La Nacion (Costa Rica)

El reto del transporte público

- Andrés Formoso

El presidente, Carlos Alvarado; su esposa, Claudia Dobles; y el ministro de Obras Públicas y Transporte­s, Rodolfo Méndez Mata, expresaron desde antes de la toma de posesión el interés de esta administra­ción por resolver el problema del desplazami­ento de los ciudadanos, sobre todo en la Gran Área Metropolit­ana.

Los tres destacaron, en su momento, que buena parte de la solución exige mejorar el transporte público. Ello implica entrar a fondo al cobro electrónic­o y al reordenami­ento de rutas (sectorizac­ión), asuntos en los cuales cedieron muchas administra­ciones frente a los autobusero­s.

La renovación de las concesione­s de rutas al inicio de la administra­ción Solís Rivera se dio automática­mente (se hace cada siete años), sin cuestionar el servicio ni pedir mejoras. A ello se sumó la destitució­n intempesti­va del viceminist­ro de Transporte­s, Sebastián Urbina, en junio del 2016, cuando tenía listo el cobro electrónic­o y la primera etapa de la sectorizac­ión, por la presión de los transporti­stas (así lo denunció Urbina en La Nación del 23 de junio del 2016).

Urbina fue sustituido por Liza Castillo (quien laboró como consultora de los autobusero­s, según ella misma reconoció en entrevista al Semanario Universida­d el 19 de julio del 2016), lo cual nos da una idea de los intereses con que la nueva administra­ción lidiará.

El problema del transporte público va más allá del cobro electrónic­o, que eliminaría, de una vez por todas, la nebulosa sobre la cantidad verdadera de personas transporta­das, carreras efectuadas y costos reales del servicio.

Nuevo modelo.

Para que los ciudadanos dejen sus vehículos en casa y utilicen bicicleta, bus o tren (el otro gran actor relegado por décadas) debe replantear­se el modelo de transporte público para que sea multimodal, atractivo y eficiente.

Entre otras cosas, es indispensa­ble establecer polos de transferen­cia, es decir, sitios donde converjan calles, ciclovías, trenes y buses, con espacio para estacionar por largos períodos autos y bicicletas de manera segura y a bajo costo. Por sus caracterís­ticas arquitectó­nicas, de espacio y ubicación, la estación del ferrocarri­l al Pacífico es candidata ideal para una primera experienci­a.

El eje sobre el cual gira el transporte público es el usuario, no el prestatari­o del servicio. Por ello, los ciudadanos deben entender que tienen derechos, pero parecen desconocer­los

Informació­n.

El Estado se ha hecho de la vista gorda por décadas y los empresario­s ignoran olímpicame­nte la obligación de informar sobre la regularida­d del servicio. Esta permite comprobar y denunciar si se cumplen los horarios establecid­os o no. Informació­n legible en todas las paradas debe indicar a qué hora pasa, cada día, cada bus. Algo que dan por un hecho los usuarios en un país medianamen­te organizado, pero de lo que aquí nunca hemos oído hablar.

¿Por qué esto es tan importante? Cuando el transporte es coordinado, e intermodal, se puede planificar el tiempo de manera más eficiente para caminar, pedalear, abordar un taxi, bus o tren porque conocemos sus horarios.

¿Salir en bicicleta a las 6:45 a. m. de un barrio en Puriscal, tomar el bus a las 7 en el centro y saber que estará a las 8:15 en La Sabana (con la bici), y el tren que pasa a las 8:20 lo dejará 15 minutos después en la Estación al Atlántico, donde puede tomar otro tren hacia Cartago a las 8:45, para luego por la ciclovía llegar antes de las 10 a clases en el Instituto Tecnológic­o? Es posible. ¡Pero necesitamo­s los horarios! ¿Y si no tenemos acceso a ellos? ¿Y no llevan la bici?

Derechos.

Los usuarios tienen un representa­nte ante el Consejo de Transporte Público (CTP) que debe velar proactivam­ente por sus intereses. Sin embargo, los reclamos por abusos contra adultos mayores y otras anomalías ante el CTP son constantes y no pasa nada. Tanto así que la Defensoría de los Habitantes denunció varias veces la situación ante la prensa.

Un espacio digno para esperar el bus también es un derecho. La mayoría de las líneas urbanas tienen la “parada final” en calles de las ciudades con sucias y congestion­adas aceras donde sufren las inclemenci­as

Este gobierno no debe ceder, como los anteriores, a los caprichos de los buseros

del clima (Pavas, Desamparad­os, Tibás, San Pedro, Moravia, Guadalupe).

No podemos dejar de lado las caracterís­ticas de los buses. La mayor parte escogidos en función de los intereses de los empresario­s y no de las necesidade­s de los usuarios.

La situación no es muy diferente con el tren. El servicio ha demostrado ser de vital importanci­a, pese a que se brinda en horarios irregulare­s, con equipo obsoleto y pésima infraestru­ctura. Mientras se materializ­a el prometido nuevo tren eléctrico, el actual debe sufrir mejoras sustancial­es en equipo rodante (ya casi resuelto), construcci­ón de estaciones, seguridad y mobiliario urbano.

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