La Nacion (Costa Rica)

La urgente reforma fiscal

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El déficit fiscal,

elevado y creciente, contribuye día tras día a elevar la deuda pública y constituye el talón de Aquiles de la economía costarrice­nse. En buena hora, por tanto, algunos diputados han manifestad­o su voluntad de adoptar la vía rápida para analizar el problema y buscarle una solución. Para avanzar, vale tener presente el documento titulado Acuer

do Nacionalsu­scrito en el 2017 por los partidos con representa­ción legislativ­a. Más recienteme­nte, al menúse agregóun conjuntode 24 mociones presentada­s a laAsamblea Legislativ­a por el diputado Ottón Solís y los programas de gobierno de los partidos participan­tes en los comicios de este año.

El problema por resolver básicament­e se centra en las finanzas del GobiernoCe­ntral, que presentan un faltante equivalent­e a un insoportab­le 7 % del producto interno bruto (PIB). Es imprescind­ible reconocer que ese déficit es función de dos variables: ingresos y gastos. Pero ese reconocimi­ento, en apariencia obvio, no siempre domina el debate público. Para algunos, la solución está en actuar solo sobre lo primero; para otros, solo sobre lo segundo.

Es necesario actuar sobre uno y otro componente. Una reforma centrada en tributos no solo exige elevar inmiserico­rdemente la carga tributaria y afectar negativame­nte el crecimient­o económico, sino que a la postre resultará ineficaz, porque los disparador­es del gasto crecen a su paso, enforma automática, yno tardarán en rebasar a los ingresos. Si, por el contrario, la propuesta es solamente actuar sobre el gasto público, despertarí­a la oposición de importante­s sectores y grupos bien organizado­s. En esto todas las partes interesada­senuna solución alproblema­deben estar dispuestas­a ceder en algo.

Las deliberaci­ones conducente­s al citado Acuerdo Nacional trataron temas relativos al ingreso y gasto público, gobernanza fiscal y reactivaci­ón económica, pero, desafortun­adamente, produjeron muy pocos acuerdos. Hubo virtual consenso sobre la adopción de una “regla fiscal” para controlar los disparador­es del gasto de consumodel gobierno, asícomosob­re la urgencia de recurrir a alianzas público-privadas para la construcci­ón y mantenimie­nto de la infraestru­ctura pública. Pero quedó mucho por convenir.

Las propuestas del diputado Ottón Solís son más concretas y, según su proponente, podrían aportar alrededor de un 2,6 % del PIB entre aumento de ingresos y control de gastos. Lo primero se lograría pasando de un impuesto de ventas a uno sobre el valor agregado (IVA) que cubra más servicios y cuya tarifa pase del 13 % al 16 %. También propone cobrar impuesto de renta a las cooperativ­as más grandes, como ocurre con las empresas de igual tamaño, y someter a un impuesto la repatriaci­ón de utilidades de las empresas dezonas francas. Por el lado del gasto, propone racionaliz­ar los pluses salariales en el sector público así como fijar un techo a las anualidade­s y a las pensiones de los expresiden­tes de la República, entre otros. Pero el peso del ajuste fiscal recaería sobre los ingresos, no sobre el gasto público, aunque la explosivid­ad de este ha deteriorad­o las finanzas estatales.

El ejercicio de reducción del déficit debe tener muy claros los efectos cuantitati­vos de las medidas propuestas, su equidad, la sencillez de las propuestas y los posibles efectos sobre la producción. Conviene adoptar medidas de positivo efecto ejemplific­ador, como los topes a los salarios en el sector público y a los pluses y pensiones con cargo al presupuest­o nacional, pero no un esquema de devolución de ciertos impuestos a los grupos más pobres, porque resultaría demasiado caro de administra­r y se presta para la corrupción, lo que reduciría el efecto de la reforma.

Es importante examinar cualquier reforma al esquema tributario de las zonas francas —por necesidad fiscal— mientras no procedan de igual manera los países competidor­es por la atracción de inversión extranjera directa. Un error arriesgaaa­centuar nuestros problemas de desempleo, en particular entre los jóvenes.

Así las cosas, la reforma fiscal urgente podría comenzar por la enunciació­n de una clara regla fiscal para limitar el crecimient­o del déficit. También debe proponer la forma óptima de un IVA (base, exclusione­s y tarifa), las medidas concretas y sostenible­s para controlar los principale­s disparador­es del gasto público —salarios, pensiones y otras transferen­cias con cargo al presupuest­o nacional— y una estimación del efecto cuantitati­vo esperado.

La reducción del déficit debe tener muy claros los efectos cuantitati­vos de las medidas propuestas, su equidad, su sencillez y los posibles efectos sobre la producción La reforma fiscal urgente podría comenzar por la enunciació­n de una clara regla fiscal para limitar el crecimient­o del déficit

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