La Nacion (Costa Rica)

Feminicidi­o: 10 voces apagadas por la violencia

La mitad tenían 20 años o menos Víctimas murieron a manos de esposos, novios o parejas; solo un caso está en juicio Otras víctimas inocentes Crímenes dejaron huérfanos a 12 menores y quitaron la vida a tres bebés en gestación

- Patricia Recio G. arecio@nacion.com

María Paula, Maritza, Mariana, Rita, Karen Vanessa, Grettel Tatiana, Kimberly, María Isabel, Yarissa y Hellen.

Ellas ya nunca responderá­n cuando alguien mencione sus nombres, ni podrán contar su historia.

Las voces de estas 10 mujeres fueron silenciada­s para siempre durante el primer semestre del 2018.

Una gran mayoría de ellas murieron a manos de su esposo, su novio, su compañero o el padre de sus hijos.

De estos 10 crímenes, solo siete serían juzgados como feminicidi­os bajo Ley de Penalizaci­ón de Violencia contra las Mujeres porque se estableció que los sospechoso­s eran sus compañeros sentimenta­les, los mismos que les juraron, en la intimidad o ante la sociedad, amor y dedicación.

Según esa normativa, la “pena para quien mate a una mujer con la que mantenga una relación de matrimonio, en unión de hecho, declarada o no, es de 20 a 35 años”.

Las otras tres muertes son categoriza­das como feminicidi­o ampliado, concepto que el sistema judicial de Costa Rica creó con base en la Convención de Belém do Pará.

Ese concepto incluye las muertes violentas de mujeres en razón de su género, es decir, sin que haya una relación de matrimonio o unión libre. Estas incluyen, por ejemplo, las ocurridas durante el noviazgo, después de un divorcio o a raíz de un ataque sexual.

No obstante, el delito por el que los agresores serán juzgados será el de homicidio simple o calificado.

Daño profundo. Los diez feminicidi­os ocurridos en lo que va del 2018 dejaron huérfanos a 12 niños y adolescent­es, de entre uno y 17 años. Algunos de ellos incluso vieron cómo la vida de su mamá se apagaba.

Por otra parte, el asesinato de Maritza, María Isabel y Grettel Tatiana también trajo como consecuenc­ia la muerte de tres bebés que ellas llevaban en el vientre.

La mitad de las víctimas tenía 20 años o menos. Dos de ellas, eran nicaragüen­ses.

De todos los hechos, solo el crimen de Mariana Leiva está en juicio. El acusado descuenta prisión preventiva, al igual que otros seis sospechoso­s.

Otro presunto atacante está en libertad y otro porta tobillera electrónic­a. En un caso más, el homicida se quitó la vida y otro aún no ha sido localizado.

¿Por qué ? Hace años que la frase “crimen pasional” empezó a chocar en los colectivos pro defensa de los derechos de las mujeres. Alegan que no puede haber pasión cuando se le quita la vida a quien ha estado a su lado, a la madre de sus hijos.

El feminicidi­o tampoco es visto por los expertos como un hecho fortuito, impulsivo o aislado, sino como el fin de un ciclo repetitivo y en escalada.

“Es la manifestac­ión última y brutal de la violencia de género”, sentencia la presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu), Patricia Mora.

Más que un ciclo, se trata de una espiral que va en aumento, dice Marvin Durán, psicólogo de la Oficina de Atención y Protección a la Víctima del Ministerio Público.

“Los episodios de violencia se van dando cada año y al principio no son tan agresivos. Conforme pasa el tiempo, aumenta el nivel de la violencia y el tiempo en que ocurre va disminuyen­do”, explicó.

En muchos casos, las víctimas no se ven dentro de este ciclo, pues su mente se adapta como un mecanismo de defensa.

“Por eso no es tan fácil como decirle ‘la va a matar, ¿por qué no se sale’?”, dijo Durán.

Para los agresores, llega un momento en que la violencia se ha adaptado a la dinámica de tal forma que se invisibili­zan las otras personas en su entorno (por ejemplo los hijos).

Sus acciones están asociadas con aprendizaj­es históricos.

“El hombre como dueño de conocimien­to, encargado de proveer los alimentos y la mujer si puede colabora, así lo dice el Código de Familia”, añadió.

Al respecto, la fiscala de Género, Gabriela Alfaro, citó tres momentos críticos en los que puede aumentar el riesgo de feminicidi­o: cuando la mujer decide separarse y se lo dice a su pareja, al interponer la primera denuncia por maltrato y cuando pide medidas de protección.

“Para muchos hombres con estos valores equívocos de la masculinid­ad como género dominante, es como si ante estas situacione­s se les ridiculiza­ra”, agregó Alfaro.

La salvación. La atención de la violencia doméstica es inmediata y articulada, aunque el Sistema de Emergencia­s 9-1-1 recibe llamados de auxilio cada cinco minutos.

Además, las medidas de protección dictadas por jueces de Violencia Doméstica se mantienen a pesar de que las víctimas quieran levantarla­s.

Los esfuerzos, sin embargo, se quedan cortos; en la última década, más de 300 mujeres han muerto por estas agresiones.

El presidente de la Corte, Carlos Chinchilla, lo advirtió: el número de femicidios seguirá en aumento, si no se toman las medidas necesarias para erradicar esta violencia.

El Gobierno anunció recienteme­nte que declararía emergencia nacional por la violencia contra las mujeres.

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