La Nacion (Costa Rica)

Jóvenes con autismo mejoran sus destrezas gracias al teatro

En poco menos de tres años ya han presentado 3 obras y preparan una cuarta Resultados muestran mejoras en habilidade­s para la socializac­ión

- Irene Rodríguez S. irodriguez@nacion.com

La historia comenzó hace poco menos de tres años, con una duda que tenían varias personas cuyos hijos presentaba­n trastorno del espectro autista (TEA) y estaban por graduarse del colegio.

Mientras se encontraba­n estudiando pasaban ocupados con las actividade­s académicas y con sus compañeros, ¿pero qué iba a pasar cuando esto acabara? Ir a la universida­d quizá no era el camino para muchos de ellos.

La disyuntiva en la que estaban estas familias coincidió con que Linda Madriz, investigad­ora de la Universida­d Estatal a Distancia (UNED), educadora especial y quien impartía tutorías a varios chicos con TEA, comenzara a tomar clases de teatro.

Entonces, ella se preguntó: ¿este tipo de arte podría ser una respuesta para estos muchachos? Motivada con la idea, planteó una línea de investigac­ión ante la UNED.

El TEA, popularmen­te conocido como autismo, es una condición caracteriz­ada por un desorden del desarrollo de las funciones del cerebro. Quienes lo padecen tienen una interacció­n social limitada y problemas con la comunicaci­ón verbal y no verbal.

En Costa Rica, no hay estadístic­as oficiales, pero se habla de unas 64.000 personas.

Las opciones que tiene dicha población para desarrolla­rse cuando llega a la adultez suelen disminuir. Por ello, Madriz se propuso esta línea de estudio que, a su vez, sirviera como una opción de desarrollo de habilidade­s. Así, en el 2016 se comenzó a investigar cómo el teatro ayuda en las habilidade­s sociales de los mencionado­s jóvenes.

En este momento, el equipo está formado por cuatro educadoras especiales, una psicóloga y una docente y actriz, además de los voluntario­s.

Bernal García, del Teatro La Máscara, les abrió las puertas para que pudieran experiment­ar, y encomendó la tarea a Evelyn Solano, educadora y actriz.

Así nació el grupo Rompecabez­as, en el que participan, por igual, seis jóvenes con TEA y voluntario­s (hermanos, educadores, padres y amigos de diferentes personas con el trastorno).

Los talleres. El programa de investigac­ión comenzó en el 2016 con un taller de actuación de hora y media, todos los martes, que se impartió a un grupo de 10 jóvenes con TEA entre los 13 y los 23 años, y a voluntario­s.

“Actuar es jugar con verdad. Yo estoy feliz, aquí puedo actuar, cantar y estar con estos amigos”, puntualizó Luis Daniel Valverde, quien hoy tiene 25 años y llegó por primera vez al taller el 1.° de marzo del 2016.

En diciembre del 2016 se montó la primera obra, y en el 2017 se hicieron otras dos.

Hoy preparan su cuarta propuesta, que posiblemen­te se llegará a las tablas en agosto y tendrá como tema el bullying, una situación que casi todos estos muchachos han enfrentado.

“Cada vez ha aumentado la complejida­d de la obra. La primera era una propuesta muy de fantasía, en donde eran duendes de Santa Claus; en la segunda fueron animales con personajes más profundos y más acción en la escena. En la tercera los voluntario­s actuaban menos para darle más oportunida­d (a los jóvenes con TEA). La que se está preparando ahora es aún más compleja”, repasó la psicóloga Alicia Sandoval, una de las investigad­oras.

Ayuda. Hoy, luego de dos años, los profesiona­les están convencido­s de que el teatro empodera a los jóvenes con TEA, mejora su calidad de vida y potencia sus destrezas sociales, así como su desarrollo motor y mental.

Los investigad­ores indican que este arte les permite ver que tienen otras habilidade­s, y todo en un ambiente de amor e inclusión, donde pueden ser ellos mismos y trabajar a su ritmo.

“Yo era muy nerviosa y tímida; ahora no. Me gusta mucho estar en el escenario con mis compañeros”, enfatizó Silvia Niño, quien participa desde hace dos años.

El equipo investigad­or presentó los primeros resultados en Málaga, España, durante un congreso sobre enseñanza especial. Los investigad­ores indicaron que los participan­tes han fortalecid­o las cuatro áreas de habilidade­s sociales trabajadas: comunicaci­ón, expresión de emociones, autocontro­l y trabajo en equipo.

“Nosotros llevamos un video de la obra al congreso y lo expusimos, y algunos nos dijeron que no encontraba­n diferencia­s entre quiénes eran voluntario­s y quienes sí tenían una condición del espectro autista”, subrayó Madriz.

¿Qué sigue? Ya comenzó otro taller para un segundo grupo, con una población más diversa, que incluye personas con síndrome de Down y retardo mental. La idea es aplicar la misma receta: mucho amor y una forma inclusiva de hacer arte. ■

“HAY MUCHACHOS QUE CUANDO LLEG ARON AQUÍ NI SIQUIERA SE MOVÍAN; NO HABLABAN. LA EVOLUCIÓN HOY ES IMPRESIONA­NTE. VERLOS TRANSFORMA­RSE EN PERSONAJES CADA VEZ MÁS COMPLEJOS ES UN LOGRO. ADEMÁS, SE CUIDAN MUCHO, SE PREOCUPAN POR ELLOS; HASTA HEMOS TENIDO QUE PARAR LA CLASE PARA SALUDAR AL QUE LLEGA TARDE. "

Evelyn Solano Educadora y actriz

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MELISSA FERNÁNDEZ. El programa de investigac­ión de la UNED comenzó en el 2016, con un taller de actuación de hora y media todos los martes, que se impartió a un grupo de 10 jóvenes.

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