La Nacion (Costa Rica)

El secreto detrás de la sonrisa de Lagos

▶ Recordar su vida en las bananeras le permite disfrutar en vez de quejarse

- José Pablo Alfaro R. jose.alfaro@nacion.com

La jornada empieza a las 3 a. m. en las bananeras. Se trabaja duro, se gana poco y se descansa a cuentagota­s, ante la necesidad de bordear los apuros económicos y sobrevivir.

Cristhian Lagos lo recuerda y por eso ahora disfruta cada entrenamie­nto. Dos horas al día y de vuelta a la casa, impensable para el peón que mejengueab­a cuando podía y siempre metía goles.

Aún no tiene casa propia, pero pronto la tendrá, cuando se retire. Probableme­nte compre en Guápiles, donde mejor se siente y más le gusta. Guarda todo el dinero que puede desde que empezó a jugar a los 24 años. Ahorra y se da gustos que hace solo unos años veía imposibles.

La vida nómada del futbolista lo ha hecho viajar de un equipo a otro.

Con 33 años y una nueva lesión en la rodilla derecha, Lagos empieza a asimilar el retiro. Tiene cuentas pendientes consigo mismo que espera saldar antes de decir adiós.

Aspira a llegar al gol 100, otro imposible para aquel muchacho que se conformaba con cumplir el sueño de jugar en Primera. Hoy le faltan nueve, después de vestir la casaca de los tres grandes, de convertirs­e en el goleador histórico del Santos, de anotar 41 goles en su primera campaña con Turrialba en la Liga de Ascenso, de ganar una Uncaf con la Selección Nacional y de jugar en la India.

Lesión. Le duele estar lesionado porque le encanta entrenar. Todavía le parece mentira que hace algunos años pasaba en las bananeras desde las 3 a. m. hasta que oscurecía.

A lo largo de su carrera escuchó a muchos de sus compañeros quejarse por las prácticas largas.

“A pesar de que solo se entre- na una vez al día, a veces hay quejas y pretextos, pero uno que sí supo lo que es trabajar duro valora mucho más lo que vive. Puede preguntarl­e a quien quiera, yo siempre soy de los que más sonríe en los entrenamie­ntos”, apuntó Lagos.

Tiene un desgaste en el ligamento que lo ha hecho sufrir recaídas en la rodilla derecha. La última se produjo hace casi una vuelta, cuando empezó a sentir dolores al correr.

La experienci­a le permite evitar las comentario­s negativos que lo retiran antes de tiempo. Hace unos años, cuando empezó a recibir silbidos y ofensas de la afición manuda, sí estuvo a un paso de abandonar el fútbol para trabajar en el Instituto Costarrice­nse de Electricid­ad (ICE). Aguantó el vendaval y regresó a Guápiles.

“Todavía no sé qué gana un aficionado tirándole a uno una cuecha o una basura. A como he sentido el cariño de mucha gente, también he sentido el odio”, reconoce.

Dentro de su fase de recuperaci­ón, tiene previsto volver para la cuadrangul­ar, en la que espera cumplir su otro gran anhelo: ser campeón con el Santos.

 ?? JOSÉ CORDERO ?? Cristhian Lagos saluda a un grupo de aficionado­s florenses en su visita al Rosabal Cordero en noviembre del año pasado. El cariño de la gente usualmente lo acompaña dondequier­a que vaya.
JOSÉ CORDERO Cristhian Lagos saluda a un grupo de aficionado­s florenses en su visita al Rosabal Cordero en noviembre del año pasado. El cariño de la gente usualmente lo acompaña dondequier­a que vaya.

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