Medalla de oro de lo absurdo
Veloces en la crítica, fulminantes en el Facebook, sin pausa ni tregua, los ticos amenazamos con subirnos al podio de lo absurdo, romper récord centroamericano, panamericano y –si algún rival se descuida– hasta olímpico y mundial.
Juan Diego Castro es una tortuga ante lavertiginosa capacidad de muchos para transformar en críticas hasta los triunfos más esperanzadores.
En un minuto con 49 segundos y unas cuantas centésimas –cronometraje del nuevo récord nacional en 800 metros planos, impuesto por Castro en el Mundial Sub-18– más de uno tiene tiempo de sobra para no pensar (lo cual no requiere tiempo), conectarse al negativismo y escribir, a partir del triunfo del muchacho, cuán decepcionantes son Nery Brenes, la Sele, el fútbol nacional o cualquier otro de nuestros trapitos de dominguear.
Quizá en el fondo, muy en el fondo, todos pretenden rendir homenaje a la nueva esperanza del deporte tico. Frases como “este sí esbueno”, “este no afloja al final”, suelen ser el preámbulo a la crítica salida de contexto.
Nery Brenes recibió buena parte de los palos, pero no faltará quien hable de los vagos del fútbol, del que siempre desfallece en la meta o de los turistas olímpicos.
No hacemucho, la primera Champions conquistada por Keylor Navas generó y degeneró el debate hasta que Shirley Cruz salió rascando, cuando muchos intentaron sopesar las finales de la mejor jugadora costarricense con la recién conquistada por el arquero.
Olvidamos, por ejemplo, el primer lugar de Nery en el Mundial bajo techo Turquía 2012 o el oro en los Panamericanos de Guadalajara 2011.
Aun cuando uno crea insuficiente lo conquistado por Brenes, machacar a partir del buen desempeño del jovencito Castro, resulta innecesario y –peor aún– improductivo.
Hay dos formas de poner a alguien en alto: subiéndole el piso al ganador del momento o bajando el de los demás.
Juan Diego Castro no necesita críticas contra terceros, sino apoyo a su joven carrera. Ya le lleva ventaja a Nery Brenes, Sharolyn Scott, Roberto Sawyers y demás atletas olímpicos, ayunos de campeonatos mundiales en su juventud, hasta cierto punto pioneros e inspiradores de muchachos como el hoy juvenil atleta.
Castro ya corrió codo a codo con etíopes y kenianos; mantuvo el paso; no desesperó al verlos sacarle ventaja. Ahora tiene una carrera y mucho por crecer. Costa Rica tan solo debe decidir entre apoyarlo o buscar el oro de lo absurdo.