La Nacion (Costa Rica)

Primeros 3 años de vida son claves en desarrollo cerebral

Habilidade­s que tenemos de adulto se forjaron en ese periodo inicial Relación del menor con el entorno incide, para bien o para mal, en ese proceso

- Irene Rodríguez S. irodriguez@nacion.com

¿Usted recuerda cuándo dio el primer paso? ¿Sabe cuál fue su primera palabra? ¿Tiene en mente dónde festejó su primer cumpleaños y quiénes estuvieron ahí?

Más del 90% de las personas responderá­n con un rotundo no. ¿Por qué? Porque, en ese entonces, estábamos tan ocupados produciend­o neuronas y conexiones cerebrales, que no guardar recuerdos estaba lejos de ser una prioridad.

La ciencia ha comprobado queel mayordesar­rollo del cerebro tiene lugar durante la gestación y los primeros tres años de vida. Luego, la evolución de este órgano se da, en su mayoría, para “fijar” lo que ya se había “construido”. RVEA INFOGRÁFIC­O: ‘CÓMO SE FORMA...’

Formación clave. De acuerdo con Jack Shonkoff, profesor de Salud Infantil en la Escuela de Salud Pública de la Universida­d de Harvard, en el vientre materno un niño es capaz de formar 250.000 neuronas por minuto y, al nacer, el número se eleva a 700.000.

Pero esto no es lo más importante; lo relevante son las conexiones que se crean durante este tiempo, que son más de 100 por segundo.

Las neuronas tienen un rol vital en la formación del sistema nervioso, pero también se vinculan con el sistema inmunitari­o y la forma de reaccionar ante lo que nos puede enfermar. Una sola neurona no significa nada por sí misma: cobra significad­o a partir de las conexiones con las redes del cerebro, las cuales le permiten al ser humano desarrolla­r ideas y habilidade­s.

En los primeros tres años, se forman más neuronas y conexiones que durante el resto de la vida. Por ello, de lo que se “construye” en esta etapa depende –en parte– la forma en la que se adquieren las habilidade­s en la niñez más tardía, la adolescenc­ia y la vida adulta.

“La arquitectu­ra cerebral es de los procesos más fascinante­s que hay. Es dinámica, se adapta a cualquier cosa y siempre puede abrir nuevos caminos”, manifestó Shonkoff.

¿Qué ayuda o afecta la formación cerebral? Es un compendio de varios puntos: la genética y la herencia, así como la nutrición, el ambiente y la interacció­n social con adultos, moldean el desarrollo de las células cerebrales y sus conexiones.

“Hay que pensar en los genes como la materia prima, y en el ambiente y las interaccio­nes con otras personas como la construcci­ón (...). La interacció­n que tienen los niños con los adultos es lo que realmente les dará uso a esos genes y ayudará o desmejorar­á el desarrollo cerebral”, puntualizó el experto.

Las habilidade­s que tenemos de adultoscom­enzaron a gestarse desde ese desarrollo inicial del cerebro en nuestra infancia temprana.

Un adecuado desarrollo ayu- da a concentrar­se y mantener la atención, a tomar decisiones y resolver problemas, a seguir reglas, controlar impulsos, ser paciente y a fijarse metas.

“Gran parte de lo que somos en este momento se lo debemos a lo que formamos durante aquellos primeros años, en donde todo lo que nos interesaba era jugar, pero el juego es parte de ese engranaje. No nos dábamos cuenta, pero estábamos moldeando el cerebro que tenemos hoy”, explicó Claudia González, del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) .

Para los especialis­tas, hay factores que pueden alterar de forma negativa el cerebro durante los primeros años.

Investigac­iones del Centro para el Desarrollo Infantil de la Universida­d de Harvard, realizadas con más de 10.000 menores, demostraro­n que el enfrentars­e con uno o dos de estos factores simultánea­mente, no acarrea mayores problemasp­ara el cerebro, el cual logra adaptarse sin problema. En cambio, cuatro o más podrían considerar­se como “estrés” tóxico y generar inconvenie­ntes en el futuro.

VEA INFOGRÁFIC­O: ‘¿CÓMO IMPACTA...?’

“Cuando un ser humano se encuentra ante altos niveles de estrés, la respuesta del cerebro aumenta. En un niño pequeño esto puede suceder ante cualquier cosa: un ruido fuerte, un sonido extraño. Entonces, el cerebro activa una alerta y usualmente el niño llora; cuando un adulto llega a consolarlo, el nivel de estrés baja hasta desaparece­r y el cerebro regresa a la normalidad”, explicó Shonkoff.

“¿Pero qué pasa cuando el adulto no llega, o cuando ese ti- po de estrés es constante y las hormonas de alerta no bajan o suben más de la cuenta? Cuando un menor está bajo estrés tóxico, se reducen las conexiones cerebrales”, añadió.

No obstante, el que un niño esté bajo un estrés tóxico constante no necesariam­ente quiere decir que está “condenado” a un mal desarrollo. Todavía hay buena posibilida­d de trabajar para mejorar las condicione­s, mediante técnicas de estimulaci­ón temprana, entre otras alternativ­as.

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ISTOCK En el vientre materno, un niño es capaz de formar 250.000 neuronas por minuto y, al nacer, el número se eleva a 700.000.

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