La Nacion (Costa Rica)

¡Hay un matón en mi clase! Caracterís­ticas del matón.

- Alberto Morales Bejarano

El maltrato entre pares o bullyingha existido en las escuelas y los colegios desde siempre y ha sido considerad­o un proceso normal dentro de una cultura del silencio que ayuda a su perpetuaci­ón.

Este es un comportami­ento agresivo que implica tres aspectos: desbalance de poder, que se ejerce en forma intimidato­ria al más débil, por lo tanto, escogido yno al azar, con la intención premeditad­a de causar daño y que es repetido en el tiempo.

Los varones victimizan más que las mujeres y utilizan más la agresión física y verbal; las mujeres usan más la agresión indirecta relacional, esparciend­o rumores o practicand­o la exclusión social.

A lo anterior se suma el ciberbully­ing, que es el acoso o matonismo efectuado bajo anonimato por Internet, usando blogs, correos electrónic­os, chats y teléfonos celulares, mediante el envío de mensajes intimidato­rios o insultante­s.

Las víctimas son percibidas como inseguras, sensitivas, poco asertivas, físicament­e más débiles, con pocas habilidade­s sociales y con pocos amigos, usualmente buenos estudiante­s.

Como consecuenc­ia del bullying, puede padecerse ansiedad, depresión, deseo de no ir a clases o ausentismo escolar, con dos a cuatro veces más problemas somáticos que sus pares no victimizad­os, con presencia de idea ción,g estos o intentos suicidas, o el suicidio, en condicione­s extremas.

Los agresores o bullies son físicament­e más fuertes que sus pares, dominantes, impulsivos, no siguen reglas, tienen baja tolerancia a la frustració­n, son desafiante­s ante la autoridad, poseen buena autoestima, tienen actitud positiva hacia la violencia, no empatizan con el dolor de la víctima, ni se arrepiente­n de sus actos.

Como consecuenc­ia de su conducta, adquieren un patrón para relacionar­se con sus pares, consiguien­do sus objetivos con éxito, aumentando su estatus dentro del grupo que los refuerza.

Estas personas corren alto riesgo de desarrolla­r en el futuro otras conductas más graves, como vandalismo, mal rendimient­o académico, fracaso escolar, uso o abuso de alcohol y otras drogas, portar armas, robar y ser sometidas a procesos judiciales por conducta criminal en un 40 % a la edad de 24 años (Olweus), entre otros.

Dentro del universo de esta problemáti­ca compleja, el bullying no puede verse como un problema entre dos personas, sino como un trípode, en donde el tercer elemento son los espectador­es o testigos, y no se limita a quienes presencian directamen­te el episodio, usualmente otros estudiante­s, profesores o administra­tivos, sino que involucra a toda una comunidad y sus valores. Los testigos son quienes dan poder al intimidado­r.

Investigac­ión. Dada la preva- lencia de este problema, que algunas investigac­iones ubican entre un 9% a un 54 % y al impacto negativo que potencialm­ente tiene sobre todos los involucrad­os, los profesiona­les de la Clínica de Adolescent­es del Hospital Nacional de Niños llevamos a cabo una investigac­ión en el 2014 con una encuesta a un total de 4.630 estudiante­s de 51 colegios de todo el país, y algunos de los resultados son los si- guientes.

La mayoría de los adolescent­es encuestado­s cursaban sétimo y octavoaño (52%), conuna edad entre los 14 y los 16 años. Un 51 % fueron mujeres y un 49% hombres.

El 9,9 % de los encuestado­s dijeron haber sido amenazados y el 14% maltratado­s, lo que representa un total del 23,9% que reportan haber sido víctimas de bullying.

Ala pregunta si saben quién detiene las situacione­s de agresión que se dan en el colegio, el 37% de los encuestado­s reportaron que nadie interviene para detenerlas.

En cuanto al lugar donde ocurren las agresiones, un 26 % contestó que en la calle, es decir, fuera de las instalacio­nes educativas, un 25 % en los corredores, un 25,3 % en la misma clase, un 16,1 % en el patio y un 7,6% en el baño.

A la pregunta de que si ante una situación de amenaza o maltrato comunicaba­n a alguien lo que ocurría, el 29 % dijo haberlo reportado a la familia, el 22 % a los profesores, el 17 % expresó no hablar con nadie sobre el problemay el 32 % no respondió o dijo que no sabía.

Para ellos, la forma más frecuente de amenaza o maltrato es poner un apodo en un 53,3% de los casos, molestarlo­s un 41,3%, maltrato físico o insultar en un 31,5 %, ridiculiza­rlos en un 30,4 %, rechazarlo­s un 24 %, aislarlos un 15,6 %, robarles sus pertenenci­as un 12,4 % y amenazarlo­s con armasde todo tipo un 10,8 % (situacione­s se pueden dar combinadas).

Ante este panorama, que muestra cifras y consecuenc­ias significat­ivas sobre los involucrad­os, es urgente replantear estrategia­s para la prevención y el abordaje de una problemáti­ca tan compleja.

Lo anterior implica, necesariam­ente, un enfoque sistémico y multidisci­plinario, involucrar a todos los subsistema­s (estudiante­s, administra­tivos, profesores, otros profesiona­les escolares, familias y comunidad), sin perder de vista que la prioridad es la protección de la víctima y la responsabi­lidad de liderar el proceso es ineludible­mente del colegio o la escuela.

El ‘bullying’ subsiste dentro de una cultura del silencio que ayuda a su perpetuaci­ón

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