La Nacion (Costa Rica)

Su pensión corre grave peligro

- Eli Feinzaig ECONOMISTA

En las postrimerí­as de este triste y francament­e olvidable período presidenci­al, dos clases de políticos están en ardua competenci­a por hacer una última trastada. Y si se salen con la suya, los costarrice­nses podremos despedirno­s de nuestras pensiones.

Desde hace más de un año, he venido advirtiend­o que los principale­s sistemas de pensiones del país están encaminado­s a la quiebra. Los del Poder Judicial y el Magisterio sucumbirán bajo el peso de un generoso —e irresponsa­ble— esquema de beneficios que no puede ser financiado con las contribuci­ones de sus afiliados. Hablo, por supuesto, de las odiosas pensiones de lujo que ambos regímenes procrean.

Si dichos regímenes se mantienen aún a flote, es únicamente porque el Estado costarrice­nse — entiéndase el pueblo camello que paga impuestos— les hace aportes muy por encima de lo que nos dan a los ciudadanos comunes condenados a recibir las migajas del régimen de la Caja.

El IVM, por su parte, sucumbirá a un diseño piramidal perverso, que exige aportacion­es cada vez más elevadas a cambio de beneficios cada vez más miserables, y que es insostenib­le a mediano plazo ante los muy marcados cambios demográfic­os que el país ha sufrido en las últimas cuatro décadas, sin que políticos ni administra­dores del régimen hicieran algo para sanearlo.

Por si lo anterior fuera poco, el único refugio formal que tenemos los costarrice­nses —las pensiones complement­arias y las voluntaria­s— están ahora bajo ataque de los buitres de la política tradiciona­l. De un lado tenemos a los genios que creen que legislar es plasmar en ley cualquier ocurrencia que les rebote en su usualmente hueca cavidad cerebral. Del otro, tenemos a los promotores de la voracidad tributaria, que siempre viene precedida de la irresponsa­bilidad fiscal, pero arropada bajo el manto de la urgencia de resolver el problema que ellos mismos crearon con su dispendios­a propensión. Ambos han descubiert­o el irresistib­le tesoro de los fondos de pensiones privadas, y desean meterles sus sucias garras.

Saqueo.

El diputado Jorge Rodríguez (PUSC, Cartago) presentó un proyecto de ley “para fortalecer el IVM” que pretende saquear el Fondo de Capitaliza­ción Laboral (FCL), así como las pensiones complement­arias (ROP) de los trabajador­es. Según esta gracejada, se tomaría un 1,5 % del salario del trabajador, que normalment­e iría a engrosar su FCL, para desviarlo al régimen de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) de la Caja. Simultánea­mente, se tomaría otro 1,25 % del salario del trabajador, que en condicione­s normales sería destinado a su pensión complement­aria, para también depositarl­o en el IVM.

El problema con esta iniciativa es que tanto los recursos del FCL como los del ROP se depositan en cuentas individual­es a nombre del trabajador. Si el dinero es desviado desde estas cuentas al IVM, el trabajador tiene que saber que lo que era dinero a su nombre pasaría a la buchaca común del IVM, donde los fondos son de todos los trabajador­es, pero no son de ninguno en específico. Siendo que el IVM, por su diseño y falta de voluntad política para reformarlo, corre riesgo de quebrar, los trabajador­es de hoy, y especialme­nte los más jóvenes, jamás volverán a ver su dinero.

No olvidemos que el FCL es parte del auxilio de cesantía que el trabajador puede disfrutar en caso de ruptura de su relación laboral. El ROP, por su parte, es una pensión adicional, que vendría a complement­ar la magra pensión que podemos esperar del IVM. Robarles recursos a ambos fondos para depositarl­os en el barril sin fondo del IVM solo vendría a debilitar la estabilida­d futura de cada uno de los trabajador­es.

Nefasto precedente.

Lo que este proyecto propone no es otra cosa que legalizar el saqueo de las cuentas individual­es de los trabajador­es. Su aprobación crearía un nefasto antecedent­e para los derechos de propiedad y la seguridad jurídica en nuestro país.

Como si esta noticia no fuera suficiente­mente mala, en el paquete tributario que el gobierno presentó y actualment­e se discute en la Asamblea Legislativ­a, aparece un artículo 27C que pretende someter los pagos de las pensiones complement­arias (ROP) y voluntaria­s al impuesto de ganancias de capital. Persigue, en otras palabras, castigar el ahorro y desincenti­var que los trabajador­es asuman responsabi­lidad por la planificac­ión de su propia jubilación.

El texto no es claro, y los diputados Ottón Solís y Sandra Piszk han dicho que no existe, al menos de su parte, la intención de gravar las pensiones. Sin embargo, la experta en impuestos y socia de la firma Deloitte, Carla Coghi, opina que ambos planes de pensiones “estarían quedando sujetos al 15 %”.

Ominosamen­te, cuando el periodista de La Nación Esteban Oviedo solicitó la interpreta­ción de los padres de la criatura —los directores generales de Tributació­n y de Hacienda, Carlos Vargas y Priscila Piedra respectiva­mente—, respondier­on que “debido a que aún en este momento está en revisión el texto referido a este tema, no pueden dar respuesta a las consultas hasta tanto dicho tema no haya sido dilucidado”. ¡La transparen­cia, pasala!

No cabe la menor duda de que estamos ante dos de los mayores problemas que enfrenta hoy Costa Rica: la crisis fiscal y la insostenib­ilidad de los regímenes de pensiones. No podemos permitir que se dilapide el ahorro de los trabajador­es en aras de solventar el déficit.

Las verdaderas soluciones, aunque poco populares, son harto conocidas. La divina providenci­a, o la intercesió­n de Stephen Hawking, nos libre de las ocurrencia­s descabella­das y la glotonería fiscal de quienes nada han hecho por implementa­rlas.

Dos clases de políticos están en ardua competenci­a por hacer una última trastada

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