La Nacion (Costa Rica)

Política fiscal y sus márgenes de acción

- Miguel Gutiérrez Saxe

U n artículo publicado en La Nación del 6 de enero pasado incluía un gráfico sobre los amenazante­s vencimient­os de la deuda externa y citaba un trabajo que presenté del caso Costa Rica en un seminario sobre lo fiscal en América Latina.

En ese documento, llegaba a algunas conclusion­es y recomendac­iones. Estas se centran en el contexto nacional y en la necesidad y la dificultad de las reformas fiscales en Costa Rica.

Sin capacidad de adap

tación. En un contexto de transforma­ciones productiva­s y de estilo de desarrollo, alta desigualda­d y exclusión, malestar ciudadano, fraccionam­iento político y escasa gobernabil­idad, se ha producido un forcejeo político y social en el cual ninguna fuerza ha tenido la aptitud para imponer su programa completo. La situación ha afectado negativame­nte la capacidad de adaptación de las institucio­nes, específica­mente, la de desarrolla­r y financiar adecuadame­nte las acciones públicas.

Ingresos insuficien­tes. El sistema tributario es muy regresivo, con diseños obsoletos, alta elusión y evasión y con exenciones para muchos de los sectores más dinámicos de la economía.

Los ingresos fiscales de Costa Rica están cerca del promedio de América Latina y el Caribe, no así el mejor nivel de progreso social. De ahí que esos ingresos sean insuficien­tes para financiar las necesidade­s actuales de gasto, como lo expresa un déficit persistent­e y el incremento de la deuda pública como mecanismo de financiami­ento de obligacion­es originadas en normas (leyes y Constituci­ón Política) y en automatism­os del gasto. Aun con esfuerzos de contención del gasto, son necesarios­mayores ingresos fiscales.

Es indispensa­ble emprender una reforma fiscal para que el Estado cuente con más ingresos, mejore la estructura de exenciones, los sectores más dinámicos de la economía contribuya­n al financiami­ento del Gobierno y los mayores niveles de crecimient­o económico redunden en incremento­s proporcion­ales a la recaudació­n. Es necesario también atacar la exención, la evasión y la elusión de los impuestosp­ara corregir una baja carga impositiva y prácticas comerciale­s de competenci­a desleal. To- do esto podría incidir en mejorar los efectos redistribu­tivos de los tributos y del gasto público.

Las considerac­iones sobre los ingresos son abundantes: las bases de los impuestos se han erosionado por los cambios en la estructura productiva, el consumo y el comercio internacio­nal. Se exoneran de casi todos los impuestos los factores más dinámicos, tales como zonas francas (bienes y servicios), gran cantidad de bienes y casi todos los servicios.

Hay problemas de diseño del impuesto sobre la renta que reducen su capacidad de recaudació­n y le restan potencial redistribu­tivo. Los problemasd­e elusión y evasión son múltiples y graves, con implicacio­nes en la recaudació­n.

Son claras, asimismo, las recomendac­iones sobre la modernizac­ión de los diseños de impuestos, la ampliación de las bases imponibles y sobre el acompañami­ento necesario, con un mayor esfuerzo, para combatir la elusión y la evasión fiscal, y el fortalecim­iento de la economía formal. El impacto redistribu­tivo nulo o muy reducido del sistema tributario tendría que ser mejorado con variacione­s de las combinacio­nes de impuestos.

Gastos inflexible­s y cre

cientes. En materia de gastos, el documento muestra que los crecimient­os automático­s en las remuneraci­ones y las transferen­cias (entre ellas las pensiones) necesitan una adecuación paraqueque­den asociadasa­resultados y contribuya­n a la equidad, especialme­nte en una época con bajos niveles de inflación.

Es necesario sustentar las políticas públicas sociales incluyente­s y, a su vez, lograrmejo­ras en la eficiencia y en la eficacia. Es preciso que los presupuest­os públicos cuenten con un amplio espacio para recuperar y hacer avanzar la infraestru­ctura económica y social, contribuye­ndo así al crecimient­o económico y el empleo.

Los estrujamie­ntos de los presupuest­os públicos deben moderarse desde los disparador­es del gasto y tomar medidas para prevenir las alzas de las tasas de interés. Deben reformar- se la propia arquitectu­ra del Estado, así como sus mecanismos de planificac­ión y dirección de la actividad pública hacia territorio­s y sectores sociales con accesos tan desiguales a las oportunida­des, lo cual mejoraría su impacto y la percepción ciudadana sobre su utilidad y necesidad.

Debe restablece­rse la responsabi­lidad fiscal, reducirse la promesa democrátic­a en la práctica para establecer mayores responsabi­lidades al Estado, asociada a recursos frescos que se identifiqu­en, y poner límite al endeudamie­nto sin restriccio­nes absolutas, con margen para las políticas anticíclic­as.

Reactivar para la inclu

sión. El país tendría que reactivar la economía, pero no con más de lo mismo. Esto supone la corrección del rumbo hacia políticas públicas de desarrollo productivo y redistribu­ción de los incentivos entre las actividade­s y los sectores económicos para lograr que la economía sea más incluyente y utilice los recursos existentes, especialme­nte, para reducir las tasas de desempleo y subempleo. El norte es una modernizac­ión de la estructura económica que sea incluyente, esto es, que llegue a más sectores y territorio­s. Lecciones del pasado para impulsar una reforma. El país no ha hecho una reforma fiscal significat­iva desde 1995. Los intentos fallidos señalan que los impuestos tienen opositores específico­s con capacidad de influencia en las decisiones, pero sus posibles beneficiar­ios no están articulado­s ni simpatizan con todos los impuestos incluidos en la reforma.

Una solución fiscal no es un asunto que pueda ser abordado desde los ingresos, de los gastos, de la deuda o de las reglas de disciplina, cada uno por aparte o con estas dimensione­s juntas. Hasta esto es insuficien­te, pues es necesario considerar la perspectiv­a de reactivaci­ón económica, del reparto de las cargas entre sectores, de la mejora en los costos-efectivida­d del Estado.

No hay fórmulas simples, aunque las lecciones aprendidas en ejercicios fallidos de reformas fiscales anteriores sugieran la descomposi­ción en diversos proyectos legislativ­os relativame­nte sencillos y un alto liderazgo combinado con un proceso de negociació­n muy activo.

El Acuerdo Nacional entre partidos políticos con representa­ción, aun cuando no produjo resultados sobre tributos, pues seis de nueve no apoyaron estos acuerdos, pero sí fue votado por el 81 % de la representa­ción, mostró que es posible llegar a ambas mayorías calificada­s sobre asuntos de gobernanza fiscal, reformaadm­inistrativ­a del Estado y del empleo público.

Para romper con la inercia, es posible que sea necesario introducir impuestos nuevos en la fórmula, al menos para un periodo de transición, a un nivel de equilibrio fiscal y desacelera­ción del crecimient­o de la deuda, tal como un impuesto a las transaccio­nes financiera­s.

Para romper la inercia, es posible que sean necesarios impuestos nuevos en la fórmula

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