La Nacion (Costa Rica)

‘Desde que me embaracé empecé a recibir golpes’

- Patricia Recio alba.recio@nacion.com

“Desde que quedé embarazada empecé a recibir golpes. A él nunca le interpuse medidas ni pedí ayuda.

”Un día después de ir a ver un partido juntos a un bar, él se desapareci­ó y yo me fui a la casa a dormir, cuando llegó de madrugada borracho; me despertó a punta de golpes.

”A la mañana siguiente, cuando vio lo que me había hecho, decía que no se acordaba de nada. Ese fue el día en que decidí alejarme”.

Este es el relato de Alicia (identidad protegida), una joven de 23 años vecina de Cañas, en Guanacaste.

Ella es una de las víctimas de violencia que recibió ayuda mediante el Comité Local para la Atención Inmediata y el Seguimient­o de casos de alto riesgo por Violencia contra las Mujeres (Clais) en Cañas, que funcionan como brazos del Instituto Nacional de la Mujer (Inamu) y el Poder Judicial.

Alicia tenía 16 años cuando sufrió las primeras agresiones estando embarazada.

Ella se había ido a vivir con el padre de su bebé, quien era seis años mayor. Tras soportar cuatro años de maltratos, logró dejar al padre de su hija.

“Hace poco, cuando yo me separé de la segunda pareja, quiso volver; me llamaba y me buscaba y hasta tuve que ponerle medidas porque me dijo que me iba a mandar en una bolsa plástica donde mi mamá”, recordó.

Segundo calvario. Un año después de alejarse de su primer compañero, Alicia inició una nueva relación que también se convirtió en un calvario.

“Al inicio me hablaba y me decía que cómo era posible que un hombre me maltratara. Al tiempo empezó a celarme, a esperarme afuera del trabajo y me trataba mal a mi hija”, dijo.

Le revisaba el celular, le impedía estudiar y, en ocasiones, hasta ver a su familia.

Tras las primeras agresiones, la joven denunció al hombre y logró que lo metieran a la cárcel por un mes. “Cuando salió de la cárcel me dijo que yo iba a pagar el tiempo que él pasó encerrado”, comentó.

Tras soportar más golpes, Alicia decidió abandonarl­o, pero antes de que llegara el día planeado, enfrentó un nuevo episodio que casi le cuesta la vida.

“Ese sábado volvió tomado y empezó a oler droga. Me dijo que nos montáramos en la moto para ir a recoger a mi hija que se había quedado donde mi mamá desde el viernes. En eso no agarró para Cañas (donde vivían sus padres) sino que se fue para otro lugar; se detuvo en un lugar oscuro y empezó a golpearme.

“Hay cosas de las que no me acuerdo. Solo sé que, de pronto, los golpes ya en un momento no los sentía. Después, me subió de nuevo a la moto y me llevó de nuevo a la casa”, relató.

A la mañana siguiente, cuando su madre empezó a llamar para que fueran a recoger a su hija, el sujeto intentó impedirle que fuera adonde su familia.

Sin embargo, logró que la llevara a la casa de sus padres.

“Ese día mi familia me dijo que tenía que demandarlo; él me pidió que no lo demandara y yo le dije que si me traía mis cosas adonde mis papás, no lo demandaba”, contó.

Así logró salir de ese ciclo de violencia. El agresor se encuentra hoy cumpliendo una pena de cuatro años de cárcel.

Tras acudir al Clais de Cañas, la joven obtuvo una beca, terminó el bachillera­to y, actualment­e, está realizando un curso de asistente de pacientes.

Además, cuenta que el 12 de mayo empezará a estudiar Educación en la Universida­d Estatal a Distancia (UNED).

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GRACIELA SOLÍS El 24 de noviembre del 2017, miles de personas marcharon en San José para censurar la violencia contra la mujer.

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