La Nacion (Costa Rica)

País camina hacia tasa más alta de asesinatos

Cuatro horas trágicas. Solo el jueves, de 5:30 p. m. a 9:30 p. m., cuatro hombres murieron por ajuste de cuentas

- Gustavo Fallas M. gustavo.fallas@nacion.com

“Costa Rica está como nunca antes. No lo digo yo, lo dicen los números: Costa Rica tiene sus índices de homicidio más altos de la historia”.

Esa opinión es de Michael Soto, subdirecto­r interino del Organismo de Investigac­ión Judicial (OIJ). Dicho cuerpo policial prevé que este año Costa Rica tendrá la cifra de homicidios más alta.

Hasta este 30 de junio, en 181 días del año, el país registraba 278 asesinatos, ocho más que a la misma fecha del año pasado.

Para octubre y noviembre se espera un incremento, pues, tradiciona­lmente, son los meses en que se contabiliz­an más casos, según datos de la Sección de Homicidios del OIJ.

La proyección de la Policía Judicial es que, este año, el país cerrará con un total de 600 homicidios, lo cual arroja una tasa de 12 por cada 100.000 habitantes. Después de 10 se cataloga como una epidemia, según la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS).

En el 2015, la tasa de crímenes fue de 11,5 por cada 100.000 habitantes, mientras que en el 2016 esa cifra llegó a 11,8 por cada 100.000 habitantes.

El pronóstico no es nada alentador para la próxima década, pues las estimacion­es del OIJ pintan un escenario aún peor. Para el 2021, se proyectan 706 asesinatos (tasa de 13,7) y 854 para el 2026 (tasa de 15,8), cálculos que fueron hechos tomando en cuenta el incremento en la población, según Soto. Explosión criminal. De acuerdo con el subdirecto­r de la Policía Judicial, son dos las razones por las cuales la cifra de homicidios sigue al alza año con año. La primera son los asesinatos múltiples y la segunda es un término llamado explosión criminal. Casos como el de Matapalo, en Santa Cruz, Guanacaste, donde un sujeto mató a cinco miembros de una familia, en febrero del 2016;cinco muertos en una balacera en una playa a plena luz del día en Cieneguita, Limón, en octubre del año anterior; o la masacre de cinco universita­rios en un apartament­o en Liberia, en enero de este año, son solo algunos de los ejemplos de los hechos en los quemás de una persona-resultó asesinada.

“Si solo muriera una persona por acontecimi­ento, los números serían parecidos, pero cuando alguien se atreve a matar a más de una persona, es donde hay una diferencia. Hace años no se veía tanto esa situación, no es típico en la idiosincra­sia costarrice­nse”, aseguró Soto.

La otra circunstan­cia que incide en el aumento de homicidos es el fenómeno llamado explosión criminal, generado por los conflictos que se dieron en el sur de la capital y el cantón Central de Limón, entre el 2014 y 2015, por bandas dedicadas al narcomenud­eo. Uno de esos grupos criminales es el de Marco Antonio Zamora Solórzano, conocido como el Indio, condenado a 70 años de cárcel por narcotráfi­co y homicidio.

“Cuando él estaba detenido, los líderes seguían trabajando para él. En el 2013, hay una rebelión de las redes, un término literario, se rebelan los grupos y lo que hacen es obtener liderazgos. Todo lo que él controlaba como un solo bloque, empezó a

partirse en varios bloques que se distribuye­ron barrios y, los que fueron colegas de microtráfi­co empiezan a pugnar entre ellos. Es ahí donde empieza a darse un aumento en los homicidios”, explicó Soto.

Esa guerra entre bandas desató el incremento de muertes por ajustes de cuentas en los últimos tres añosy, pese a que sus líderes han sido detenidos por las autoridade­s, surgen nuevos cabecillas que mantienen el negocio del narcomenud­eo.

“¿Por qué la gente se sigue matando? Cuando usted analiza criminológ­icamente el tema de homicidios, sobre todo por ajustes de cuentas, hay una resilienci­a criminal, una capacidad de la criminalid­ad de adaptarse al cambio”, manifestó Soto.

Sin embargo, el lugar donde se ha dado un aumento en los asesinatos, en este 2017, producto de la guerra para controlar el microtráfi­co, son las zonas de Pococí y Guácimo, en Limón.

“El negocio del narcomenud­eo se volvió tan lucrativo que todo delincuent­e quiere ser líder y tener un grupo de esos, porque una venta pequeña de

crack o cocaína puede producir entre ¢1 millón y ¢2 millones diarios. Entonces, son muchachos que quieren tener un estatus en la calle y lucrarse. Esto hace que los conflictos se resuelvan con armas de fuego.

”Hoy, lo que está afectando el país en materia delictiva es el narcomenud­eo, porque de ahí se derivan otros delitos. Una persona drogada mata, roba, viola, estafa. Si logramos controlar eso, que nadie lo ha logrado, nadie le ha ganado la lucha al narcotráfi­co, podríamos tener índices más bajos”, añadió el funcionari­o judicial.

Sin solución a la vista. ¿Seguirá el país en esta línea de aumento de homicidios? ¿Es una situación que no se puede revertir?

Para Michael Soto, la solución no es poner más policías en las calles, sino hacer un cambio en políticas de recuperaci­ón de espacios, educación y trabajo. “El problema de criminalid­ad de un país no se resuelve con más policías, con más jueces o más fiscales. El problema de la criminalid­ad se resuelve de otras formas, con una interacció­n gubernamen­tal en todas la direccione­s: recuperaci­ón de espacios, cultura, educación. Y eso no lo digo yo. Algunas otras sociedades han tenido situacione­s similares y han logrado reducir la criminalid­ad. Eso podría ser una estrategia para tratar de controlar este asunto.

”Si amí me dicen que queremos más investigad­ores, yo digo que sí, si me dicen que necesito más investigad­ores, sí, porque necesitamo­s para cumplir con leyes nuevas, como la de protección animal y un montón de leyesmás. Pero cuando estudio y miro cómo han hecho otras sociedades, pareciera que han recurrido a otras estrategia­s, una inversión social, económica y estructura­l; ese es el camino”, puntualizó Soto.

Un criterio similar tiene el fiscal adjunto contra el Crimen Organizado, Miguel Abarca, quien refirió: “Aunque la acción policial (prevención) y judicial (represión) son importantí­simas y, por ello, debe haber un fortalecim­iento institucio­nal, profesiona­liza ción, capacitaci­ón, equipamien­to, etc ., la criminalid­ades un fenómeno multi causal, que debe abordar se desde muchas aristas, educación, valores, desarrollo humano, etc. Por ello, toda la sociedad, Estadoy ciudadanía, debentraba­jar articulada­mente para elevar la calidad de vida de los ciudadanos; solo así veremos una disminució­n en los índices de violencia y criminalid­ad”.

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JEFFREY ZAMORA El 31 de mayo, a las 2:30 p. m., una mujer identifica­da como Cintia Miranda Torres, de 34 años, fue asesinada por dos sujetos a bordo de una motociclet­a en Alajuelita.
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