Ciclones y La Niña perturbaron clima en el 2017
Este 2018 arrancó con fuerte variabilidad climática debido en parte a que el crudo invierno del hemisferio norte repercute en toda la región
Una intensa temporada de 17 ciclones tropicales en el Atlántico, más la presencia del fenómeno de La Niña, ocasionaron un cambio radical en el clima del país el año pasado. Limón, usualmente más lluvioso que San José, estuvo seco, mientras que el Valle Central y el Pacífico tuvieron alta precipitación.
Desde el año 1900, cuando el Instituto Meteorológico Nacional (IMN) comenzó a guardar registros de lluvia en la capital, hasta ahora, el 2017 despunta como el cuarto año más lluvioso en San José, con 2.550 litros de agua por metro cuadrado, mientras que el promedio es de 1.780.
Al contrario, fue el tercer año más seco en el Caribe en el último medio siglo. En la estación meteorológica de Limón se contabilizaron 2.445 litros por metro cuadrado, unos 1.000 litros menos que el promedio anual de esa provincia (3.555 litros).
Ese contraste obedece a factores meteorológicos y oceánicos que afectan el Istmo con bajas presiones, tormentas tropicales, huracanes, frentes fríos y fenómenos como La Niña.
Lidier Esquivel, geólogo de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), explicó que desde mayo del 2017 empezó una seguidilla semanal de eventos hidrometeorológicos que semantuvopor el resto delañoy, cuando apareció la tormenta Nate, en octubre, lo que hizo fue acelerar todo lo que se estaba dando.
Luis Fernando Alvarado, experto en climatología del IMN, no dudó al afirmar que afrontamos un giro de 180 grados en el comportamiento del tiempo en varias regiones del país.
Tampoco titubeó al señalar que Nate, el cual afectó el territorio el 4 y 5 de octubre del 2017, fue el detonante de un año sumamente lluvioso para el Pacífico y el Valle Central y muy seco en el Caribe. Alvarado coincidió con geólogos de la CNE en calificar a Nate como uno de los peores desastres hidrometeorológicos de nuestra historia.
A diferencia de los daños focalizados del huracán Otto, que golpeó el norte del país en noviembre del 2016, la tormenta Nate tuvo una afectación más amplia y en zonas más pobladas, por lo que dejó más muertos (14) y más daños.
En un análisis de los 16 temporales más fuertes de los últimos 30 años, Alvarado concluyó que Nate tuvo las precipitaciones más altas, ya que en dos días cayeron, en las cuatro regiones más afectadas, 2.100 litros, mientras que en 10 días de afectación de Otto, cayeron 2.282.
En el caso del Pacífico central fueron 300 litros diarios pormetro cuadrado; el Pacífico norte 285 litros, el Pacífico sur, 265 y el Valle Central 200 litros diarios.
Devastación sin ser huracán. El informe evidencia que los ticos no tenemos que esperar un huracán para sufrir enormes daños. Un sistema estacionario de baja presión como el del 9 de octubre del 2011 o tormentas tropicales como Tomas (2010) o la misma Nate, fueron tan destructivas o más que el paso directo del huracán Otto.
En el caso de Otto, la lluvia acumulada por su efecto indirecto durante 10 días resultó
“DEFINITIVAMENTE, EL FENÓMENO DE LA NIÑA ESTÁ OCASIONANDO QUE EN EL PACÍFICO TENGAMOS ACTUALMENTE MÁS LLUVIA QUE EL PROMEDIO. EN SAN JOSÉ, HEREDIA Y CARTAGO, ASÍ COMO EN LIMÓN; LAS LLUVIAS SE EXPLICAN MÁS POR LOS FRENTES FRÍOS QUE HAN VENIDO CON BAJAS TEMPERATURAS Y AGUACEROS. Luis Fernando Alvarado Experto en Climatología IMN
mayor que la de su paso directo el 24 de noviembre del 2016.
Por ejemplo, los aguaceros en Carate de Golfito, península de Osa, sumaron 1.300 litros por metro cuadrado cuando el huracán estaba en fase de sistema de baja presión y depresión tropical, mientras el máximo registrado cuando se convirtió en huracán fue de 300 litros por metro cuadrado, en las faldas del volcán Miravalles, Guanacaste.
Sin embargo, en fuerza y velocidad del viento, la entrada de Otto al territorio no tiene comparación. Aquel jueves tocó tierra en Nicaragua con vientos de rotación interna superiores a 180 km/h y a las 2 p. m. entró a Costa Rica con vientos de más de 155 km/h , velocidad que fue bajando al pasar por Los Chiles y Upala, hasta salir por Liberia (golfo de Papagayo) como depresión.
Por factores como la circulación de sus vientos, su trayectoria y la disposición de nuestras cordilleras, los efectos de ciclones generan más lluvias en el litoral contrario. Por eso, aunque son del Caribe, el Pacífico sufre el embate. “Los del 2017 fueron hiperactivos con un potencial enorme”, afirmó Alvarado.
Demayor intensidad. Un estudio del IMN revela que desde 1996 esos fenómenos han sido más intensos, ya que antes de ese año las lluvias no superaban los 300 litros por metro cuadrado, cifra que fue rebasada con los posteriores eventos.
Los científicos catalogaron como hiperactiva la temporada del 2017, ya que la intensidad fue el doble de una época normal.
En años con fenómeno de El Niño desaparecen los huracanes en el Caribe, como en el 2015, pero ocurre lo contrario con La Niña, que el año pasado generó cinco ciclones en el Caribe, de los 17 que hubo en el Atlántico.
La Niña consiste en un enfriamiento anormal de la temperatura superficial de las aguas ecuatoriales del océano Pacífico tropical. Alvarado dice que el último fenómeno de La Niña comenzó a finales del 2016 y alcanzó su punto más alto en noviembre y diciembre del 2017, lo que acentuó las precipitaciones del Pacífico.
El pronóstico más conservador prevé que en marzo de este 2018 el efecto de La Niña desaparezca de nuestro país.
El arranque de este año tampoco ha estado dentro de lo normal y el mes que estamos a punto de terminar ha triplicado la lluvia normal en varias zonas, mientras que las temperaturas han sido más frías.
Alvarado atribuye el cambio a los frentes fríos que, desde diciembre 2017, son recurrentes. En enero se juntaron el frío y lluvias que han afectado desde Limón hasta Puntarenas.
“En San José, Heredia y Cartago, así como en Limón, las lluvias se explican más por los frentes fríos que han venido con bajas temperaturas y aguaceros”, dijo el científico del IMN, al admitir que les sorprendió lo agresiva de esta temporada de frentes fríos. En noviembre habían dicho que no sería tan seria.
Desde Canadá hasta México, el invierno ha sido el más crudo de la última década y eso impactó toda la región centroamericana.
Alvarado advirtió que las lluvias que restan por caer en el Pacífico podrían ser de un aguacero por semana, hasta desaparecer en marzo.
El IMN espera que al desaparecer La Niña y seguir varios meses con una fase neutra, la estación lluviosa de este año se normalice y no sea tan intensa como la del 2017.