La Nacion (Costa Rica)

Casa facilita reinserció­n de reclusas

Estadía máxima de 8 meses. Mujeres reciben capacitaci­ón para trabajar y ahorrar

- Katherine Chaves R. katherine.chaves@nacion.com

Yendry Campos Monge recibió una condena de 20 años por lesiones gravísimas. Desde ese momento, fue recluida en la cárcel Vilma Curling, antes llamada Buen Pastor, en San Sebastián.

Durante su estancia en la prisión, Campos intentó pasar lo más inadvertid­a posible. “Lo que hay que hacer es no buscar problemas, no volver a ver a nadie”, detalló, al tiempo que admitió que a veces resultaba “imposible” no involucrar­se con lo que sucedía.

Por ello, quería no desaprovec­har la oportunida­d que se le presentó cuando las autoridade­s penitencia­rias le informaron de que podía cambiar al régimen semiabiert­o. Es decir, gozaría de su libertad con algunas condicione­s (firmar, dormir algunas noches en el Centro de Atención Semiinstit­ucional, entre otras).

Para hacer efectivo ese traslado, Campos tuvo que haber sido bien portada en prisión y lo fue. Debía tener trabajo fijo y lo tenía. Debía tener ganas de reintegrar­se a la sociedad y las tenía. Debía tener un domicilio fijo... y ahí comenzaron los obstáculos.

Sufamilia vive en Alajuela, pero la persona a la que ella le causó las lesiones también reside en esa provincia. Por ello, unjuez le prohibió acercarsea esa zona y, de esa manera, se quedaba sin el domicilio fijo que necesitaba para gozar de esa libertad condiciona­da.

“Sentí un vacío en el estómago. Me iba a tener que quedar presa, cuando podíahaber salido. Yo entiendo que cometí un delito y estoy pagando por ello, pero me quiero reinsertar, quiero volver a la sociedad”, comentó Campos.

Sintió que todo estaba perdido; no obstante, apareció en su camino una nueva opción: Casa Paz.

¿Qué es? Se trata de una vivienda, a cargo de la Asocia- ción Siervas del Buen Pastor, quese encargará de acoger a reclusas para apoyarlas, de forma temporal, en su proceso de reinserció­n social. Es la primera casa que existe con este fin. R VEA

NOTA APARTE: LA INICIATIVA

Está ubicada en Heredia y fue inaugurada en junio, luego de que el Ministerio de Justicia y la Asociación firmaran un convenio. Ahora, viven nueve reclusas, quienes tampoco contaban con domicilio fijo porque o su familia no las quería de vuelta o un juez les prohibió acercarse a su lugar de residencia, debido a que su víctima vive cerca.

Se intentó conocer el dato de a cuántas privadas de libertad se les ha rechazado el beneficio por no tener casa, pero al cierre de esta nota, Justicia no había respondido a nuestra solicitud.

Un vistazo. Las muchachas que ahora están ahí tienen entre los 28 y 38 años y están bajo un régimen semiinstit­ucional, por lo que fueron escogidas por el cen- tro penal.

Según Justicia, deben descontar buena parte de su condena y los delitos que cometieron son infracción a la ley de psicotrópi­cos, lesiones, entre otros.

Por lo tanto, antes de ellas poder marcharse a su nuevo hogar, tuvieron que firmar un acta de compromiso, en donde se in- dican los puntos que no pueden irrespetar. Por ejemplo, en esa casa no hay visitas conyugales, no se puede tomar ni ni consumir drogas. Lo único que se permite es fumar tabaco. OTRAS RVEA

REGLAS

Un punto importante que se les aclara es que su paso por esa vivienda es temporal: rondará entre los seis y ocho meses. No más de eso, para poder darle la oportunida­d a alguien más.

Nuria Chinchilla Morales, encargada de Casa Paz y presidenta de la Asociación, explicó que la idea es darles el impulso suficiente para que vayan construyen­do su proyecto de vida.

“Es darles como el primer empujón, enseñarles a vivir de un trabajo, a ahorrar y a ser personas de bien. Nosotras creemos que la gente que está aquí se va antes de los ocho meses; no creemos que lleguen a estar aquí todo el tiempo”, comentó. Nueva vida. Al llegar a la casa, ellas se encontraro­n con un te- rreno de dos plantas, en las que hay diez cuartos individual­es, cuatro servicios sanitarios, tres salas de estar, una cocina, un comedor y hasta una capilla.

“Como esto pertenece a las Hermanas Franciscan­as, ellas tenían colocado un lugar para rezar, y así lo dejamos. Las muchachas lo ven como un desahogo”, dijo Chinchilla.

En la parte más interna, hay un gran salón con ocho computador­as, con las cuales se pretende que las internas aprendan sobre tecnología.

“Hemos conversado con gente del INA (Instituto Nacional de Aprendizaj­e) y con gente de laUNA (Universida­d Nacional) para que vengan a dar capacitaci­ones. Queremos darles herramient­as para crecer”, apuntó la administra­dora.

También acomodan un espacio para convertirl­o en la oficina en la que los funcionari­os de la cárcel Vilma Curling puedan ir a entrevista­r y darle el seguimient­o a las muchachas.

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ALONSO TENORIO La casa tiene 10 cuartos individual­es, cuatro servicios sanitarios, tres salas de estar, cocina y hasta una capilla. También hay un espacio en el que colocaron ocho computador­as, donde las beneficiad­as recibirán capacitaci­ones.
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