La Nacion (Costa Rica)

La Asojupro también tiene culpa

- hidalgo.amado36@gmail.com

L a semana anterior escribí que la situación de Liberia es una vergüenza para el fútbol y un atentado contra la condición del jugador “profesiona­l” de este país.

Algunos amigos me hicieron ver que omití responsabi­lizar a la Asociación de Futbolista­s Profesiona­les (Asojupro), que de seguro interviene en algo, no lo suficiente.

Cierto. Si la Asociación tiene una razón de ser solidaria, no es posible que los liberianos hayan pasado tantos meses viviendo de la caridad. Un verdadero movimiento gremial habría puesto en jaque a la organizaci­ón del fútbol, convocando­al paro del torneo o exigiendo una salida económica al laberinto de los guanacaste­cos.

Liberia no debió iniciar este campeonato. Su situación es añeja. Posiblemen­te Cartago tampoco. Pero, inexpi cablemente, lo hizo a vista y paciencia de la Comisión de Licencias (un requisito para participar es no tener deudas, y menos con sus trabajador­es).

Pero ya que le abrieron la puerta, más increíble es que la comunidad del fútbol conviva con esta crisis como si fuese ajena. Una Federación con un complejo lujoso, rivales gastando fortunas en contrataci­ones, la Unafut muy preocupada por escoger el mejor trofeo y, por otro lado, un equipo con jugadores que viven de lo que les prestan o regalan.

La dirigencia liberiana ha gambeteado algunas demandas de futbolista­s prometiend­o el pago con el premio del Mundial. Cuando el club reciba ese dinero es posible que esté en segunda división; a lo mejor no habrá a quién cobrarle.

La Asojupro o la Unafut deberían pedir, o la misma Fedefútbol acordarlo de oficio, que esa plata no vaya a la dirigencia, sino a los futbolista­s. Más aún, la forma más digna de ejercer sus cargos, sería que adelanten parte del pago, con la condición de que termine en manos de los jugadores.

La Asociación no puede convertirs­e en un ente anquilosad­o y burocrátic­o, parasitari­o del fútbol, con dirigentes remunerado­s y viajeros, cuando sus afiliados carecen de lo elemental. Eso deslegitim­aría a la entidad y la convertirí­a en cómplice de malas prácticas para cuyo combate se formó.

No es por Liberia, ni por Cartago, ni habría sido por Limón cuando Pascal estaba encerrado. Es por la dignidad de un deporte en el que hay jugadores millonario­s, equipos hechos a punta de billete, una Selección y dirigencia nacional quevive a cuerpodere­y y que, por lomismo, tieneunade­uda moral con estos que apelan a la caridad para sobrevivir. ¡Y la Asojupro tiene que exigiryrec­lamar esa cuota de dignidad!.

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