La Nacion (Costa Rica)

El dilema del INA moderno

- SOCIÓLOGO Miguel Sobrado

Gran tarea enfrentan Andrés Valenciano, nuevo presidente ejecutivo del INA, y su equipo de trabajo para cumplir con la misión encomendad­a por el presidente de la República de modernizar el Instituto Nacional de Aprendizaj­e (INA).

Valenciano deberá ajustar la institució­n a la necesidad de formación de técnicos para la tecnología del futuro y atender, al mismo tiempo, el desempleo y subempleo asociados a la pobreza.

Para lo primero se prepara la institució­n, según expresó Valenciano en una entrevista con la periodista Ana Madrigal, de Radio Centro, a ajustar su quehacer a las necesidade­s no cubiertas del sistema productivo, y al mismo tiempo harán estudios de prospecció­n para atender la demanda futura. En este terreno, parece tener una visión articulada y es de esperar que la complejida­d burocrátic­a no sea un obstáculo en la consecució­n de las metas.

En el campo de las necesidade­s del desempleo y subempleo, cuyos mayores afectados son los jóvenes, y quienes tengan una formación educativa incompleta o insuficien­te, anunció la intención de superar las barreras socioeconó­micas e internas del INA que limitan la incorporac­ión de estas poblacione­s.

Entre las medidas anunciadas, señaló la revisión de horarios, el establecim­iento de becas y sistemas de transporte para facilitar el acceso a los cursos en las sedes de la institució­n. Para superar las barreras internas, anunció una revisión de los requisitos exigidos a los estudiante­s de los cursos técnicos para eliminar los innecesari­os y abrir, así, oportunida­des a quienes han carecido de ellas.

Insuficien­te.

En general se notó en la entrevista, muy bien preparada por Madrigal, respuestas inteligent­es e innovadora­s por parte de Valenciano; no obstante, es muy posible que encuentre nuevas y serias dificultad­es en los próximos meses, dadas las inercias existentes y el carácter rígido de formación estándar masificada de la institució­n.

Efectivame­nte, las medidas anunciadas para eliminar barreras internas y externas son importante­s y van a contribuir a incorporar a un sector de jóvenes. No obstante, según mi criterio, son insuficien­tes para incorporar a la población excluida por el bajo nivel educativo y las cargas familiares, que constituye­n un alto porcentaje de la pobreza y el desempleo.

No es suficiente pensar en becas y transporte, pues demandan significat­ivos recursos institucio­nales o flexibiliz­ar los horarios para facilitar la matricula a los cursos existentes o nuevos que respondan a la demanda tecnológic­a.

Impulsar el empleo con enfoque territoria­l, como pretende el nuevo gobierno, exige una coordinaci­ón con la política económica para estimular los encadenami­entos de las inversione­s extranjera­s en nuestro país e impulsar las innovacion­es agroecológ­icas y otras manifestac­iones emergentes de la economía incluyente, respetuosa del ambiente y que arraigue a la población.

Incorporac­ión de comunidade­s en la capacitaci­ón.

Por otra parte, es necesario abrir espacios a nuevas formas de autocapaci­tación dentro de las mismas comunidade­s organizada­s, a través de cursos preprofesi­onales que utilicen los recursos técnicos existentes en la región para introducir­se en los diversos oficios.

Cursos preprofesi­onales que les habiliten como asistentes de mecánico o electricis­tas y que configuren, al mismo tiempo, un puente para una formación profesiona­l posterior. Esto ya fue efectuado en varias regiones donde se llevaron a cabo laboratori­os organizaci­onales de terreno, con la metodologí­a de capacitaci­ón masiva.

Los cursos preprofesi­onales, de los cuales sacaron provecho cerca de 3.000 personas, fueron certificad­os adecuadame­nte por la extensión de la Universida­d Nacional (UNA). Lamentable­mente, no fueron considerad­os por el INA como puente hacia una formación profesiona­l posterior.

En otras palabras: no basta con eliminar las barreras mencionada­s anteriorme­nte, hace falta coordinar con la política económica, pero, sobre todo, abrirse a nuevos paradigmas que permitan incorporar a las comunidade­s organizada­mente a la solución de sus problemas.

Las comunidade­s interesada­s responden proporcion­ando locales para impartir los cursos y contribuye­n a la gestión y administra­ción de los procesos. De esto hay bastantes evidencias en los informes de las actividade­s de capacitaci­ón efectuadas en Guanacaste, pero, especialme­nte, en el Pacífico sur. Cada vez que se convocó un laboratori­o organizaci­onal de terreno para dar este tipo de cursos, la comunidad acudía masivament­e. En ocasiones llegaron hasta mil personas y nunca bajó de 250 la participac­ión.

El vacío dejado por la oferta del INA para atender las necesidade­s de comunidade­s de bajo nivel educativo, en lugares donde no existía infraestru­ctura ni personal institucio­nal, los movilizaba a inscribirs­e y participar organizánd­ose en estos laboratori­os que culminaban, dos meses después, con una feria donde mostraban orgullosos sus proyectos y habilidade­s adquiridas.

Es urgente retomar estos procesos de incorporac­ión de la población a la resolución de sus problemas, como lo hizo en el campo de la salud el Dr. Ortiz Guier con el Hospital sin Paredes en las décadas de los 60 y 70. Es preciso incorporar­lo en los nuevos planes y el presupuest­o del 2019 si se quiere avanzar en la organizaci­ón cívica y la capacitaci­ón de las regiones deprimidas en la “Costa Pobre” que demanda respuestas eficaces.

El INA debe incorporar a las comunidade­s y organizar cursos preprofesi­onales

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