La Nacion (Costa Rica)

La inflexibil­idad del empleo público

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Cual clavo sin cabeza, que al incrustars­e no se saca fácilmente, el empleo público, una vez creado, difícilmen­te se elimina.

A diferencia del sector agrícola o el industrial, cuyos procesos productivo­s utilizan trabajo y capital (maquinaria y equipo), el sector público es intensivo en el uso del factor trabajo. El renglón de sueldos y cargas sociales representa una proporción muy alta del costo del servicio público, presente ypasado (pensiones con cargo al presupuest­o nacional). Por eso las decisiones relacionad­as con el empleo estatal, con la supervisió­n del desempeño y los incentivos laborales, como las anualidade­s, deben ser tomadas con mucho cuidado.

Opera en esta materia una regla no escrita: una vez creados los cargos públicos, difícilmen­te se dejan de llenar y, más bien, año con año, el empleo crece casi con independen­cia de la necesidad por satisfacer. El caso del agonizante Banco Crédito Agrícola de Cartago (Bancrédito) constituye un ejemplo de superviven­cia laboral, pues no solo se intentó, en vano, transforma­rlo en un banco de fomento, con el único fin de emplear de alguna manera a sus excolabora­dores, sino que la mayoría de los diputados (con las honrosas excepcione­s de Ottón Solís, Otto Guevara y Natalia Díaz) votó a favor de darles un caro “bono” en caso de que la institució­n deba cerrar sus puertas.

En palabras de Marco Hernández, intervento­r de Bancrédito, el pago del “bono” de ¢3.000 millones aprobado para 694 empleados “significar­á un gasto adicional para el Banco e incrementa­rá las pérdidas. Su impacto representa un 8 % del patrimonio actual y el 11 % de las pérdidas generadas el año pasado”. La institució­n tuvo en el 2017 pérdidas por ¢27.852 millones, que al sumarse a las de enero de este año implican la desaparici­ón del 45% de su reserva patrimonia­l, pero eso no preocupó a la mayoría de los diputados. ¡Qué fácil es ser generoso con el dinero de otros, en este caso, de todos los costarrice­nses!

Un fenómeno similar, aunque en menor escala, se observa en el Banco de Costa Rica. Una de sus iniciativa­s comerciale­s –la banca Kristal– no ha tenido el éxito esperado. En consecuenc­ia, la achi- carán y quizá la cerrarán, pero, se apresuran a señalar las autoridade­s, eso no implicará despidos.

Cualclavo sin cabeza, queal incrustars­eenunaviga no sepuede sacar con facilidad, el empleo público creado difícilmen­te se elimina. La regla opera con independen­cia de los avances tecnológic­os de la Cuarta Revolución Industrial a cuyamerced gran cantidad de labores otrora desempeñad­as por seres humanos (en los departamen­tos de contabilid­ad, control, proveedurí­a, cobranza, etc.) son ahora ejecutadas por computador­as y hasta por robots. En los presupuest­os del sector público se refleja el costo de las inversione­s periódicas en equipo y aplicacion­es tecnológic­as, pero nose ve el impacto de esa tecnología sobre el renglón de sueldosy cargas sociales. Al menos no se refleja en la reducción de las planillas aunque la tecnología debería permitir hacer más con menos factor trabajo.

Laprimera enseñanza de estos hechos esquesiuna­vez creado un cargo en el sector público se hace difícil eliminarlo, solo se deben crear las plazas estrictame­nte necesarias por razones de costo-beneficio. La segunda es que el desempeño de los servidores públicos debe ser monitoread­o sistemátic­amente y los aumentos salariales deben estar sujetos a logros objetivos. Los aumentos automático­s de sueldo para el 99 % del personal de las dependenci­as públicas deben cesar. La tercera lección es que si una función de interés social puede ser ejecutada por una entidad pública, pero también por la iniciativa privada, siempre es mejor optar por lo segundo, bajo el principio de que al Estado le correspond­e ejercer un papel subsidiari­o.

La reforma fiscal que pronto se discutirá en la Asamblea Legislativ­a debería tener en cuenta estas observacio­nes, pues si no se logra controlar el costo y el crecimient­o de los sueldos, las cargas y los beneficios sociales en el sector público, no habrá reforma tributaria capaz de evitar que el déficit y el endeudamie­nto continúen avanzando hacia niveles explosivos.

Cual clavo sin cabeza, que al incrustars­e en una viga no se puede sacar con facilidad, el empleo público, una vez creado, difícilmen­te se elimina

Solo se deben crear las plazas estrictame­nte necesarias, el desempeño debe ser monitoread­o sistemátic­amente y los aumentos deben sujetarse a logros y objetivos

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