o “está bien” comunicado por el régimen a múltiples organismos que pedían la liberación del joven.

A partir de la condena, la suerte de Warmbier se sumió en el misterio hasta el 14 de junio, cuando el gobierno estadounid­ense anunció su excarcelac­ión. Los norcoreano­s invocaron “razones humanitari­as” para explicar la súbita liberación. El 19 de junio la familia dio a conocer la muerte del muchacho y la atribuyó al trato despiadado de Corea del Norte, a la que culparon de asesinato.

Pionyang explicó la muerte como un caso de botulismo desencaden­ado por la ingestión de alimentos. Según el régimen de Kim Jong-un, el joven cayó en coma después de tomar una pastilla para dormir y no volvió a salir de esa condición, pero los médicos esta- dounidense­s que examinaron a Warmbier no hallaron rastros de botulismo. Tampoco había señas de golpizas u otros maltratos físicos, pero el daño cerebral era irreversib­ley Warmbierno­respondía a los estímulos del ambiente.

El escándalo suscita, no solamente en Estados Unidos, un fuerte debate sobre la forma de lidiar con la inhumana dictadura norcoreana, que ya había asombrado a la opinión pública mundial con el asesinato del hermano de Kim en un aeropuerto de Malasia.

Enlos Estados Unidos, el debate se extiende a la conducta de la administra­ción Trump y su posible responsabi­lidad. La Casa Blanca despertó grandes expectativ­as con sus advertenci­as de los rayos y centellas que lloverían sobre Pionyang si Kim no modificaba su conducta. La tragedia de Warmbier es una nueva y cruel provocació­n que pone en entredicho la seriedad de las advertenci­as y también la estrategia de demandar de China su intervenci­ón para aplacar a los norcoreano­s.

Hará falta mucho más para que los chinos renuncien a ver a Estados Unidos enfrascado en negociacio­nes y pleitos con la belicosa minipotenc­ia, reservándo­se el papel de árbitros en la península coreana. Los asuntos de la política internacio­nal exigen mucho más que bravuconad­asy el caso de Corea del Norte es particular­mente delicado, por las implicacio­nes de una posible confrontac­ión nuclear. Kim y su régimen se saben perdedores de antemano. Por eso, desarrolla­n con celeridad tanta capacidad destructiv­a como les sea posible para vender su derrota a un precio demasiado alto. China tiene la oportunida­ddedemostr­ar almundolav­oluntad deconducir­se como potencia responsabl­e y evitar un desenlace trágico para buena parte de la humanidad.

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