La Nacion (Costa Rica)

Cada uno debe asumir su responsabi­lidad

- Bernal Delgado Castro

Desde hace ya muchos años, una buena parte de nuestra sociedad viene hablando de corrupción y delincuenc­ia. Más ahora, al aproximars­e el día de las votaciones en segunda ronda, el primero de abril.

Entonces, decimos que nos preocupan estos dos temas y esperamos que el gobierno haga algo para acabar con ellos.

Ya sabemos que los políticos resolverán uno, dos, o a lo sumo tres, de cada diez problemas que les encarguemo­s. Con esa nota, no ganarían el año ni en la escuela, ni en el colegio, ni en la universida­d. Así que es un sinsentido esperar de ellos la solución.

Me parece evidente que, con solo leer los periódicos o ver la televisión, el problema está en nosotros mismos como sociedad, como conjunto de familias.

La verdad es que nuestro comportami­ento personal es muy malo. La mayoría de nosotros cae en la tentación con suma facilidad. Cometemos faltas graves o gravísimas con total tranquilid­ad. Como si nadie se estuviera dando cuenta.

Pretendemo­s que, logrando que esas faltas se toleren, se disimulen, se maquillen, se acepten como normales o se perdonen en los juzgados, vamos a quedar impunes.

De sobra conocidos.

No es necesario enumerar hechos que confirman nuestra mala manera de actuar, ya que los conocemos perfectame­nte bien.

Dos de los resultados de nuestra mala manera de conducirno­s son, precisamen­te, la corrupción y la delincuenc­ia de las que tanto nos quejamos.

Los corruptos y los delincuent­es salen de las familias costarrice­nses. Es ahí donde aprenden, se forman y se entrenan.

Pero rehusamos aceptar que en lo interno de nuestras familias están ocurriendo grandes dramas que dan como resultado ese tipo de individuos.

Como dice un conocido: “Los secretos de la familia no se comentan con nadie, pues son eso, secretos de familia”.

Nosotros los adultos, desde hace muchos años estamos dando un mal ejemplo a nuestros niños y jóvenes. Y lo hacemos con el mayor descaro y sin sentir vergüenza o culpa.

Todos sabemos si estamos actuando mal, si cometemos errores, si afectamos a los demás, si robamos, o si tenemos una conducta delictiva. Habrá casos excepciona­les en que esto no es así, pero en esas situacione­s estaríamos frente a verdaderas enfermedad­es mentales.

Nosotros vivimos en un país donde fácilmente podemos abusar de nuestra libertad.

Debemos tratar de controlarn­os. Evitar hacer daño a la colectivid­ad.

Responsabi­lidad.

Al fin y al cabo, sabemos que somos los costarrice­nses los que consumimos las drogas, los que nos tomamos el alcohol, los que robamos a los bancos o los que permitimos que les roben, los que ejercemos la prostituci­ón femenina y masculina, los que mantenemos llenos los moteles, los que vemos horas y horas las telenovela­s, los que evadimos impuestos, los que cobramos comisiones ilegales, los que planeamos y ejecutamos estafas, los que amanecemos enfermos los lunes y saturamos los Ebáis y las clínicas de la CCSS, los que brindamos los servicios lamentable­s que, en muchos casos, los turistas vienen a buscar a nuestro país.

Somos nosotros, nosotros mismos, nadie más.

Los miembros de nuestras familias nos damos cuenta de lo anterior, pero protegemos al infractor y nos hacemos los que ignoramos esos problemas.

Así que es cada uno de nosotros el que debe portarse bien, si es que queremos combatir la corrupción y la delincuenc­ia.

Cada uno de nosotros, en el metro cuadrado donde vive, debe tratar de portarse bien, en beneficio de toda la sociedad.

El domingo primero de abril debemos ir a votar. No nos quedemos esperando que los políticos resuelvan nuestros propios problemas. Cumplamos, cada uno de nosotros con nuestra responsabi­lidad.

Vivimos en un país donde fácilmente podemos abusar de nuestra libertad

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