La Nacion (Costa Rica)

Oportunida­d con Trump

- Francisco Villalobos

12,00 12,00 13,00 14,00 12,00 13,00 12,00 12,00 13,00 13,00 12,00 12,95 12,00 13,00 13,00 13,00 12,00 13,00 13,00 13,00 13,00 13,00 13,00 12,00 12,00 12,00 13,00 12,00 13,00 13,00 12,00 13,00 12,00 13,00 15,00 13,00 17,00 19,00 163,60 Desde 1986, Estados Unidos no experiment­aba una reforma importante a su sistema fiscal. Lejos de la pretensión anunciada por Trump, de simplifica­r el complejo sistema, se hizo lo contrario y nos puso a todos a correr y a estudiar. A hoy persisten muchas dudas, aunque ya se han aclarado muchas cosas.

Lo primero es aclarar que no es cierto que Estados Unidos haya migrado hacia un sistema territoria­l, pero sí se han deshecho del mecanismo de diferimien­to eterno del que gozaban y lograba que solo al repatriar ganancias, se pagara.

A cambio, se debe pagar un impuesto de transición para repatriar utilidades acumuladas por las empresas y, a partir de ahora, los dividendos recibidos por las casas matrices de sus subsidiari­as, estarán exentos.

Dicho sea de paso, gravar los dividendos de las zonas francas, no permitiría que tales impuestos puedan ser acreditado­s por las empresas y, por ello, si graváramos dividendos de zonas francas, solo lograríamo­s encarecer su operación. La reforma parece favorecer la reinversió­n de sus utilidades en la operación misma. Al bajar la tasa a 21% y permitir la deducción del 50% de los ingresos por intangible­s (y casi cualquier otro generado fuera de sus fronteras), el impacto para las firmas en zona franca es de 10,5% máximo, lo que no parece ser suficiente para irse, máxime si los costos de operación son menores.

Más bien, estar en zona franca en Costa Rica permite reducir ese 10,5% que los grupos deban pagar en Estados Unidos por sus operacione­s internacio­nales, revisando con cuidado la estructura de cobros intercompa­ny, la asignación de cargas financiera­s y la ubicación de intangible­s, así como la estructura de propiedad de las empresas. No, la reforma de Trump no alejará inversión; por el contrario, puede afianzarla y atraerla.

Cierro esta columna con una felicitaci­ón a Costa Rica, a su gente, por su impresiona­nte demostraci­ón de civismo, visión de conjunto y pragmatism­o.

Luego felicitar al presidente electo, Carlos Alvarado, y desearle lo mejor en la tarea que está a punto de asumir. El éxito de su gestión representa, sin duda, la renovación de nuestra confianza en la democracia. Por eso, todos debemos hacer lo que esté a nuestro alcance, por ponernos de acuerdo y promover los cambios que nos permitan un país próspero y libre.

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