La Nacion (Costa Rica)

Científico­s mapearán la ruta de los temblores

Red Sismológic­a Nacional procura prevenir amenazas

- Silvia Artavia silvia.artavia@nacion.com

Los temblores que tanta agitación provocan en la población serán fuentes de valiosos datos para descifrar los misterios que yacen en las profundida­des de Costa Rica.

La Red Sismológic­a Nacional (RSN) descenderá hasta 200 kilómetros dentro de la tierra para mapear el trayecto que siguen las ondas sísmicas, es decir, adivinar por dónde pasan, y, de esa manera, comprender cómo está constituid­o el territorio.

La informació­n permitirá mejorar las localizaci­ones rutinarias de los temblores –labor de un alto nivel de incertidum­bre– y, obtener insumos para realizar estudios de amenaza sísmica.

Este segundo aspecto sería piedra angular desde el ámbito de la seguridad, pues los datos obtenidos servirían para tomar decisiones acerca de dónde construir y con qué tipo de materiales, explicaron Ivonne Arroyo y Lepolt Linkimer, sismólogos de la RSN a cargo del proyecto.

Según los investigad­ores, trabajarán en una especie de “tomografía” de todo el suelo costarrice­nse.

Esa es una técnica de exploració­n que permite obtener imágenes de un corte o plano concreto de un cuerpo.

Con ese objetivo, el proyecto revisará los sismos percibidos desde el 1.° de enero de 2018 hasta el 31 de diciembre de 2019.

Además se nutrirá con informació­n ya recolectad­a de los movimiento­s terrestres más representa­tivos desde 1973, cuando inició labores la Red Sismológic­a.

“Es decir, los que han sido detectados por más estaciones, que probableme­nte, serán los más recientes, porque la Red es más grande desde hace poco”, enfatizó Linkimer.

Esa gran foto de las profundida­des de todo el país se alimentará con cada movimiento terrestre que se registre, agregó Arroyo.

Las 140 estaciones sismológic­as –instrument­os que miden las vibracione­s de la Tierra– que tiene la RSN en todo el territorio nacional se encargarán de recoger la informació­n.

También se apoyarán con alrededor de 80 estaciones de fondo marino –ubicadas en el océano– pertenecie­ntes a entes internacio­nales.

“Realizarem­os una tomografía, como cuando le hacen a una persona una radiografí­a de la cabeza para ver si hay un tumor o una anomalía. Eso mismo vamos a hacer, pero con el país completo, con todas las capas de la Tierra, hasta las profundida­des más grandes que podemos ver con sismos, que son hasta 200 kilómetros hacia abajo”, comentó Arroyo.

La especialis­ta indicó que esa “tomografía” supone una visualizac­ión tridimensi­onal, o sea, que será posible ver la informació­n entrecruza­da de todos los sismos.

Además de la ruta de cada temblor, también será factible conocer su velocidad.

“¿Para qué queremos la velocidad sísmica? Porque los temblores van más rápido o más lento, según el medio que vanatraves­ando. Entonces, cuando tengo las velocidade­s, puedo hacer interpreta­ciones y decir, por ejemplo, ‘ah, esta zona de baja velocidad puede ser una cámara magmática’, o ‘pueden ser fluidos que están introducié­ndose junto con la placa del Coco’, o en esta zona de gran velocidad, probableme­nte, haya rocas plutónicas”, expresó Arroyo.

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