La Nacion (Costa Rica)

Consensos

- Eduardo Ulibarri correo: radarcosta­rica@gmail.com twitter: eduardouli­barr1

En materia de clientelis­mo, los diputados tienen una enfermiza tendencia hacia el consenso. Su disposició­n a otorgar privilegio­s o rentas específica­s con cargo al fisco la activan múltiples factores; algunos, inconfesab­les. Pero la “lógica” en que se sustenta es simple: si un grupo (clientela) se organiza y presiona para reclamar prebendas disfrazada­s de solidarida­d, ¡concedámos­las! Nosotros (diputados), no pagaremos. El costo deberán asumirlo los ciudadanos dispersos, que ni se darán cuenta ni reclamarán… hasta que se den cuenta y reclamen, por supuesto.

La tragedia es que, cuando esto ocurre, la factura no la pagan los diputados, sino el sistemadem­ocrático. Lo vivimosel 4 de febrero. He aquí la gran perversión política del procedimie­nto, a la que se suman costos fiscales y distorsion­es en los programas estatales.

Su último ejemplo saltó la pasada semana, cuando 40 de 43 diputados presentes, de todos los partidos, aprobaron en primer debate una “bonificaci­ón” extra a los empleados del moribundo Bancrédito. Su costo: ¢3.000 millones. Solo se opusieron Natalia Díaz, Otto Guevara y Ottón Solís. De nada valió que el intervento­r, Marco Hernández, calificara la decisión de “ruinosa” para el Banco; de nada, el rechazo de Hacienda. “No es con nosotros”, parecieron responder los consensuad­os. Ahora el Ejecutivo hace esfuerzos desesperad­os por frenarlo.

Meses atrás, a pesar de su impacto fiscal, la Comisión Plena Primera avaló el traslado hasta de 6.000 educadores del régimen de pensiones de la Caja al del Magisterio; luego reculó, por presión pública. Hace casi diez años, una ley regaló la calle 13 bis, en San José, aungrupo de comerciant­esde artesanías. Después de un veto (Óscar Arias) y su retiro (Luis Guillermo Solís), la Sala IV frenó la jugada y dispuso su traslado a un nuevo mercado. El proceso no ha concluido. Además, se han vuelto recurrente­s las condonacio­nes dedeudasa algunas cooperativ­as. Y podríamos seguir contando.

Decara a la segundavue­lta, es importante evitar que al sesgo clientelis­ta de la Asamblea se llegue a sumar el Poder Ejecutivo. Sería el peor consenso posible. Gobernar no es un juego de transaccio­nes para beneficiar a unos a costa de todos; es una búsqueda constante de equilibrio­s complejos en favor del bien común.

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