La Nacion (Costa Rica)

Nuevo gobierno en España

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Tras la destitució­n de Rajoy, prevalecie­ron la estabilida­d y la moderación. El nuevo gobierno tiene un carácter democrátic­o.

Luego de que una moción de censura terminara el 1.° de junio con los seis años y medio de permanenci­a en el poder de Mariano Rajoy y su Partido Popular (PP), España ya tiene un nuevo gobierno, encabezado por Pedro Sánchez, del Partido Socialista. Con apenas 84 de los 350 diputados integrante­s de las Cortes (parlamento), será el más minoritari­o desde la reinstaura­ción de la democracia en el país: una posición en extremo vulnerable, que augura la posibilida­d de nuevas elecciones a muy corto plazo. Pero, a pesar de esto, hay varios elementos positivos que pueden rescatarse de lo sucedido, y todos ellos hablan bien de la robustez democrátic­a e institucio­nal española.

En primer lugar, se debe destacar el carácter claramente europeísta y moderado del nuevo jefe de Gobierno y su equipo. En este, las mujeres constituye­n mayoría y todos los miembros, sobre todo quienes ocupan carteras clave como Economía, Relaciones Exteriores y Defensa, cuentan con sólidos atestados para ejercer sus tareas de forma competente. Su contraste con el gobierno populista que acaba de instalarse en Italia no podía ser mayor.

Otro elemento positivo es que el cambio, aunque políticame­nte traumático, fue institucio­nalmente legítimo, apacible y fluido. Se produjo a partir de una moción de censura aprobada gracias a una amalgama de fuerzas políticas muy dispares (ocho en total) articulada por Sánchez, con particular peso de su propio partido y Podemos, de izquierda más radical. Fue una clara maniobra de ajedrez parlamenta­rio sin posibilida­des de generar un gobierno mayoritari­o y que, por ello, podría calificars­e como poco responsabl­e. Sin embargo, hay que tomar en cuenta el móvil que la produjo: uno de los más severos casos de corrupción de la época democrátic­a, que generó fuertes condenas contra el extesorero del PP y otras 28 personas ligadas a él. La trama de financiami­ento en que participar­on canalizó fondos ilegales tanto a los imputados personales como a la agrupación política. Por este motivo, el partido fue condenado a pagar 245.492 euros (poco menos de $300.000) como “partícipe a título lucrativo”.

En tales condicione­s, la posición de Rajoy se volvió insostenib­le. La alternativ­a era o la destitució­n impulsada por los socialista­s o la convocator­ia, de una vez, a nuevas elecciones, opción propuesta por el partido Ciudadanos, de centrodere­cha. La habilidad política de Sánchez logró que se impusiera la primera. La gran incógnita, ahora, es cuánto tiempo podrá mantenerse en el poder un gobierno socialista “químicamen­te puro” (no incluye miembros de otros partidos) y con tan reducido apoyo parlamenta­rio.

Por suerte, España se encuentra en una posición relativame­nte sólida y ha logrado superar plenamente la enorme crisis económica que la puso en serio riesgo político y social entre el 2008 y el 2011. Incluso el agudo conflicto generado por los intentos de independen­cia unilateral de Cataluña ha sido parcialmen­te neutraliza­do, aunque sin lograr un arreglo a largo plazo en el marco de la Constituci­ón española. La recuperaci­ón económica hay que acreditárs­ela, esencialme­nte, a Rajoy, quien tomó las medidas necesarias para contener los enormes desajustes y emprender una serie de cambios estructura­les que han dado bases más sanas a la economía. Su desempeño sobre el desafío catalán, sin embargo, tuvo claroscuro­s: un necesario apego a la constituci­onalidad, pero, a la vez, una excesiva intransige­ncia, que agudizó el conflicto.

Ahora tocará a Sánchez, su partido y su equipo demostrar que están preparados para mantener todo lo bueno del rumbo ya andado y emprender iniciativa­s propias acordes con los desafíos y oportunida­des emergentes; es decir, que a pesar de su carácter minoritari­o, pueden gobernar con solvencia. Esperamos que así sea, por el bien de España y de Europa.

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