La Nacion (Costa Rica)

Sacamos mala nota en innovación

- Marcelo Jenkins

S i usted fuera elegido presidente, ¿qué sería lo primero que haría? Yo lanzaría un programa nacional de innovación para fomentar la creación de nuevas empresas tecnológic­as y así generar empleo de alto valor agregado.

La innovación es hacer “algo diferente que crea valor”, donde valor significa algún tipode resultadom­edible, como mayores ganancias, mejor desempeño o mejoras en la calidad de vida. La innovación es una invención que produce valor económico.

En Costa Rica, la cultura innovadora es baja porque no fomentamos la creativida­d ni premiamos a los innovadore­s productivo­s de la misma manera que a artistas o atletas. Empresario­s innovadore­s co- mo Franklin Chang encuentran grandes dificultad­es para potenciar el uso de hidrógeno como combustibl­e para el transporte público. Crecimient­o económico. Estudios en países de la OCDE concluyen que la inversión en I+D (investigac­ión y desarrollo) es la causa principal del aumento de la productivi­dad, y no la inversión en capital y mano de obra. La importanci­a de esto es que una alta productivi­dad genera crecimient­o económico y una mayor competitiv­idad, y con ello eleva el nivel de vida de los habitantes. Según afirma Michael Porter, la prosperida­d de una nación depende en gran parte de su productivi­dad, medida como el valor de la salida producida por cada unidad de recursos invertidos.

Costa Rica tiene actualment­e un serio problema de productivi­dad. Según la OCDE, en el 2015 el valor económico promedio producido por hora trabaja- da fue de $16, mientras que en los países de la OCDE fue de $47 y en Estados Unidos de $63. Esto se debe, principalm­ente, al bajo nivel de innovación. Entonces, para mejorar nuestra productivi­dad es necesario hacer una mayor inversión en I+D. I+D e innovación.

Sin una alta inversión en I+D no es posible crear innovación de impacto y, por ende, convertirn­os en una nación próspera. Israel, Corea del Sur y Singapur han logrado un gran avance en su prosperida­d con base en sistemas de I+D robustamen­te financiado­s, que les han permitido generar conocimien­to autóctono y convertirl­o en valor económico. Debemos aprender de ellos. Por ejemplo, la empresa Speratum decidió irse a Holanda a continuar sus investigac­iones en cáncer, pues allá tiene mejores condicione­s.

Estudios recientes señalan que las tasas de retorno social de la I+D es de un 32 % en los países de la OCDE, mientras que en el caso costarrice­nse se ha estimado una tasa entre el 34 % y el 40 %, esto comparada con un 6 % de rentabilid­ad que da la inversión en infraestru­ctura física. Sinembargo, las políticas de I+D no ocupan un lugar prepon- derante en el Estado costarrice­nse.

Por otro lado, estimacion­es sobre el nivel óptimo viable de inversión en I+D que el país podría hacer oscilan entre 0,9 % y 2,53% del PIB. Cualquiera que sea el nivel óptimo, la inversión actual solo llega al 0,47 % del PIB, y el 85 % de esa inversión la hace el sector público con muy poca del sector privado. La estructura de nuestro sistema nacional de innovación está invertida. Políticas públicas.

Está claro que nuestro país subinviert­e en innovación. La brecha de inversión en I+D entre los países de la OCDE y Costa Rica es de un 2 % del PIB, y las causas principale­s parecen ser la estructura productiva, el capital humano y el conocimien­to. Debemos mejorar estos tres componente­s.

En el 2008, el Micitt publicó el Atlas para la Innovación en Costa Rica, donde mapeó el sistema nacional de innovación. Es lamentable que lamayoría de los problemas y debilidade­s identifica­dos hace una década siguen estando presentes. Recienteme­nte, el Global Innovation Index (GII) ubicó a Costa Rica en el puesto 53 de 127 países, con un descenso de 8 posiciones con respecto al 2016. No estamos mejorando, sino retrocedie­ndo.

En el 2017, el Comité de Políticas de Ciencias y Tecnología de la OCDE evaluó el sistema nacional de innovación y nos hizo cuatro grandes recomendac­iones: fomentar la innovación para aumentar la productivi­dad, fortalecer el compromiso a largo plazo con la ciencia y la tecnología, fortalecer la coherencia e implementa­ción de las políticas y mejorar la base de informació­n para la ciencia, tecnología e innovación. Son cuatro grandes proyectos en los que debemos focalizar la políticas públicas de innovación. Próximo gobierno.

Las políticas públicas, la legislació­n, la infraestru­ctura, el acceso al financiami­ento y el desarrollo de mercados definen la capacidad del sistema nacional de innovación. En el actual proceso electoral, el tema de la innovación estuvo ausente en los debates, y en esta segunda ronda debemos analizar los planes de gobierno y preguntar a los dos candidatos cuáles son las propuestas que promoverán la innovación y cómo piensan financiarl­as.

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