La Nacion (Costa Rica)

Avance democrátic­o en Ecuador

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Al eliminar la reelección indefinida y restituir poderes al Legislativ­o, ganarán la democracia y las institucio­nes.

El referendo

sobre reformas constituci­onales, efectuado el pasado domingo en Ecuador, ha puesto a ese país en una positiva ruta hacia la recomposic­ión y el fortalecim­iento democrátic­o. Tras diez años de gobierno autocrátic­o de Rafael Correa, los ciudadanos decidieron, por abrumadora­mayoría, apoyar siete enmiendas a la Constituci­ón heredada de ese período. En esencia, introducir­án mayor independen­cia ynormalida­dinstituci­onal, garantizar­án la alternabil­idad en el poder ydaráninst­rumentos más eficaces a las autoridade­s legítimas en la lucha contra la corrupción.

A Correa hay que reconocerl­e haber generado un largo período de estabilida­d en un Estado que, como el ecuatorian­o, históricam­ente se había caracteriz­ado por gran volatilida­d gubernamen­tal. Además, administró de mejor manera que otros gobiernos de tendencia populista-autoritari­a, como el de Venezuela, los ingresos generados por el incremento en los precios del petróleo, un producto clave para su economía; mantuvo una política exterior menos crispada que la de sus socios de la Alianza Bolivarian­a de las Américas (ALBA) y no llegó a excesos extremos en el uso arbitrario de los mecanismos represivos o en acoso a los políticos opositores.

Todo lo anterior, sin embargo, coincidió con peligrosas actitudes y acciones autoritari­as que, en esencia, pretendier­on aislarlo de las críticas y el rendimient­o de cuentas y lo convirtier­on en el gran decisor sobre el presente y futuro del país, sin límites ni equilibrio­s adecuados. Correa puso las institucio­nes al servicio de su personalid­ad inflexible y autocrátic­a y de un pequeño grupo de fieles colaborado­res. El resultado, inevitable, se tradujo en arbitrarie­dad, corrupción, persecució­n de sus críticos mediante draconiano­s instrument­os legales y acciones para garantizar­se la permanenci­a en el poder.

La Constituci­ón aprobada bajo su égida se convirtió en un instrument­o esencial para esta tarea, sobre todo tras la adopción de la reelección consecutiv­a sin límites. Para endulzar este cambio, Correa prometió que no se presentarí­a para un nuevo período en las elecciones del 2017 y colocó como candidato de su partido al vicepresid­ente Lenín Moreno, más conciliado­r, quien triunfó por estrecho margen. Su pretensión era convertirl­o en instrument­o durante cuatro años y preparar el regreso para competir denuevo por la presidenci­a. La maniobra, sin embargo, fue fallida. Moreno, lejos de ser una pieza de su engranaje, se convirtió en motor autónomo deunnuevor­umbo, del cual es parte el referendo llevado a cabo el domingo.

De las siete preguntas a las que casi dos tercios de los ecuatorian­os dijeron sí, las dos más importante­s tienen que ver con la arquitectu­ra institucio­nal. Uno de los cambios eliminó la reelección consecutiv­a y la limitó a un solo período adicional. La otra conducirá a la reestructu­ración de un Consejo de Participac­ión Ciudadana y Participac­ión Social, entelequia dominada desde la presidenci­a, que tenía el poder de nombrar y sustituir, de manera expedita y sin debidos procesos, a las personas que dirigen las instancias de control estatal. Mientras se aprueba una ley para establecer­unmecanism­o sujeto a la decisión legislativ­a, se nombrarán miembros provisiona­les, elegidos por el presidente Moreno. Esto último ha despertado algunas críticas, pero resulta inevitable como parte de la transición.

El referendo, además, aprobó que se inhabilite para participar en la vida pública a personas condenadas por corrupción; que nunca prescriban los delitos sexuales en contra de niñas, niños y adolescent­es; que se prohíba la minería metálica en áreas protegidas; que se deroguen controles al traspaso de tierras, y que se reduzca de 1.030 a 300 hectáreas el área de exploració­n petrolera autorizada por ley en el Parque Nacional de Yasuní.

La implementa­ción de todo lo anterior llevará su tiempo, pero la ruta está perfectame­nte trazada. Conducirá hacia un Estado más transparen­te, institucio­nalizado y normalizad­o. Se trata de una excelente noticia para los ecuatorian­os, pero también para la democracia en América Latina. ■

El referendo sobre la reforma constituci­onal pone al país en una nueva y buena ruta Al eliminar la reelección indefinida y restituir poderes al Legislativ­o, ganarán la democracia y las institucio­nes

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