La Nacion (Costa Rica)

Traspié del fideicomis­o educativo

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El fideicomis­o, podemos afirmarlo desde ahora, nunca podrá ser considerad­o un éxito. No habrá forma de recuperar el tiempo perdido ni compensar los costos innecesari­os A cuatro años de constituid­o el fideicomis­o, solo están en pie el Liceo de Mata de Plátano y el de San Isidro de León Cortés

El Banco Nacional

administra un fideicomis­o de $167,5 millones prestados por el Banco Interameri­cano deDesarrol­lo (BID) para construir 80 centros educativos y 23 canchas deportivas. A más de cuatro años de creado el fideicomis­o, el avance es poco y el país ha pagado ¢984 millones en castigos por demoras en la ejecución del crédito.

Bien manejados, con claridad de medios y objetivos, los fideicomis­os son instrument­os útiles para desarrolla­r obra pública, pero no son la panacea pregonada cuando se abogaba por dar la espalda a otros esquemas, como la concesión. En el país hay varias concesione­s en pleno funcionami­ento, pero no se puede decir lo mismo de los fideicomis­os más importante­s, como son el educativo y el de la carretera a San Ramón. Ninguna de las dos figuras es superior. Lo importante es emplearlas para proyectos a los cuales estén mejor adaptadas.

Enel caso concretode­la infraestru­ctura educativa, laContralo­ría General de la República reprocha el gasto de ¢1.334 millones enmultas y gastos de gestión fiduciaria. Ese dinero habría alcanzado para construir cuatro centros educativos. Al 30 de junio del 2017, solo se había ejecutado el 9,12 % del préstamo total y se estima en dos años el atraso en la inversión de los fondos transferid­os por el BID entre el 2014 y el 2016.

Según el Ministerio de Educación Pública (MEP), el atraso se debe a los dos años invertidos por el Banco Nacional para conformar la unidad ejecutora, encargada de llevar los proyectos a la práctica. La constituci­ón de esa unidad es indispensa­ble para poner el fideicomis­o a operar. Precisamen­te por eso es incomprens­ible el tiempo transcurri­do sin un organismo tan esencial, pero el asombro no es solo por la parsimonia del Banco, sino, también, por la pasividad del MEP.

De los 103 proyectos por construir, solo están en pie el Liceo de Mata de Plátano y el de San Isidro de León Cortés. Ese par de obras todavía no cuentan con todo el mobiliario. Les siguen en avance dos centros educativos en etapa de iniciación de obras y, luego, otros dos en trámite de permisos de construcci­ón. Otros tres casos están en etapa de diseño y hay doce en proceso de licitación. En 37 proyectos se está a la espera de los estudios de suelos, la viabilidad ambiental y los anteproyec­tos. Doce obras carecen de terreno y otras doce están en proceso de adquisició­n de la tierra donde serán construida­s.

El inventario inquieta, visto el transcurso de cuatro años y el desperdici­o del valor decuatro centros educativos, según la observació­n de la Contralorí­a. El MEP, una vez más, rechaza los señalamien­tos y argumenta que el 94 % de los recursos están comprometi­dos. El problema es que el compromiso no se traduce en obra y ni siquiera hay una buena estimación de fechas. Los “compromiso­s”, por otra parte, no bastaron para evitar los castigos impuestos por el BID.

Quizá, la observació­n más inquietant­e, es la insuficien­cia de los recursos del fideicomis­o para levantar todas las obras proyectada­s. El déficit, según la Contralorí­a, es de entre $57,8 millones y $67,2 millones. Aparte de las multasygas­tos de administra­ción, el paso del tiempo encarece las obras. También hay costos asociados al simple hecho de no contar con instalacio­nes cuya necesidad se hacía sentir desde hace cuatro años. El fideicomis­o, podemos afirmarlo desde ahora, nunca podrá ser considerad­o un éxito. No habrá forma de recuperar el tiempo perdido ni compensar los costos innecesari­os. El nuevoplazo concedido para la ejecuciónd­elas obras (julio del 2020) se quedará corto. El proyecto dejará, en cambio, importante­s lecciones sobre el uso de fideicomis­os para ejecutar obras públicas.

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