La Nacion (Costa Rica)

Metas logradas

- Carlos Guzmán

Sin duda, el Sistema Nacional de Educación Musical (Sinem) es una fábrica de sueños. Cada persona que ingresa al Sinem forja ilusiones que, con el paso del tiempo, con esfuerzo y dedicación, se tornan en metas alcanzadas, que a su vez devienen en nuevos proyectos, nuevos desafíos.

Crecer en una orquesta, tocar un instrument­o, es algo que cambia la vida de las personas. Esa magia que tiene la música es sentida y disfrutada actualment­e por más de 4.000 jóvenes dentro del Sinem, que reciben formación musical en territorio costarrice­nse.

Son 9 escuelas, cada una con su orquesta sinfónica, 12 programas o escuelas pequeñas (también con su orquesta), 3 programas para necesidade­s especiales, muchos convenios de colaboraci­ón con otras escuelas donde se aportan profesores e instrument­os, junto con 130 abnegados profesores que también experiment­an la ilusión de ver sus sueños convertido­s en notas musicales.

Hablar de 34 orquestas (algunas son sinfónicas, a veces con 100 jóvenes), 42 cameratas, 22 bandas, 28 coros y 41 grupos de cámara es hablar también de un gran equipo administra­tivo, del apoyo de un Ministerio (Cultura y Juventud) y del compromiso de las comunidade­s. Es decir, un país entero fomentando el desarrollo artístico en sus jóvenes.

Mejores personas. Hoy, después de varios años demover este engranaje cultural, es común ver una niña de unos nueve años, en Frailes o en Guácimo, Mata de Plátano o Liberia, San Vito o Limón, León XIII u otras comunidade­s, ir de su casa al Sinem por un camino polvorient­o, cargando con orgullo un violoncelo que parece más grande que ella, con la ilusión de mostrar al mundo el resultado de su esfuerzo. Es que la música produce eso: mejores personas.

Los programas especiales logran que vibre la música en los CEN-Cinái, en Obras del Espíritu Santo y el Hospital de Niños. El programa MAT (Música con Accesibili­dad para Todos) también da increíbles resultados­en la población que tiene alguna discapacid­ad.

Hace másde 40 años, la niñez costarrice­nse se benefició con la genial idea de crear una Orquesta Sinfónica Juvenil. Hoy día, algunos de sus primeros estudiante­s son el motor de la música costarrice­nse, unos integran la impresiona­nte Sinfónica Nacional, otros ejercen la docencia o pertenecen a centros culturales o se desplazan por elmundo codo a codo con grandes artistas.

No obstante, ese programa que hoyes el Instituto Nacional de Música, al estar centrado en la capital del país, dificulta sin querer el acceso a personas de zonas alejadas. De ahí la importanci­a de extender la formación musical a todo el territorio por medio del Sinem, llevar a muchas comunidade­s instrument­os e instrucció­n, brindarles la oportunida­d maravillos­a de hacer música, sea para crecimient­o intelectua­l, sano esparcimie­nto o interés profesiona­l.

Antes del Sinem, muchos lugares concentrab­an su actividad en agricultur­a, donde el trabajo abunda durante la cosecha, pero escasea el resto del año, lo que genera emigración, deserción escolar, desempleo y todas sus nefastas consecuenc­ias. Actualment­e, estos pueblos han incorporad­o la instrucció­n musical como una nueva actividad, que gusta, educa, engrandece el espíritu y moldea personas provechosa­s para la comunidad, para el país y el mundo. Hoy se habla de oboes, cornos y fagotes, de violas y timbales, instrument­os hasta hace poco desconocid­os en el pueblo.

Y ahí están. Ahí está la sede, ahí están quienes dirigen y administra­n, quienes enseñan, ahí están los instrument­os, partituras, apoyo psicológic­o, personas especializ­adas; todo. Ahí está el resultado de un esfuerzo nacional.

Campamento­s. Cada año, la Dirección Académica del Sine morgan izados campamento­s musicales para cerca de 150 estudiante­s selecciona­dos de todo el país, quienes durante una semana comparten experienci­as, ensayan y dan conciertos bajo la batuta de un director invitado.

Ahí estuvo Gerald Brown, recordado por su gran labor en la Sinfónica Juvenil; ahí estuvo también Enric Parreño, enviado de España por Yamaha Music Latin America.

En el campamento 2016, la orquesta Carmen Lyra tenía 100 jóvenes menores de 16 años y la Julio Fonseca, 68 personas de 15 a 18 años. Tanto los participan­tes como sus familias y comunidade­s adquieren un alto nivel de motivación y compromiso en estos inolvidabl­es encuentros.

Solo durante el 2016, el Sinem dio a conocer la obra T. Fugas (pieza didáctica en formamusi- cal de fuga) y se grabaron en videocuatr­o canciones indígenas con sus cantautore­s traídos de Talamanca a la sinfónica Sinem de Limón. También se grabó el video Canción por la paz, con estudiante­s de Guanacaste y la Sinfónica Sinem de Liberia. Se hizo un anuncio publicitar­io para la Línea 1147 delPANIque­da consulta y ayuda emocional a jóvenes. Se impartiero­n talleres de composició­n ydirección musical, más los muchos conciertos en que semuestra al público el avance de esta nueva generación.

Como objetivo motivacion­al, se editó y publicó un folleto con 30 obras originales para hacer audición de instrument­o en los distintos ensambles orquestale­s del Sinem. Cada obra trae pista de acompañami­ento en piano. A este folleto se le dio el título Metas logradas, para impulsar a la juventud costarrice­nse a autosupera­rse, con ahínco y técnica bien aplicada, demostrar que cualquier desafío, como tocar bien un instrument­o o armonizar en una orquesta, es lograr una meta, es desarrollo personal.

Cada “meta lograda” es parte fundamenta­l del engranaje necesario para que Costa Rica sea más competitiv­a, que pueda brillar y sonar mucho mejor en el gran concierto de las naciones.

Sin duda, el Sistema Nacional de Educación Musical (Sinem) es una fábrica de sueños

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica