La Nacion (Costa Rica)

HORIZONTES

- Jaime Daremblum jaimedar@gmail.com

El 12 de junio es la fecha acordada por Estados Unidos y Corea del Norte para una cita cumbrera en Singapur. Tras apagar repetidos incidentes de agenda generados en Pionyang, viene ahora otra tarea angustiant­e para Washington y el mundo que mira esperanzad­o el resultado del convivio.

Se trata de desarmar el poderío nuclear del régimen de Kim Jong-un, quien es un avezado manipulado­r de pronunciam­ientos y cerebro de mil trucos en cartera. La mínima victoria de la cita sería un acuerdo de paz entre las Coreas, que técnicamen­te no se ha producido. La máxima, la desnuclear­ización de Kim, también distante.

Ahora que Donald Trump confirmó la fecha del encuentro, han aparecido en el horizonte autopetici­onarios de diversa raigambre y de organismos sin vela en el entierro. Peor aún, ya empezaron los jueguitos sobre quién paga qué. El común denominado­r de estas pretension­es es que pague Washington.

Así ha ocurrido con la posible víctima a la que le correspond­ería pagar el hotel de Kim, el más suntuoso y que solo cuesta la bagatela de $6.000 la noche. En cuanto a los tiquetes de avión, se suponía que no serían necesarios para Kim ni su nutrida comitiva porque se aventurarí­an a viajar en los viejos aviones rusos propiedad de la dictadura. No obstante, Kim era una excepción que se solucionó con una empresa internacio­nal de aviación que tiene una de sus estaciones en Pionyang.

Aguardaba el capítulo del hospedaje de Kim en Singapur, donde todo es supercarís­imo y que finalmente lo solventó ICAN (Internatio­nal Campaign to Abolish Nuclear Weapons), organizaci­ón ganadora del Premio Nobel de la Paz en el 2017 por sus esfuerzos en favor de la desnuclear­ización del planeta.

No podemos dejar de señalar que el ingreso al festival de Singapur configura un delirio subyugante para quienes intentan colarse. Las peticiones que maneja la corte de Kim son, ante todo, de regímenes como el del sirio Bashar al Asad, viejo socio en armas químicas de Kim. Nada han dicho públicamen­te los norteameri­canos y más se sabrá de Asad después de Singapur. Al calibrar lo que ocurría, el canciller ruso, Serguéi Lavrov, se limitó a entregar en Pionyang una invitación para que Kim visite a Vladimir Putin.

A lo mejor, bien afinada la cumbre en Singapur podría convertirs­e en un paso importante para la paz mundial. Nuestros votos por el éxito del encuentro.

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