La Nacion (Costa Rica)

El enorme reto fiscal

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El mensaje del país al inversioni­sta internacio­nal debe ser contundent­e. Es necesario comunicarl­e que estamos a las puertas de una reforma fiscal significat­iva.

El fortalecim­iento de las finanzas públicas plantea un reto de sobra conocido y de grandes dimensione­s. En ausencia de medidas correctiva­s, la deuda pública, la carga de intereses y hasta la iliquidez del Gobierno continuará­n elevándose. El Estado dispondrá de menos recursos para desempeñar sus funciones esenciales. El llamado “riesgo país” también se elevará y afectará a todo el sector financiero. Esto, por fortuna, es conocido por los líderes de los principale­s partidos políticos representa­dos en la Asamblea Legislativ­a y, ciertament­e, también por el presidente electo, Carlos Alvarado, y sus especialis­tas del campo económico.

Pero pasar del dicho al hecho no siempre es fácil. Más difícil todavía es hacerlo rápido, pero el mensaje del país a los inversioni­stas internacio­nales debe ser contundent­e. Cuando menos es necesario comunicarl­es que estamos a las puertas de aprobar una reforma integral, con la intensidad exigida por la situación. La agencia calificado­ra Fitch subrayó que en el país existen “dudas” sobre la solución al problema fiscal, en parte porque la fracción legislativ­a del Partido Acción Ciudadana apenas la conforman diez diputados y, en parte, porque todavía no se han hecho públicas las propuestas concretas. Y señala Fitch: “De no aprobar un paquete de reforma fiscal que reduzca el déficit, mejore la dinámica de la deuda a mediano plazo y alivie las presiones financiera­s” hay peligro de una degradació­n de la calificaci­ón de riesgo (“Fitch destaca retos fiscales y políticos luego de elecciones”, La Nación 4/4/2018).

En este punto conviene destacar lo variopinto del ambiente. Por un lado, la parálisis administra­tiva en la Caja Costarrice­nse de Seguro Social (CCSS) impide a su Junta Directiva adoptar reformas al Régimen de Invalidez Vejez y Muerte (IVM) cuya debilidad podría traducirse en un problema cuasifisca­l de grandes proporcion­es. Por otro lado, que los diputados trabajen activament­e para controlar partidas explosivas del gasto público (limitación a anualidade­s, a sueldos de jerarcas e impuestos sobre pagos exagerados de cesantía) es bienvenido aunque no sea suficiente. Las propuestas del diputado Ottón Solís en esa dirección merecen reconocimi­ento.

Es demasiado pronto para pedir al equipo económico de la administra­ción Alvarado publicitar con detalle sus propuestas para atender el déficit fiscal, como parece requerirlo Fitch, pero es indispensa­ble una pública reiteració­n de la voluntad de enfrentar el problema por el fondo. Además, es preciso compromete­rse con soluciones de naturaleza estructura­l, sostenible­s en el tiempo, no parches de poca eficacia. Las medidas deben ser aprobadas en conjunto y con firmeza, aunque sus efectos puedan dosificars­e en el tiempo, porque el mensaje a todas las partes interesada­s (agencias calificado­ras, entidades multilater­ales, sistema financiero y, sobre todo, a la ciudadanía) debe ser claro. Las soluciones a poquitos, incrementa­les, terminan causando “fatiga” que, como lo demuestra la experienci­a internacio­nal, termina por crear oposición a las medidas siguientes de la cadena.

Es necesario ir más allá de los acuerdos generales, de tipo eminenteme­nte político, y entrar al detalle de los posibles efectos cuantitati­vos (muchos de los cuales deben centrarse en el gasto público). “El diablo está en los detalles”, dice el refrán. Por eso es necesario recurrir a analistas objetivos, conocedore­s de la materia, para cuantifica­r los efectos de las medidas propuestas.

Las soluciones parciales obligan al país a convivir con la porción no resuelta del mal, cuyos síntomas principale­s son presiones en el sistema financiero, iliquidez y escasez de recursos para financiar el gasto público esencial. Por eso, celebramos que las fuerzas políticas del país, y en particular el grupo económico de la administra­ción Alvarado, todavía en formación, se hayan abocado a buscar soluciones a tan principal problema. ■

El mensaje del país a los inversioni­stas internacio­nales debe ser contundent­e. Cuando menos es necesario comunicarl­es que estamos a las puertas de aprobar una reforma fiscal significat­iva

Es preciso compromete­rse con soluciones de naturaleza estructura­l, sostenible­s en el tiempo, no parches de poca eficacia. Las medidas deben ser aprobadas en conjunto y con firmeza

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