Rockets eliminan a los Jazz
▶ Con 41 puntos de Chris Paul, vencieron a Utah en el quinto partido de la serie
LOS ÁNGELES. AFP - Los Houston Rockets se impusieron anoche 112-102 a los Utah Jazz y avanzaron a la última instancia de la Conferencia Oeste de la NBA al imponerse 4-1 en su serie de semifinales.
Los Rockets se medirán ahora con el ganador del Golden State-New Orleans, que lideran 3-1 los Warriors. Anoche jugaban al cierre.
Con un estelar Chris Paul, autor de 41 puntos y 10 asistencias, Houston sufrió hasta los últimos minutos debido a la espectacular actuación del novato Donovan Mitchell, que tuvo que retirarse lesionado a mediados del último cuarto.
Esa baja penalizó en exceso a los visitantes, que habían remontado el choque en el tercer parcial pero, sin Mitchell, el español Ricky Rubio ni el australiano Dante Exum, acabaron diciendo adiós a la temporada en la segunda ronda de playoffs.
Utah se marcha de vacaciones con la sensación de haber sobrepasado todas las expectativas tras perder a su mejor jugador, Gordon Hayward, el verano boreal pasado.
Mientras, los Rockets parecen los mejor preparados para hacer frente a la hegemonía de los vigentes campeones, los Golden State Warriors, en el Oeste.
El favorito al MVP, James Harden, encontró la ayuda de Paul para acabar superando a los Jazz. Harden echó en falta la colaboración de otra estrella la campaña pasada, cuando los Rockets perdieron en semifinales ante San Antonio Spurs.
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Hay cosas en la vida que no tienen precio, aunque se pague mucho por ellas. Ver un clásico Barcelona-Real Madrid es una de ellas.
Desde la silla 11 del bloque 516, me tocó este domingo ser el espectador del último gran duelo de rivales españoles en que participó Andrés Iniesta, el maestro de ceremonias que este país jamás olvidará por el gol que le regaló un mundial y por su pulcritud con la pelota.
Varios amigos ticos, disgregados por el vetusto Nou Camp, tuvimos el privilegio de ver a Keylor Navas en una noche grandiosa y en un duelo de titanes contra Lionel Messi.
El abrazo fuerte y largo en que se fundieron ambos, al final del cotejo, fue de respeto y admiración recíprocos. Un gol del argentino, ejecutado con su habitual pericia, y dos intervenciones soberbias del tico, se mezclaron en ese extenso y sentido abrazo del minuto 95.
A menudo la vida nos sonríe generosamente y nos agasaja de esta manera, colocándonos en el asiento perfecto para contemplar sus mejores obras, o al menos las que mas apreciamos.
En medio de un festejo que no por ajeno deja de ser mío, veo a Messi regateando rivales y me llega el murmullo de otra argentina, que extraño, y que me canta al oído el “gracias a la vida que me ha dado tanto”.
Gracias a la vida porque en una sola noche pude ver a Ronaldo y Messi enfrentados, a Iniesta en un adiós sin retorno, a Marcelo con ese vértigo y maestría que reivindica al fútbol moderno o a Navas, el tico, respetado por la grada y el rival, gracias a su grandeza de portero. Hay momentos que se quedan por siempre en el cofre de los recuerdos. La vida, generosa, nos da el regalo de sentarlos en una butaca para ser espectadores de nuestra propia alegría. Allí, desde la lejanía del asiento 11 del bloque 516, intentando adivinar que se dicen Keylor y Messi mientras se abrazan, no queda más que hacerle un guiño a la vida y agradecerle por tantas emociones en tan solo 90 minutos.
Al final, quedan imágenes como si se tratara de una alucinación. La de la peña brava de casa, rodeando el estadio, escoltada por los mozos de escuadra. Iniesta despidiéndose de la gradería. Navas en su estirada salvadora para robarle un gol a La Pulga. Messi y Ronaldo en su infaltable cita con el gol. Y el gigantesco estadio convertido en moderna Torre de Babel, ocupado por chinos, japoneses, argentinos, españoles, ticos, y cuanto viajero del mundo a usted se le ocurra pensar, que, como yo, disfrutamos del regalo hermoso que nos ha dado el fútbol.
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