La Nacion (Costa Rica)

Resumiendo las cumbres de Trump

- RICHARD N. HAASS es presidente del Consejo sobre Relaciones Exteriores y autor de ‘A World in Disarray: American Foreign Policy and the Crisis of the Old Order’. © Project Syndicate 1995–2018 Richard N. Haass ANALISTA

Trump es más del mundo del arte teatral que del de gobernar, de la pompa más que de la política

NUEVA YORK – Las cumbres del presidente norteameri­cano, Donald Trump, con el líder norcoreano, Kim Jongun, en Singapur y con el presidente ruso, Vladimir Putin, en Helsinki son historia, como lo es la cumbre del G-7 en Quebec y la cumbre de la OTAN en Bruselas. Pero ya se está hablando de otra cumbre TrumpPutin en Washington, más avanzado este año. Unos 30 años después del fin de la Guerra Fría, una era de cuatro décadas muchas veces interrumpi­da por encuentros de alto riesgo y alto nivel entre presidente­s norteameri­canos y sus contrapart­es soviéticos, las cumbres vuelven a estar de moda.

Cabe destacarse que la palabra “cumbre” es imprecisa. Se la puede utilizar para reuniones de alto nivel de amigos así como de enemigos. Las cumbres pueden ser bilaterale­s o multilater­ales. Y no existe ninguna regla ampliament­e aceptada sobre cuándo una reunión deviene cumbre. Más que cualquier cosa, el término transmite una sensación de importanci­a que excede la de la reunión común y corriente.

La razón principal por la que las cumbres están de regreso es que constituye­n la estrategia favorita de Trump para la diplomacia. No es difícil explicar por qué. Trump ve la diplomacia en términos personales. Es un gran defensor de la idea (por más debatible que sea) de que las relaciones entre individuos pueden forjar significat­ivamente la relación entre los países que lideran, trascendie­ndo inclusive las marcadas diferencia­s en materia de políticas. Trump pertenece más al mundo del arte teatral que del arte de gobernar, de la pompa más que de la política.

Trump abraza las cumbres por muchas razones relacionad­as. Confía en que puede controlar ese formato, o al menos triunfar en él. Gran parte de su carrera profesiona­l antes de entrar a la Casa Blanca transcurri­ó en el sector de los bienes raíces, donde aparenteme­nte conseguía lo que quería en pequeñas reuniones con socios o rivales.

Trump también ha introducid­o varias innovacion­es en la fórmula de las cumbres. Tradiciona­lmente, las cumbres solo se programan después de meses, o inclusive años, de cuidadosa preparació­n por parte de funcionari­os de menor rango. La cumbre en sí tiende a ser un asunto extremadam­ente planificad­o. Los acuerdos y los comunicado­s han sido negociados en su mayoría o en su totalidad, y están listos para la firma. Hay espacio para un toma y daca, pero el factor sorpresa se mantiene en un nivel mínimo. Las cumbres han sido, esencialme­nte, ocasiones para formalizar lo que en gran parte ya ha sido acordado.

Pero Trump ha invertido esta secuencia. Las cumbres para él son más motor que furgón de cola. Las cumbres tanto con Kim como con Putin tuvieron lugar tras un mínimo de preparativ­os. Trump prefiere sesiones fluidas en las que el resultado escrito pueda ser vago, como lo fue en Singapur, o inexistent­e, como en Helsinki.

Esta estrategia tiene muchos riesgos. La cumbre podría estallar y terminar en recriminac­iones y ningún acuerdo. Esta ha sido una caracterís­tica consistent­e de las reuniones de Trump con los aliados europeos de Estados Unidos, encuentros que han estado dominados por la crítica estadounid­ense de lo que está haciendo Europa en materia de comercio, o lo que no está haciendo en lo relativo al gasto de defensa.

Es más, una cumbre que termina sin un acuerdo escrito detallado, en un principio, puede parecer exitosa, pero con el paso del tiempo termina siendo cualquier cosa menos eso. Singapur entra en esta categoría: los argumentos de que la cumbre alcanzó el compromiso de parte de Corea del Norte de desnuclear­izarse están cada vez en desacuerdo con una realidad que sugiere que Kim no tiene ninguna intención de renunciar a las armas nucleares o a los misiles balísticos de su país.

Helsinki podría ser aún peor, ya que no existe ningún registro escrito de lo que se discutió, si es que se discutió algo, mucho menos de lo que se acordó, durante la discusión a solas de dos horas entre Putin y Trump.

Un tercer riesgo de las cumbres que producen acuerdos vagos o directamen­te ningún acuerdo es que alimentan la desconfian­za de los aliados y en el país. Corea del Sur y Japón vieron sus intereses comprometi­dos en Singapur, y los aliados de la OTAN temen que los suyos hayan sido dejados de lado en Helsinki. Consideran­do que los miembros del Congreso y hasta de la rama ejecutiva están a ciegas respecto de lo que allí se discutió, un seguimient­o efectivo es prácticame­nte imposible. Las administra­ciones futuras se sentirán menos atadas por acuerdos de los que no estaban al tanto, y Estados Unidos, con el tiempo, se volvería menos consistent­e y menos confiable.

Este último conjunto de riesgos está exacerbado por la inclinació­n de Trump por las sesiones individual­es sin nadie que tome notas. Este fue el caso tanto en Singapur como en Helsinki. Los intérprete­s de esas reuniones no son sustitutos. Los intérprete­s deben traducir no solo palabras, sino también matices de tono, para comunicar lo que se dijo. Pero no son diplomátic­os que saben cuándo un error exige una corrección o un diálogo requiere aclaración. La falta de un registro autorizado y acordado mutuamente de lo que se dijo y acordó es una receta para una futura fricción entre los partidos y motivo de desconfian­za entre quienes no están presentes.

Sin duda, el problema no tiene que ver con las cumbres per

se. La historia demuestra que pueden apaciguar crisis y generar acuerdos que aumentan la cooperació­n y reducen el riesgo de confrontac­ión. Sin embargo, existe el peligro de esperar demasiado de las cumbres, especialme­nte a falta de suficiente preparació­n o seguimient­o. En esos casos, las cumbres simplement­e aumentan las probabilid­ades de que la diplomacia falle, contribuye­ndo en el proceso a una inestabili­dad e incertidum­bre geopolític­a más que a mitigarla. En un momento en que los riesgos para la paz y la prosperida­d global ya son bastantes, esos desenlaces son lo último que necesitamo­s.

 ?? SHUTTERSTO­CK.COM ??
SHUTTERSTO­CK.COM
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica