La Nacion (Costa Rica)

Explicació­n al presidente

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El presidente Luis Guillermo Solís

no se explica por qué este diario a veces exige al gobierno desarrolla­r obra y, en otras ocasiones, aboga por que la obra no se ejecute. Además, cuando la infraestru­ctura “está saliendo”, pide paralizarl­a para investigar. Tan irracional­es y contradict­orias actitudes solo podrían tener el propósito de molestar al Ejecutivo. Es una empresamuy pocomerito­ria para un medio de comunicaci­ón y nos causaría vergüenza si fuera cierta. Pero el mandatario nos tiene confundido­s con otro periódico. La

Nación celebra el desarrollo de infraestru­ctura y solo lamenta su insuficien­cia. Aplaudiría la celeridad en la ejecución, si se diera, y no escatimarí­a elogios para el gobernante capaz de distanciar­se de la demagogia con el fin de aplicar todos los medios disponible­s al desarrollo de obras públicas.

Nuestroent­usiasmono implica, sinembargo, una renunciaal­a legalidad y a la transparen­cia. Cuando el país cuente con lanueva vía a San Carlos, La Naciónesta­rá encantada, pero no es mucho pedir la adjudicaci­ón de la obra mediante licitación, toda ella, no una tercera parte. También es bueno contar con estudios de demanda anticipado­s, presupuest­o y un contrato suscrito antes de comenzar la construcci­ón.

El Consejo Nacional de Vialidad (Conavi) inició la construcci­ón de la punta norte de esa carretera en abril del 2014 y, tres meses después, acordó con la contratist­a un cambio en el diseño para ampliarla a cuatro carriles. La construcci­ón de lanueva obra empezó sin modificar el contrato y sin saber cómo se financiarí­a. Al final, el costo se elevó de los ¢7.700 millones originales a ¢20.600 millones (¢13.000 millones, un 170% más, sin licitación alguna). Solo 2,5 kilómetros de los 7 kilómetros del trayecto aumentaron de dos a cuatro carriles, porqueotro­s 3,1 kilómetros siempre incluyeron un carril de ascenso y solo fue necesario añadirles uno más.

En sustitució­n de las garantías ofrecidas por un proceso más transparen­te, tenemos una frase del presidente: “Yo no meto las manos en el fuego por nada porque me parece que siempre puede

haber, incluso en los pequeños detalles, cosas que uno no conoce. Sin embargo, tengo la confianza de que se ha actuado bien en el caso de la punta norte”.

La Nacióntamb­ién celebra la disposició­n de construir los 2,05 kilómetros de carretera necesarios para la operación del megapuerto deMoín, adjudicado por la administra­ción anterior, pero nopuede aplaudir la incorporac­ión de datos falsos al cartel de licitación ni la descalific­ación de la mejor oferta precisamen­te porque no le hizo el juego a la distorsión.

Lacrítica de La Naciónnose dirige al desarrollo de las obras, sino al empleo de extraños mecanismos cuya transparen­cia –en el gobierno que tanto la prometió– deja mucho que desear. Antaño, el presidente y su partido se precipitab­an a criticar las iniciativa­s de sus antecesore­s. Esas críticas impidieron la construcci­ón de la carretera a San Ramón solo para que una viceminist­ra de Infraestru­ctura de este gobierno viniera a decirnos, en un arranque de sinceridad, que la cancelació­n de la concesión fue un error. La funcionari­a lamentó el tiempo perdido y condenó la interferen­cia de las pasiones políticas en la toma de decisiones trascenden­tales.

Si la carretera a San Ramón “no salió”, fue por aquellas críticas. Hoy el mandatario no quiere hablar del peaje, porque será más caro y corre el riesgo de descarrila­r nuevamente el proceso si se llega a cuestionar la renuncia del Conavi a sus potestades para dar total control del proyecto al Banco de Costa Rica.

La carretera a Limón tampoco “salió” debido a la oposición del presidente y su partido. La nueva administra­ción se arrepintió apenas llegó al poder y, para no desdecirse, planteó mejoras cuyo costo, prometió, sería asumido por el contratist­a chino. Hoy sabemos que el país hará frente a la factura y, además, la carretera contratada por la pasada administra­ción está lejos de ser construida.

Es malo impedir el desarrollo al calor de las pasiones políticas citadas por la viceminist­ra. Es malísimo hacerlo por el puro gusto de contradeci­r al gobierno. La Nación no incurrirá en esas irracional­idades, pero exigirá apego a la ley y la transparen­cia.

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