‘Huellas genéticas’ dan pistas sobre linaje inca
La civilización inca es la población ancestral más grande del sur de América. Aunque se conoce mucho sobre su legado, sus orígenes no están tan claros, y más bien son mitos o leyendas los que hablan de cómo surgió esta cultura.
Con esto en mente, un equipo de investigadores de Perú, Brasil y Bolivia publicó, la semana pasada, el primer estudio genético que da luces sobre el origen del linaje inca y está enfocado en los descendientes contemporáneos de la familia imperial. La publicación se hizo en la Revista Molecular Genetics and Genomics.
Aún no hay registros de momias o restos óseos de los gobernantes incas; por ello, el estudio usó el abordaje genealógico y genético para rastrear las “marcas” genéticas de sus descendientes. Esto fue posible porque los linajes paternos sí están documentados en los archivos coloniales.
Entre estos documentos están los de 18 individuos varones, que representan a 12 familias, en su mayoría de los distritos de San Sebastián y San Jerónimo en el Cusco (Perú).
El análisis mostró que los linajes incas descienden de dos fundadores diferentes. Ellos podrían estar vinculados a los emperadores incas.
Los investigadores puntualizan que estos patriarcas pudieron haberse separado después de una expansión sucedida en los Andes en el periodo Intermedio tardío (900-1476, d. C.).
Las pesquisas señalan que los dos grupos de linaje masculinos están relacionados con poblaciones de habla quechua y aimará. Estas poblaciones estarían en el sur del Cusco (Paccarictambo), cerca del lago Titicaca y en el norte de Bolivia.
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