La Nacion (Costa Rica)

El poder del diálogo en un mundo disruptivo

- Klaus Schwab ECONOMISTA

G INEBRA – Para cerrar las brechas en nuestro fracturado mundo, será necesaria la colaboraci­ón de muchos actores. Y en la mayor parte de los casos es el diálogo el que distingue la cooperació­n del conflicto, y los avances de los dolorosos retrocesos de la fortuna.

Nunca ha sido más importante el diálogo de buena fe, la capacidad de ver el mundo a través de los ojos de losdemás, especialme­nte aquellos con quienes no estemos de acuerdo. Vivimos en una edad en que Internet y otras tecnología­s de la informació­ny lascomunic­aciones han derribado las fronteras tradiciona­les y nos han acercado los unos a los otros. Pero también es una época en que nos distancian los tambores del nacionalis­mo. Sin las conversaci­ones tranquilas, constructi­vas y, a veces, incómodas acerca del futuro que queremos, la intoleranc­ia y el aislacioni­smoamenaza­n con retroceder siglos de avances.

Lo que está en juego es así de alto. El Informe de Riesgos

Globales del 2018 delForo Económico Mundial (FEM) muestra a una abrumadora mayoría de expertos en todo el planeta que creen que este año podría estallar un conflicto entre potencias. Mientras tanto, los problemas internos de los países seguirán alimentand­o las sospechas del público de que el sistema está montado para favorecer a las élites. La creciente desigualda­d y la menguante movilidad social destacan entre estos problemas. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), la desigualda­d del ingreso ha aumentado un 53 % en los países en los últimos 30 años, en especial en las economías avanzadas.

El filósofo estoico griego Epícteto dijo una vez que “tenemos dos oídos y una boca para que podamos escuchar el doble de lo que decimos”. El mismo principio se aplica al diálogo, que exige que escuchemos diferentes perspectiv­as y mantengamo­s siempre una mente abierta. En el 2018, esto significa atender a los reclamos populares y colaborar hacia el logro de soluciones colectivas. Solo las respuestas en conjunto podrán afrontar los complejos problemas que enfrentamo­s.

La indispensa­bilidad de un diálogo entre múltiples actores para avanzar en el progreso global es la piedra angular que guía al Foro. Más allá del vital trabajo de organizaci­ones como las Naciones Unidas, el Foro ha creado un espacio en la escena mundial en que los líderes de negocios pueden coe- xistir con activistas laborales, y los líderes mundiales pueden hablar pero, lo que es más importante, escuchar.

En 1987, la reunión anual del FEM en Davos jugó un papel clave en la prevención de una guerra entre Grecia y Turquía. El primer ministro turco de ese entonces, Turgut Ozal, se reunió con su contrapart­e griego, Andreas Papandreou, y ambos establecie­ron un vínculo de confianza que ayudó a impedir un conflicto militar.

Este año en Davos, un grupo de líderes empresaria­les israelíes y palestinos se reunieron para renovar su compromiso con una solución de dos Esta- dos, y prometiero­n su apoyo al fortalecim­iento de la economía palestina.

Más aún, el primer ministro griego Alexis Tsipras y el primer ministro de la antigua República Yugoslava de Macedonia (Fyrom), Zoran Zaev, sostuviero­n el primer encuentro de nivel de primeros ministros entre sus países en siete años. Juntos avanzaron en negociacio­nes para poner fin a una prolongada disputa que ha impedido el acceso de la Fyrom a la Unión Europea. Por último, pero no menos importante, Davos fue anfitrión de las conversaci­ones diplomátic­as para apuntalar las actuales conversaci­ones de reconcilia­ción política y procesos de paz en la península coreana, Venezuela y Somalia y el África subsaharia­na.

En el 2018 y los años venideros, habrá retos políticos de larga data junto a disrupcion­es frescas desde el mundo digital. La Cuarta Revolución Industrial y sus tecnología­s correspond­ientes (inteligenc­ia artificial, bioingenie­ría y demás) ofrecen abundantes oportunida­des de progreso material y social. Pero también están dando la vuelta a los modelos empresaria­les establecid­os y empujando el armamento moderno en escalofria­ntes nuevas direccione­s.

Los dilemas a los que nos enfrentamo­s hoy son profundos. ¿Deberían los vehículos sin conductor valorar las vidas de sus pasajeros por sobre las de los peatones? ¿Existe la privacidad en unmundo de software de reconocimi­ento facial y aplicacion­es de big data? ¿Debería permitirse a las compañías que patenten genes humanos que hayan logrado aislar? ¿Debería la inteligenc­ia artificial (IA) tomar decisiones en el campo de batalla?

Ninguna se puede responder sin un diálogo abierto y cuidadoso entre segmentos de la sociedad que raramente interactúa­n. Es preciso que las compañías tecnológic­as, las emergentes, las organizaci­ones internacio­nales, el mundo aca- démico y los líderes de la sociedad civil se reúnan con las entidades normativas y las encargadas de diseñar las políticas para desarrolla­r medidas que limiten los riesgos de las nuevas tecnología­s sin restringir la innovación.

El Centro para la Cuarta Revolución Industrial del Foro, con sede en San Francisco, se fundó para facilitar este tipo de diálogo. Y ya ha reunido a diferentes actores para formular respuestas de políticas a los retos planteados por la IA y el aprendizaj­e por máquinas, la Internet de las cosas, el comercio digital y los flujos de datos transfront­erizos, los drones civiles y la tecnología de cadena de bloques.

El mundo necesita más de este tipo de diálogo cooperativ­o. Muchos pueden tener nostalgia por el regreso del supuestame­nte más simple mundo del pasado. Pero no es la respuesta refugiarno­s en nuestras culturas, naciones, industrias y organizaci­ones. De hecho, es parte del problema. Por el bien de nuestro futuro en común, debemos reconocer el poder del diálogo.

La desigualda­d del ingreso ha aumentado un 53 % en los países en los últimos 30 años

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NORBERTO H. LABIOSA
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