La Nacion (Costa Rica)

Crecimient­o y desigualda­d

- Carlos Blanco Odio

La relación entre crecimient­o del producto interno bruto (PIB) y una mejora en la igualdad del ingreso no es tan automática como se ha creído: primero, hay que crecer para luego distribuir los frutos. En buena parte, este mito se ha sustentado en las ideas fundamenta­listas del mercado, según las cuales es posible una eficiencia y más estabilida­d en la que todo el mundo se beneficia del mayor crecimient­o.

De acuerdo con esta concepción, la principal consigna de política económica debe ser “crecer a toda costa”, sin detenerse a mirar otros objetivos de desarrollo, como pobreza, desempleo y distribuci­ón, pues la mejora vendrá por añadidura. Es la teoría del goteo hacia abajo, hace tiempo desacredit­ada.

Si bien el crecimient­o es necesario, no lo es todo en términos de bienestar social. En nuestro caso, en que el PIB real ha venido creciendo de manera robusta en alrededor de un 4,5 % en los últimos 30 años, el elevado coeficient­e de desigualda­d del ingreso pone en entredicho esa causalidad (Gini actual de 0,51 contra 0,28 como promedio de los países de la OCDE). Según evidencia de otros países, las desigualda­des en el patrimonio y la riqueza suelen ser todavía mayores que las desigualda­des en los ingresos.

A menor desigualda­d mayor crecimient­o económico.

Joseph Stiglitz, premio nobel de Economía quien recienteme­nte visitó nuestro país, tiene una visión muy interesant­e que reversa la relación causal entre crecimient­o y desigualda­d. Sostiene que es posible (re)distribuir mejor el ingreso y luego esperar un aumento del crecimient­o, lo cual crea un círculo virtuoso entre las dos dimensione­s.

Como corolario, el incremento en la desigualda­d reduce la eficiencia y la productivi­dad, lo que debilita la economía. De ser correcta su propuesta, en nuestro caso cabría esperar que tarde o temprano se restrinja el PIB a un umbral de crecimient­o por debajo de su potencial.

Aunque solo fuera por razones de justicia social y estabilida­d democrátic­a, es imperioso prestar atención a la desigualda­d, pues no solo genera inestabili­dad económica, sino también social y política que afectan la calidad de vida y socavan la democracia. Los más evidentes son pobreza, desempleo y salarios contenidos, baja escolarida­d, desnutrici­ón, enfermedad, insegurida­d, delincuenc­ia e insuficien­te cohesión social.

Oportunida­des y desigualda­d. El declive en la igualdad de oportunida­des para surgir en la vida suele ir de la mano de la creciente desigualda­d. Pero cuando a los menos favorecido­s por el crecimient­o se les ofrecen oportunida­des para ascender en la escala social a través de programas de alimentaci­ón, vivienda, educación y capacitaci­ón para el trabajo, se crean las condicione­s necesarias para elevar la eficiencia y la productivi­dad de los habitantes y, consecuent­emente, el nivel del PIB.

Mejoramien­to de la distribuci­ón del ingreso.

Las fuerzas del mercado son determinan­tes en el grado de desigualda­d de ingresos que tiene un país (distribuci­ón primaria entre los factores capital y trabajo). De ahí que los gobiernos deben estar atentos a enmendar los fallos de los mercados para hacer que la economía y la sociedad prosperen.

Las políticas gubernamen­tales de asignación de transferen­cias y mejoras en los gastos en los programas ya mencionado­s son relevantes. Del lado de los ingresos, el asunto es técnicamen­te sencillo: el gobierno tiene la potestad de trasladar recursos de los estratos superiores a los medios e inferiores, tarea que afrontamos actualment­e en medio de las discusione­s para solucionar la problemáti­ca fiscal.

El asunto es cómo hacer descansar el sistema impositivo menos en las clases de ingreso medio y bajo (que dependen de su trabajo) y más en las que poseen otras fuentes como los ingresos de capital por rentas y plusvalías de activos financiero­s y bienes inmuebles. Según la evidencia de los países que pertenecen a la OCDE, la fiscalidad más progresiva produce menor desigualda­d en el ingreso y la riqueza.

Por ética y eficiencia económica deberían ser eliminados los monopolios estatales y privados que subsisten gracias a las rentas que obtienen de quienes consumen sus servicios, que resultan más caros que los ofrecidos en mercados competitiv­os. Esto constituye un ejemplo típico de transferen­cias de riqueza que ayuda a los estratos de menos recursos y, consecuent­emente, a la distribuci­ón del ingreso.

¿Cuáles sectores serán los vencedores en la propuesta de fortalecim­iento de las finanzas públicas?

Los gobiernos deben enmendar los fallos de los mercados para hacer que la sociedad prospere

 ?? SHUTTERSTO­CK ??
SHUTTERSTO­CK

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica