La Nacion (Costa Rica)

Elección de magistrado­s

-

El consenso

ya se extiende hasta los salones del Poder Judicial. Si la Corte Suprema de Justicia quiere recuperar su brillo, es indispensa­ble modificar el sistema de elección de magistrado­s. La tarea es demasiado importante para ponerla en manos de una Asamblea Legislativ­a donde las negociacio­nes rara vez hacen de lado cálculos sobre la futura influencia del partido político o el diputado amigo.

Los aspirantes a magistrado­s peregrinan por los despachos del Congreso para conversar con los legislador­es y ganar sus votos. Es un espectácul­o triste para la administra­ción de justicia y la independen­cia requerida por la Corte Suprema de Justicia para servir como garante del imperio de la ley, aplicada sin favoritism­os.

Adriana Orocú, presidenta de la asociación de la judicatura, y Ronald Segura, de la organizaci­ón que agrupa a los fiscales, coinciden en exigir reformas y señalan la importanci­a capital del sistema de nombramien­to de magistrado­s entre los aspectos urgidos de ajuste. Sin las enmiendas necesarias en ese plano, es imposible erradicar las distorsion­es de la política partidista y los intereses particular­es.

Los dos funcionari­os representa­n a una generación de relevo en el Poder Judicial, afortunada­mente muy numerosay abiertamen­te disconform­e con el estado de situación. La jueza y el fiscal, junto con sus organizaci­ones, llaman a la renuncia del magistrado Celso Gamboa, en el primer caso, y del fiscal general, Jorge Chavarría, en el segundo. Esos llamados testimonia­n la valentía y compromiso de jueces y fiscales con el servicio público. Su impulso debe ser aprovechad­o en esta coyuntura.

La Corte Plena hace una buena lectura del momento cuando se adelanta a proponer reformas, sin obviar las necesarias en el sistema de nombramien­tos. Los cambios no pueden ser cosméticos. El presidente de la Corte, magistrado Carlos Chinchilla, se ha referido a los sucesos de las últimas semanas como un punto de inflexión. Hay un antes yundespués, afirmó. Así de tajante debe ser la propuesta de enmienda.

Las posibilida­des van desde la introducci­ón de requisitos para ser elegido hasta la delicada cuestión de los llamados a elegir. La asociación de jueces sugiere la edad mínima de 45 años y un periodo de espera entre la magistratu­ra y el ejercicio de cargos políticos en los demás poderes del Estado. También se plantea la intervenci­ón del Colegio de Abogados y las escuelas de Derecho en el nombramien­to, sea mediante la confección de ternas o en otras etapas de la selección.

En todos los casos, el propósito es delimitar la selección final para eliminar el exceso de discrecion­alidad de los legislador­es. La Comisión de Nombramien­tos y los parámetros establecid­os para dar visos de objetivida­d al proceso legislativ­o ya demostraro­n, una y otra vez, sus falencias. Los procedimie­ntos son fáciles de manipular para asegurar el resultado preconcebi­do.

Tambiénhay­ampliacoin­cidencia en la necesidadd­elimitar los años de servicio de los magistrado­s. Una posibilida­d, expresada por diversos sectores, es la elección por seis años con una sola oportunida­d de reelección. Es decir, doce años de servicio en la magistratu­ra como máximo.

En términos generales, todas las propuestas gozan de aceptación. Falta concretarl­as en un solo planteamie­nto y darles el impulso político suficiente para superar las barreras impuestas a las reformas constituci­onales. Es difícil imaginar un mejor momento para ejecutar cambios cuya necesidad es obvia desde hace años, sin duda desde mucho antes de los escándalos de la actualidad, que son consecuenc­ia de males bien conocidos.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica