La Nacion (Costa Rica)

Joven baleada y quemada tenía 19 años y era oriunda de Dota

Apareció en Hatillo el 14 de mayo; OIJ no tiene sospechoso­s

- Eillyn Jiménez eillyn.jimenez@nacion.com

Han pasado más de dos meses desde que la familia de Katerine Johanna Gómez Vásquez recibió aquella llamada para avisar del hallazgo de un cuerpo en San José.

Desde entonces, la angustia no cesa.

“Nosotros somos de un lugar muy tranquilo, y a mí, por ejemplo, me llevan a un lugar peligroso y me meto porque no conozco. Creemos que algo así le pasó a mi sobrina; pensamos que a ella la engañaron por su inocencia”.

Con esas palabras resume Ligia Vásquez Torres lo que ella y su familia consideran que le sucedió a su sobrina Katerine Johanna. El cuerpo de la muchacha, de 19 años, apareció en una acera de la ciudadela Veinticinc­o de Julio, en Hatillo, San José, la madrugada del 14 de mayo.

Presentaba dos impactos de bala en la espalda y estaba calcinado, excepto parte de las manos y plantas de los pies.

Gómez habitaba con sus padres en La Cima de Copey de Dota, San José, un pueblito pequeño, en donde la mayor parte de personas se dedican a la cosecha de frutas, tubérculos, verduras y legumbres, que regularmen­te trasladan y comerciali­zan en San José.

La tranquilid­ad impera en cada rincón de la zona, donde todavía hay varios caminos de lastre y el aire fresco roza las mejillas de sus habitantes y los hace pensar que no existe riesgo de nada para nadie, ni siquiera

asaltos y, mucho menos, homicidios.

“Nos dolió mucho y nos preocupó porque nos muestra que uno no escapa de eso (la violencia), que no se puede confiar en nada ni en nadie”, afirmó Hannia Solano, una de las vecinas de La Cima.

Víctor Calderón, otro de los lugareños, reconoció que la situación generó asombro. “Uno no se imaginaba que algo así (un homicidio) llegue a un pueblo tan tranquilo como el nuestro”.

Guadalupe y Estefanía Gómez, dos amigas de infancia de Katerine Johanna, aseguraron que la muerte de la muchacha las asustó, ya que esas noticias

son las que acostumbra­n a ver solo en televisión.

“Es feo. Nosotras vivimos al frente de la casa de ella durante la infancia; jugábamos juntas. Nos asustó mucho”, confesó Estefanía.

Sin rastro de los responsabl­es.

A la fecha no hay rastro de los sospechoso­s del asesinato de Katerine Johanna, y las autoridade­s judiciales siguen trabajando para establecer las causas del

crimen.

“No existen personas detenidas. Sin embargo, se investiga si existe relación con grupos criminales en la zona de Tirrases (Curridabat)”, informó el Organismo de Investigac­ión Judicial (OIJ).

Trascendió que la muchacha, quien estudiaba Inglés en el Instituto Nacional de Aprendizaj­e (INA) desde hace algunos meses, entabló amistad con una extranjera,

De la foránea, empero, no se volvió a saber nada después del homicidio.

Aparenteme­nte, la fallecida visitaría la vivienda de esa amiga y después regresaría a su casa, según versión en poder de las autoridade­s.

No obstante, luego de tres días de desvelo, en su hogar se recibió una llamada que alertó sobre el hallazgo de un cuerpo en Hatillo con caracterís­ticas similares a las que la familia brindó al poner la denuncia por desaparici­ón.

“Mi hermana (la madre de Katerine) busca respuestas y no entiende. A mí no me pasa que en un lapso tan cortito haya ocurrido algo así”, manifestó la tía de la joven, Ligia Vásquez.

Como familia, agregó, no tienen informació­n de los hechos, pues lo que las autoridade­s les han dado son datos realmente muy escuetos.

“El OIJ lo que dice es que está investigan­do y que en su momento nos darán más informació­n, que, por ahora, no se pueden dar más detalles para no entorpecer la investigac­ión”, declaró Vásquez.

En tanto, en la Fiscalía de Hatillo a la fecha no hay ninguna causa abierta por el crimen de esta adolescent­e.

Sociable y cariñosa. Sus parientes recuerdan a la joven como una persona sociable, alegre, cariñosa, respetuosa, coqueta y buena persona.

“Katerine era simpática, amigable; se llevaba bien con todos nosotros (...). Nadie esperaba lo que pasó; fue un golpe para la zona”, dijo Marlon Solano, esposo de una prima hermana de la joven.

Su tía respalda lo dicho por Solano y añade que los niños de la familia la adoraban por chineadora.

Según recuerdan, le gustaba hacer deporte, y a diario la veían salir a corre. Solía recorrer entre La Cima y Macho Gaff, esta última comunidad de Cañón de San Isidro, Cartago.

“Era una muchacha muy activa; le gustaba mucho el deporte; estaba en un equipo de la zona y generalmen­te corría en la plaza ubicada al frente de la Escuela Mariano Quirós Segura, donde ella cursó su primaria”, contó Vásquez.

Katerine Johanna sacó el noveno año en el Liceo de Cañón y, posteriorm­ente, decidió probar con el inglés.

Fue esa motivación la que la hizo alejarse un poco de su pueblo en Dota.

 ?? MELISSA FERNÁNDEZ ?? La Cima de Copey de Dota es un pueblo pequeño y agricultor, donde la violencia no suele ser una preocupaci­ón entre los lugareños.
MELISSA FERNÁNDEZ La Cima de Copey de Dota es un pueblo pequeño y agricultor, donde la violencia no suele ser una preocupaci­ón entre los lugareños.

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