La Nacion (Costa Rica)

Ellos lo eligieron

- Armando Mayorga JEFE DE REDACCIÓN

elso Gamboa Sánchez llegó a magistrado con el voto de 43 de los 52 diputados presentes en la sesión del 10 de febrero del 2016. Ese día, en sesión extraordin­aria, votaron a la carrera porque estaban contra el tiempo para llenar la plaza en la Sala Tercera.

Hoy, esa ligereza de 43 diputados tiene al Poder Judicial inmerso en un escándalo de desprestig­io que toca directamen­te a la Corte Plena, a la investidur­a de los 22 magistrado­s. Algo nunca visto en la historia reciente, al colmo de que, por primera vez, la Fiscalía allana la oficina de unmagistra­do y de su letrado para buscar pruebas.

Los congresist­as deben asumir responsabi­lidad por haber llevado a un cargo de exigente honorabili­dad a una persona que defrauda con su actuar y, por eso, deben tomar acciones para evitar que la institucio­nalidad del Poder Judicial se debilite más.

Un primer paso debería ser reformar el proceso de elección de los magistrado­s para hacerlo transparen­te. La política Comisión de Nombramien­tos del Congreso debe apoyarse en una empresa de experienci­a que califique a los aspirantes por su capacidad académica, sus antecedent­es, su probidad y hasta por su estado psiquiátri­co, cosa que hoy se ignora al sugerir ternas al plenario.

Igualmente, el sistema de reelección urge de uncambio porque prácticame­nte les garantiza a los 22 magistrado­s la renovación tras ocho años en el cargo: se requieren al menos 38 votos para vetar su reelección. Debería ser al revés: exigirse 38 votos o más para seguir en el cargo.

Otro punto: si ahora la Corte Plena no logra remover a Gamboa, será el momento para reconsider­ar el artículo 165 de la Constituci­ón Política, que faculta a los magistrado­s a tomar esa decisión. Antes era impensable destituir a un magistrado, pero luego de este escándalo, esa Costa Rica debe quedar atrás.

Los magistrado­s no pueden seguir exponiendo su investidur­a a la vergüenza pasadapors­u colegaenla­comisión legislativ­a, donde los diputados le dijeron “mentiroso” en incontable­s veces.

Este trago amargo para el sistema judicial deben enmendarlo los que lo provocaron. Los diputados, con un mea culpa, deben dar pasos para reformar la elección. C

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